En la ciudad de<strong> Medellín</strong> recientemente fue desarticulada una banda criminal que con dulces impregnados de <strong>ácido lisérgico</strong>, que iban a ser regalados en los colegios, pretendía inducir a menores de edad al consumo de drogas ilícitas. Este hallazgo alertó a las autoridades civiles y policiales por la aparente facilidad en que se mueve el <strong>tráfico de drogas</strong> y la habilidad de los traficantes para ampliar su negocio ilícito con nuevos consumidores en esta zona metropolitana.Aunque la lucha de la <strong>Alcaldía de Medellín</strong> ha sido constante contra la venta de estupefacientes, los investigadores han advertido que en el caso de los universitarios parece que cada vez resulta más fácil conseguir sus <strong>dosis de</strong> <strong>alucinógenos.</strong>El <strong>médico toxicólogo</strong> y especialista en adicciones, Hugo Alberto Gallego, este creciente mercado se puede inferir por el incremento en el número de estudiantes que son atendidos en los centros médicos u hospitalarios, entre la noche del viernes y la madrugada del sábado.<strong>La marihuana, y sustancias como LSD</strong> y éxtasis son quizá las más usadas por los jóvenes, a juzgar por la cantidad de pacientes que son atendidos al resultar intoxicados.“Cada vez es más frecuente que se reciban o por los servicios de urgencias o en consulta por toxicología casos de estudiantes universitarios por consumo de diferentes sustancias que pueden causar adicciones”, aseguró el médico GallegoExplicó que en la mayoría de los<strong> casos atendidos</strong> y analizados, han observado que los jóvenes han disminuido la percepción de riesgo en estos consumos, crean el falso imaginario de que podrán controlar el consumo, cuando en realidad va camino a la adicción.En varias ocasiones,<strong> la Universidad de Antioquia</strong> ha sido epicentro de acciones administrativas y hasta policiales por las ventas y el consumo de estupefacientes en el c<strong>ampus académico</strong> en el norte de la ciudad. En esas mismas oportunidades las autoridades académicas han reconocido la necesidad de aplicar medidas drásticas para impedir la presencia de<strong> <em>jíibaros</em> </strong>y traficantes de sustancias en estas áreas de clases, investigación, recreación y deporte.Por su ubicación y por el tamaño de la <strong>ciudadela,</strong> la Universidad de Antioquia ha vivido el drama de la comercialización de <strong>drogas ilícitas</strong> y el consumo entre sus estudiantes, y hasta se le llegó a considerar una gran plaza de vicio, algo que fue rechazado por sus directivas.Sin embargo, para nadie dentro del campus universitario es un secreto el <strong>movimiento de drogas</strong> –por ventas o consumo- que en algunas horas del día se observa en inmediaciones a las <strong>instalaciones deportivas,</strong> también conocida como el <strong>”aeropuerto”</strong>, donde algunas personas adquieren o consumen esas sustancias.Pese a los controles para el ingreso de personal a la sede universitaria, cuyas porterías se han <strong>modernizado y tecnificado</strong>, se sigue observando este tráfico que, de vieja data, ha sido un problema para sus administradores y para los usuarios de la<strong> propia institución.</strong>Inclusive, para sorpresa de la comunidad universitaria y de la ciudadanía, en enero del año 2017, como lo reportó<strong> Caracol Radio,</strong> fue descubierto un cargamento de cocaína “en predios de la Hacienda el Progreso, de la Universidad de Antioquia, en el municipio de Barbosa, <strong>norte del valle de Aburrá”</strong>.“El estupefaciente estaba en costales enterrados y hasta el momento se desconoce la procedencia y destino de estos materiales ilícitos, precisó la <strong>Universidad de Antioquia.-</strong>Al respecto, la directora seccional de<strong> Fiscalías de Medellín</strong>, Claudia Carrasquilla: “Fueron incautados 760 kilos de pasta de coca, en un trabajo articulado del cuerpo técnico de investigación de la<strong> Fiscalía,</strong> un grupo de <strong>antinarcóticos</strong> y La <strong>Cuarta Brigada</strong> donde se pudo establecer que en esos predios se realizaban unas prácticas de zootecnia de la Universidad de Antioquia”, develo la Fiscal”.A mediados del año 2017, la Rectoría de la <strong>Universidad de Antioquia</strong> debió cerrar durante tres días para acometer acciones de control a las crecientes ventas informales de todo tipo <strong>–legales e ilegales</strong>-, incluidas las drogas ilícitas, y para recuperar el orden en las tareas cotidianas. Esas acciones incluyó la presencia de investigadores de la policía que –en esos tres días- rastrearon todos los lugares, las oficinas, las aulas, los laboratorios, escenarios deportivos, zonas verdes… hasta los lockers de los estudiantes y empleados… “Solo encontraron<strong> marihuana</strong> y eso nos tranquiliza”, reconoció en su momento el rector Mauricio Alviar Ramírez.Las medidas de control e ingreso a la ciudadela universitaria se intensificaron y paulatinamente se han hecho evaluaciones sobre la efectividad de esas acciones, para mantener la lucha contra la venta y<strong> consumo de alucinógenos. </strong>En sus acciones de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, la Dirección de Bienestar <strong>Universitario de la Universidad de Antioquia,</strong> creó el Programa Educativo de Prevención de Adicciones, -conocido como<strong> PEPA</strong>-, mediante el cual se aplican acciones formativas y de acompañamiento a estudiantes que manifiestan inquietudes en cuestiones de adicción.Del programa hacen parte <strong>estrategias grupales e individuales</strong> de orientación por parte de profesionales, así como actividades educativas acerca de los diferentes aspectos que tienen qué ver con las conductas adictivas, explicó la Universidad de Antioquia, en una breve respuesta a<strong> Caracol Radio.</strong>De esas estrategias participaron<strong> 903 estudiantes</strong> durante el año 2017.“La institución hace énfasis en que este tipo de procesos es de carácter preventivo y de promoción de la salud, en ningún momento refieren a acciones terapéuticas o de <strong>rehabilitación,</strong> que no están dentro de los alcances legales del ámbito educativo”, precisó la respuesta universitaria.Si bien es cierto que dentro del campus de la <strong>Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín</strong> no se viven estos problemas relacionados con las ventas de estupefacientes, ni un alto consumo entre sus usuarios, algunos consumidores reconocen que en las inmediaciones puede conseguirse<strong> alucinógenos</strong> con relativa facilidad.Testigos de la venta y consumo de droga en la<strong> Universidad Pontificia Bolivariana</strong> reconoció a través de Caracol Radio que esta situación ha disminuido porque se intensificaron los controles de las autoridades dentro y en los alrededores de las universidades en esta ciudad.“En el caso de la <strong>Pontificia Bolivariana</strong> en sus alrededores venden por la Avenida Nutibara, en el proveedor y por la salida de la 70 en <strong>San Joaquín.</strong> El <em>dealer</em> (proveedor) se ubica en donde termina (la estación de bicicletas) Encicla. Yo conocí el caso de un estudiante que suministraba la droga que compraba en barrio<strong> Antioquia</strong>, pero la Universidad ha puesto reglas y ha parado mucho la venta de las drogas. Pero al salir de las universidades están los puntos estratégicamente ubicados para comprarlas y consumirlas”, confirmó un joven estudiante, a<strong> Caracol Radio</strong>