Tras 32 años de ausencia se reencontraron en el Putumayo
El rencuentro se cumplió en la ciudad de Mocoa luego de estar por décadas separadas a causa de la violencia.
Neiva
Una madre y su hija se reencontraron después de más de tres décadas de estar separadas por el conflicto, transformando su historia de desaparición y ausencia en un símbolo de resiliencia y amor incondicional.
“Me quedo con mi abuela, mamá”, decidió a sus ocho años de edad, pensando que su hermano y su madre volverían pronto y el terror de lo que estaban viviendo solo sería parte de un oscuro momento.
Este y muchos otros tenues recuerdos persistían en la memoria de Irene, una hija que desde hace 32 años no veía a su madre Gloria*, quien tuvo que salir huyendo de su territorio junto a su hermano de dos años, víctimas de las amenazas de muerte recibidas para ella y su bebé. La desaparición de Gloria marcó su infancia, dejando un vacío que ni el tiempo ni la distancia lograron llenar.
Gloria, una mujer marcada por la violencia y la incertidumbre, vio cómo su vida cambiaba drásticamente en 1991, cuando la sombra de la guerra le arrebató a su compañero y la obligó a desplazarse dejando atrás a su pequeña hija Irene quien posteriormente también se desplazó, perdiendo cualquier manera de contactarse. Aun así, la esperanza persistía en el corazón de ambas que a pesar del tiempo transcurrido no dejaron de buscarse.
Una luz en el camino
Irene, una mujer valiente y madre cabeza de familia, avanzó en busca de respuestas por un camino lleno de desafíos. Durante años tocó puertas para llevarle el mensaje a su mamá, pero el conflicto persistente, la falta de información, la situación económica y la desconfianza en las instituciones del Estado se interponían en su ruta.
El 22 de septiembre de 2022, en una reunión del Comité Internacional de la Cruz Roja, Irene conoció la tarea que realiza la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, y decidió presentar su solicitud de búsqueda ante los profesionales de la territorial Putumayo, marcando el inicio de lo que la llevaría a volver a ver a su madre.
Para la entidad, Gloria era mucho más que una estadística: una mujer, ama de casa y víctima del desplazamiento forzado. Su historia se entretejía con el conflicto armado que asolaba la región donde vivía.
El camino hacia el reencuentro
Es así como la UBPD, con su labor incansable, se convirtió en la guía para llegar al final de la ruta. Un equipo multidisciplinario se sumergió en la complejidad de esta historia. Dialogaron con Irene, recolectaron información y trazaron las líneas de investigación.
Después de 32 años, Mocoa, Putumayo, fue el escenario para abrir los brazos y juntarse en un encuentro lleno de emociones. Gloria al fin regresó para darle un abrazo a su hija que la esperaba con un girasol como símbolo del amor que siempre guardó en su corazón y también a sus nietos Juan y Alejandra, al igual que al pequeño David*, su bisnieto; e Irene, después de años de incertidumbre, finalmente logró abrazar a su madre encontrando el consuelo que el conflicto le arrebató.
Como esta, más de 100.000 familias en Colombia y 5.000 en Putumayo, esperan recibir noticias de sus seres queridos que desaparecieron en razón y en contexto del conflicto armado y esa es la labor de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, trabajar para encontrar a todas las personas que transitan a diario ese camino para hallar a los suyos.
* Los nombres fueron cambiados por protección a la identidad de las personas.