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Novena de Aguinaldos día 3: Oraciones, gozos y reflexiones de Navidad para HOY

Le contamos cómo rezar la novena navideña este miércoles 18 de diciembre.

Novena de Aguinaldos día 3: Oraciones, gozos y reflexiones de Navidad para HOY

Novena de Aguinaldos día 3: Oraciones, gozos y reflexiones de Navidad para HOY

Con el inicio de las novenas de aguinaldos, las fiestas navideñas están cada vez más presentes en los hogares colombianos, por estas fechas, la unión y el amor familiar prima sobre todas las cosas.

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Este miércoles 18 de diciembre se conmemora el día tercero de la tradicional novena, que sigue la costumbre religiosa en las vísperas del nacimiento del Niño Jesús y nos recuerda la travesía de la Virgen María tras dejar Galilea.

Hay que agradecer al sacerdote ecuatoriano Fray Fernando de Jesús Larrea, autor de las novenas navideñas, que en un principio redactó estos escritos con el objetivo de acercar a los jóvenes estudiantes a Dios en el siglo XVIII, con el paso del tiempo, su trabajo cruzó fronteras y permitió la unión de jóvenes, niños y mayores, quienes se juntan para compartir oraciones y reflexionar durante nueve días seguidos.

Día 3 de la Novena de Aguinaldos HOY 18 de diciembre

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente.

(Se rezan tres Ave Marías)

Oración a la Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.

(Se rezan tres Ave María)

Oración a San José

¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo.

(Se reza un Padre nuestro, un Ave maría y un Gloria)

Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.

Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Día tercero: consideración

Luego del anuncio del ángel Gabriel, la virgen María dejó Galilea y se fue a la región de Judá a visitar a su prima Isabel, quien, según el ángel, esperaba un hijo en su ancianidad. María comprendió que Dios había hecho en Isabel un gran milagro y decidió ir en su ayuda para acompañarla en los últimos meses de su embarazo y en el parto de aquel que sería llamado Juan el Bautista.

María hizo un gran recorrido, aproximadamente de cien kilómetros, pues entendía que, en ella y en su prima, Dios había comenzado la instauración de su reino entre los hombres. Su peregrinaje se convirtió en una experiencia contemplativa, que le permitió meditar el misterio que crecía en su vientre, de modo que nunca se sintió sola, sino, acompañada por Aquel de quien el ángel había dicho “se llamará Hijo de Dios”. Llegó a ser peregrina de la esperanza mientras caminaba y meditaba.

Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida y lo hallan en el silencio, el esfuerzo y la meditación. Por eso, nosotros estamos llamados a unirnos a este peregrinaje de la Virgen, para redescubrir el valor de lo esencial y el sentido de caminar con Cristo.

El Papa Francisco ha anunciado que el 2025 será un Año Jubilar, algo que ocurre cada 25 años y que se entiende como un tiempo de gracia y bendición. El Jubileo lleva por nombre “Peregrinos de esperanza”, ya que el mundo actual padece el flagelo de las guerras, las discordias Ad Intra de las naciones, el cambio climático, la desigualdad social y otras tantas realidades que pretenden apagar los anhelos y los sueños de la humanidad.

El Año Jubilar iniciará en Roma este 24 de diciembre y el domingo siguiente en todas las diócesis del mundo. Por eso, estamos llamados a vivir el Jubileo como un peregrinaje con la Virgen María, que camina a nuestras casas, llevando en su seno al Mesías, la mayor esperanza que puede acompañar nuestra existencia.

Como peregrinos de esperanza, redescubramos el sentido de la vida, renovemos la dicha de encontrarnos y de celebrar juntos, recuperemos la memoria de lo bueno que hemos hecho y de lo que queremos alcanzar, superemos las fronteras de la desigualdad, de las razas y de los pensamientos excluyentes que nos impiden reconocer aquello que nos une y nos lanza a objetivos comunes que favorecen la paz, la solidaridad y el progreso de los pueblos. De ese modo revitalizaremos nuestra esperanza y el motivo para seguir viviendo y trabajando por lo que somos y queremos llegar a ser, de la mano del Señor.

Gozos

  • ¡Oh, ¡Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, ¡Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
  • ¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo!
  • ¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. ¡Ven a nuestras almas, Ven no tardes tanto!
  • ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. ¡Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
  • ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
  • ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo.
  • ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
  • ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!
  • ¡Ven, que ya María previene sus brazos, do sus niños vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
  • ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
  • ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
  • ¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos. ¡Ven a nuestras almas, Ven no tardes tanto!

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