La historia del primer comandante de batallón amputado, del Ejército Nacional
El Teniente Coronel Jairo Alberto Álvarez Carvajal perdió en combate su pierna izquierda, y ahora se dedica a comandar el batallón de Sanidad del Ejército.
Colombia
El Teniente Coronel Jairo Alberto Álvarez Carvajal, actual comandante del Batallón de Sanidad, compartió su historia de lucha y perseverancia tras sufrir una grave lesión en combate. Nacido en Ibagué el 30 de agosto de 1978, el coronel Álvarez ha dedicado su vida al servicio militar, enfrentando desafíos que cambiaron su vida personal y profesional, como fue la amputación de una de sus piernas.
Desde joven, el coronel Álvarez ingresó al servicio militar en 1996 en el Batallón de Apoyo y Servicios para el Combate #6, donde empezó su carrera militar. A pesar de las dificultades económicas que enfrentaba su familia, gracias al apoyo de su madre y seres queridos, pudo continuar su formación en la Escuela Militar de Cadetes. “Fue un esfuerzo enorme, pero siempre supe que quería servir a mi país”, recordó.
“Desde que uno escoge la carrera de las armas uno sabe que está poniendo su vida en riesgo en todo momento, en la escuela militar nos decían ‘el hecho que usted se coloque el camuflado ya usted tiene cualquier cantidad de enemigos 10.000 15.000 enemigos ya usted es objetivo militar’, entonces uno sabe que a cualquier momento puede perder la vida y somos los funcionarios públicos que juramos morir por defender la bandera, entonces ya uno es como consciente de que así como se puede morir también puede ser herido”
¿Cómo quedó herido?
En 2009, mientras cumplía su deber en una operación en la región del Caguán, su vida dio un giro drástico. En medio de un combate, Álvarez pisó una mina antipersonal y la explosión resultó en la amputación de su pierna izquierda.
“El dolor fue insoportable, pero el apoyo de mi familia y la rápida atención médica fueron cruciales para mi supervivencia”, relata.
“Mi papá hacía 15 días antes había tenido un sueño donde él soñaba que yo había perdido las dos piernas, entonces en la realidad mi papá pensaba que yo había perdido las dos piernas y yo llegué y para mí verlo llorar fue muy complejo, me marcó mucho”, dijo el coronel.
Tras 20 días de intensos tratamientos en el hospital militar, los médicos decidieron que la única opción viable era amputar su extremidad: “Fue una de las decisiones más difíciles que he tenido que tomar, pero sabía que quería seguir adelante”, afirma Álvarez.
No obstante, en medio de su sufrimiento, le planteó una pregunta muy curiosa al ortopedista: “¿Podré volver a bailar después de la operación?” A lo que el médico respondió afirmativamente, y lo que le dio fortaleza.
La recuperación de Álvarez no fue fácil. Después de la cirugía, se enfrentó a un arduo proceso de rehabilitación. “Tuve que reaprender a caminar, a adaptarme a una nueva vida”, cuenta.
A pesar de los retos físicos y emocionales, Álvarez se mantuvo enfocado en su recuperación y, en noviembre de ese mismo año, volvió a caminar gracias a una prótesis.
“A menudo me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera recibido atención inmediata. Quizás la historia sería diferente”, reflexiona.
Hoy, como Teniente Coronel, Álvarez lidera el Batallón de Sanidad, donde se encarga de la rehabilitación de soldados heridos y con discapacidad. Primer coronel en ser comandante de una unidad siendo amputado.
“Mi misión aquí es escuchar y apoyar a quienes atraviesan situaciones similares. Cada paciente tiene una historia única, y es fundamental brindarles esperanza y motivación”, enfatiza.
Proceso de recuperación
El teniente coronel también destaca la importancia del deporte en el proceso de recuperación. “El deporte no solo ayuda en la rehabilitación física, sino que también es crucial para la salud mental. Quiero mostrar a mis soldados que, aunque enfrenten adversidades, la vida continúa y siempre hay formas de adaptarse”, dice el coronel Álvarez, quien es un ciclista por pasión y a menudo utiliza su propia experiencia para motivar a otros.
Su historia ha resonado entre los soldados que llegan al Batallón de Sanidad porque muchos de ellos llegan con miedo y dudas: “Hay gente que piensa que aquí el soldado está triste o desmotivado, pero lo que ven es una comunidad unida que se apoya mutuamente”, afirma.
“Mi objetivo es que cada uno de ellos se sienta empoderado para superar sus obstáculos, porque la vida no termina con una herida”, afirma con convicción.
Sin embargo, su perspectiva es una de gratitud: “Todo lo que tengo, tanto en lo personal como en lo profesional, se lo debo a mi ejército. La institución ha sido fundamental en mi vida”, concluyó.