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Benedicto XVI: pionero en la lucha contra la pederastia acusado de complacencia

El papa emérito durante sus casi 8 años de pontificado intentó limpiar una iglesia que según sus mismas palabras estaba invadida por la “suciedad”, al referirse a los abusos sexuales.

Benedicto XVI. Foto: Getty Images / Guido MARZILLA

Benedicto XVI proclamó durante su papado la ‘tolerancia cero’ ante los abusos sexuales cometidos por religiosos, pero esa línea valiente se vio ensombrecida este año por acusaciones de encubrimiento de pedófilos cuando era arzobispo en Alemania.

El papa emérito, quien renunció a su cargo en 2013, durante sus casi 8 años de pontificado intentó limpiar una iglesia que según sus mismas palabras estaba invadida por la “suciedad”, al referirse a los abusos sexuales y al afán de riqueza de sus prelados.

El prestigioso teólogo Joseph Ratzinger había sido durante un cuarto de siglo la mano derecha de Juan Pablo II, antes de sucederlo, convirtiéndose en el primer papa alemán en muchos siglos.

Una de sus mayores batallas fue contra el fenómeno de la pedofilia en la Iglesia Católica, que tanto ha desprestigiado a la milenaria institución.

Sin embargo, a principios del 2022, pese a su retiro discreto en el Vaticano, fue acusado en un informe elaborado en Alemania de haber encubierto cuatro casos de pedofilia en la archidiócesis de Múnich, cuando era su arzobispo, entre 1977 y 1981.

Benedicto XVI escribió una carta en la que pedía disculpas a las víctimas de abusos sexuales, aunque siempre rechazó con firmeza las acusaciones de haberlas encubierto.

Si bien los primeros escándalos por la violencia sexual dentro de la Iglesia estallaron en la segunda mitad de la década de 1980, sólo en 2001 la poderosa congregación para la Doctrina de la Fe, liderada entonces por Ratzinger, se hizo cargo del problema.

En una carta escrita ese año, el cardenal alemán decretó que los casos de abusos sexuales cometidos por religiosos serían manejados por la congregación y bajo secreto papal. Una decisión que para muchos observadores equivalía a proteger a los culpables.

Pero tras su elección en 2005 como papa Benedicto XVI, reconoció los terribles “pecados” de la Iglesia y emprendió una operación para limpiar la institución con la dimisión de decenas de obispos.

- Decisiones históricas -

En 2006, tomó la decisión histórica de sancionar, ordenándole que se retirara del sacerdocio público, al influyente sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, el mayor depredador sexual de la Iglesia, considerado por Juan Pablo II como un modelo a seguir para un cristiano.

Dos años más tarde, Benedicto XVI se reunió con víctimas de abusos y violencia sexual de Estados Unidos y Australia y afirmó que le faltaban las palabras “para describir el dolor y la maldad” que padecieron.

Fue el primer pontífice que dedicó todo un documento a esa crisis, con la publicación en 2010 de una carta a los católicos de Irlanda tras la revelación de miles de casos en ese país. En ese texto, daba parte de su “consternación” y del sentimiento de sentirse “traicionado”.

“Como pontífice (...) aceptó las críticas, estableció nuevas normas, se encontró con las víctimas”, explicó a la AFP Iacopo Scaramuzzi, vaticanista del diario italiano La Repubblica.

El deseo de “limpiar” la Iglesia, que llevará a la destitución de unos 400 sacerdotes, será proseguido luego por el papa Francisco, quien introdujo nuevos principios canónicos y creó la comisión para la protección de los menores.

- “Perdón” -

La firmeza de Benedicto XVI frente a ese flagelo se vio empañada también en 2019 cuando, ya como “papa emérito”, atribuyó el fenómeno de la pedofilia a la revolución sexual de los años 60, causando conmoción entre varios teólogos y el enojo de las asociaciones de víctimas.

Para Iacopo Scaramuzzi, Benedicto XVI “se equivocó” al atribuir parte del problema a la secularización de la sociedad y a la revolución sexual.

Y en 2022, con 95 años, ante la presión del informe alemán que lo acusaba de negligencia en el manejo de casos de pederastia, rompió su silencio para pedir “perdón” y expresar su “profunda” vergüenza.

“Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque mirando hacia atrás en mi larga vida puedo tener muchos motivos de temor y miedo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”, afirmó.