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Entre el cielo y la tierra

La razón del llamado descontento global es estructural, aunque algunos lo usen para el chantaje con fines políticos

Las botas en el Catatumbo, las cacerolas en las calles y la cabeza en el firmamento. Podría ser la frase que defina la realidad colombiana de estos días del comienzo de año, agitado con denuncias de nuevas chuzadas desde los cuarteles militares, los 17 líderes sociales asesinados en 14 días en los territorios de la guerra de siempre y las anunciadas movilizaciones que ya empiezan.

No fue posible contener una versión de la protesta 2020, a pesar del aumento en el salario mínimo del 6 por ciento, la reforma a las becas del Icetex y otras medidas de corte social, como la devolución de impuestos a los sectores de menores recursos. Y no se pudo porque la razón del llamado descontento global es estructural, aunque algunos lo usen para el chantaje con fines políticos.

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