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Richard Carapaz ganó el segundo oro olímpico en la historia de Ecuador

El ciclista hizo un ataque demoledor en los últimos kilómetros. Jefferson Pérez había ganado el único oro para Ecuador en Atlanta 1996 en marcha

Richard Carapaz en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 / Getty Images

La valentía de Richard Carapaz valió un oro olímpico. El ataque a 5 kilómetros de la meta del bravo corredor del Carchi ecuatoriano sobre el estadounidense Brandon McNulty le permitió entrar en solitario en el Circuito Internacional de Fuji y proclamarse campeón de ciclismo en ruta en los Juegos Olímpicos.

Tras el podio del Tour de Francia, esta vez el ecuatoriano ocupará el primer cajón de privilegio. Con paciencia, tras aguantar un estacazo del esloveno Tadej Pogacar, en el paso del Mikuni, sabedor que la carrera era larga, muy larga. El esloveno, intratable en la 'Grande Boucle' francesa, se tuvo que contentar con el bronce, tras quedar por detrás en el sprint del grupo perseguidor del belga Wout Van Aert, que obtuvo la plata.

Un triunfo que supone la tercera medalla olímpica de Ecuador y el éxito más destacado de Carapaz tras la general del Giro de Italia, pero sobre todo es un premio a la audacia del ciclista del Carchi, que supo esperar su momento para atacar de lejos en el último puerto, y tuvo la calidad para escaparse de McNulty antes de entrar en el circuito de velocidad nipón.

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Antes que él, sólo otro ecuatoriano había subido al podio olímpico: el atleta Jefferson Pérez, campeón de 20 km marcha en Atlanta'96 y plata en Pekín 2008.

En Tokio Carapaz se consagró en la recta final del Circuito Internacional de Fuji, que ofreció una de las primeras fotos con espectadores de los Juegos Olímpicos, ya que el trazado se encuentra en la prefectura de Shizuoka, que no está afectada por el estado de emergencia que afecta a la capital, un máximo de 600 espectadores.

La prueba olímpica se inició con un recorrido por la ciudad, con bastante gente en las calles de Tokio viendo la salida de los ciclistas, entre parques, cementerios y templos, la oportunidad de la capital nipona para mostrarse en unos Juegos deslucidos por la pandemia.