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Los hombres que defienden a las mujeres

¿No produce una pizca de vergüenza de género saber que treinta hombres se reunieron para violar a una niña?

Paul Harrison, centro, lleva un cartel con el texto "violación es violación" en el estadio de Stanford, California.

A juzgar por las imágenes de las marchas que se produjeron en Brasil y Estados Unidos para protestar por la violación colectiva que fue grabada y compartida en redes, así como por la irrisoria sentencia que un juez emitió contra el estudiante de Stanford que violó a una mujer, los hombres que defienden a las mujeres son más bien pocos.

Revisando los videos del cubrimiento realizado a ambos hechos, resulta evidente que quienes se indignan al punto de salir a protestar son en su mayoría mujeres, cosa que resulta extraña porque uno diría que no se trata de situaciones que nos afecten exclusivamente a nosotras. Quiero decir: ¿no produce una pizca de vergüenza de género saber que treinta hombres se reunieron para drogar y violar a una niña de diecisiete años y grabarla? ¿No les preocupa saber que sus congéneres se hayan sentido tan a sus anchas que no temieron compartir el video en Twitter? ¿No les molesta que en el caso de Stanford el juez haya sentenciado a seis meses de cárcel al acusado argumentando estar preocupado por dañarle la vida?

Nos hemos acostumbrado a que quienes deben ofuscarse y protestar por las violaciones somos las mujeres, aún cuando si se trata de paro agrario (por decir cualquier cosa), o de estudiantes o de trabajadores vemos por igual a hombres y mujeres. En verdad mirar la situación desde esta óptica resulta raro y hasta perverso. 

Es que en una marcha a favor de la despenalización del aborto vaya y pase que uno vea pocos hombres (aunque igual no iría en contra de sí mismos caminar de este lado), pero tratándose de actos que el sentido común señala como violentos y reprochables, nada indica que el asunto sea exclusividad del género femenino.

No existe ninguna razón válida para que en las marchas contra los ataques de ácido o a favor de penas más duras contra los atacantes la mayoría de marchantes sean mujeres, como tampoco la había para que fueran pocos los hombres que se salieron a marchar por lo ocurrido a Rosa Elvira Cely.

La única razón válida sería que el sentido común sea una cualidad exclusiva del feminismo, cosa que por el bien de todos tendría que ser más o menos inadmisible.