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Con el lenguaje también se construye inclusión

Desde el lenguaje, estudiantes buscan fortalecer las prácticas de inclusión de personas en situación de discapacidad.

A partir del término “alteridad” (o el otro), Diana Valentina Alzate y Cristián David Martínez, estudiantes del pregrado en Gestión Cultural y Comunicativa de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, reconocen la diferencia entre unas y otras personas, pero sin llegar a la estigmatización de lo normal o lo anormal.

Para este trabajo, los investigadores encuestaron a 20 estudiantes de la Sede Manizales que presentan una situación de discapacidad y establecieron que el ser diferentes a lo que socialmente es aceptado como normal, es percibido más desde las relaciones interpersonales que tratan de entablar.

Partiendo de la comprensión de la alteridad, el trabajo investigativo propone una apuesta metodológica para que los términos como “diferente”, “anormal” y “raro”, que tradicionalmente se utilizan para expresar que una persona se encuentra en condición de discapacidad, dejen de ser utilizados de manera excluyente de su entorno físico, social, familiar y ambiental.

“Nuestro propósito es establecer la discusión para que se cambie esa estigmatización tan marcada que se presenta no solo hacia la discapacidad como tal, sino también hacia la diferencia y el desconocimiento del otro, a creer que lo desconocido es malo”, afirmó Diana Alzate.

Sobre este aspecto, Cristian David, quien presenta “una condición diferente de vida” (como se denomina a sí mismo), dijo que lo que se debe tener son situaciones aptas y viables del entorno para que no sean visibles las diferencias. “No me interesa ni me siento una persona discapacitada, pues considero que la visión que se tiene del discapacitado está enfocada desde una perspectiva muy patriarcal de cuidar, ayudar y limitarnos más, al no permitirnos llevar una vida igual que la de los demás”, agregó.

Por ello, el grupo de trabajo se dio a la tarea de conocer e interactuar con personas que tienen algún tipo de discapacidad, así encontraron que en su mayoría las limitantes son motoras y visuales: “nos percatamos que la U.N. cumple y desarrolla políticas de inclusión que se reflejan principalmente en la adaptación de espacios físicos, apropiación del conocimiento, entre otros, pero aún existen limitantes culturales entre algunas personas”.

Estas limitantes, según explicaron, no son propias de una institución; son aquellas que vienen desde el contexto más primario, como la familia, y que se deben ir modificando en otros espacios, como el social y el académico.

Tales condiciones son comunes en el país, pues según una encuesta realizada por trabajando.com, el 55 % de las empresas en Colombia no contratan a personas en esta situación o reducen su experiencia en un mínimo porcentaje, los excluyen por su apariencia física sin conocer sus potencialidades intelectuales y profesionales. Los principales sectores que contratan personal en condición de discapacidad son el de servicios (35 %), agropecuario (19 %), industrial (12 %) y comercio (11 %).

“Estos son síntomas de discriminación que nacen en la cultura y que se expresan en diferentes formas; de ahí que desde la Gestión Cultural se deben empezar a crear estrategias para aplicar las políticas ya existentes a partir de la formación profesional”, comentaron los autores del trabajo, quienes presentaron una ponencia al respecto en un evento internacional.

Así pues, con este planteamiento esperan generar pautas de análisis entre la comunidad universitaria para que la inclusión tenga mayor empoderamiento y se analice no desde la diferencia, sino desde las características que hacen comunes a las personas.

U.N. Salud