Familias Yukpa regresaron a Barranquilla para pasar la Navidad en medio de la precariedad
Las 20 familias pasaron la Navidad en siete viviendas improvisadas de madera.
En estas condiciones viven las comunidades Yukpa en Barranquilla - Caracol Radio
Al menos 20 familias pertenecientes a la comunidad indígena Yukpa regresaron a Barranquilla para pasar las festividades de Navidad, pese a vivir en condiciones de extrema vulnerabilidad. La situación resulta aún más preocupante debido a la presencia de niños y adolescentes que enfrentan graves carencias en materia de alimentación, agua y atención institucional.
La comunidad habita en siete viviendas de madera, levantadas de manera improvisada sobre una trocha que comunica el sector del monumento de la Aleta del Tiburón con La Loma, en el norte de la ciudad. Allí permanecen asentados desde hace varios años, luego de migrar desde la Serranía del Perijá.
Migración forzada y pobreza extrema
La mayoría de los Yukpa que viven en este sector son de origen venezolano, nacidos y criados en la Serranía del Perijá, quienes por distintas circunstancias se vieron obligados a abandonar su territorio ancestral y desplazarse a diferentes zonas del país, entre ellas Barranquilla.
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Actualmente, la comunidad enfrenta condiciones de pobreza extrema, con múltiples precariedades. Conseguir alimento es una de las mayores dificultades, especialmente durante esta época del año.
Según explicó Adwin García, miembro de la comunidad, en muchos casos las familias solo logran comer una vez al día, gracias a la solidaridad de personas externas.
“En muchas ocasiones solo logramos comer una o dos veces al día. Para poder alimentarnos, algunas familias salen a la ciudad a buscar ayuda. Hay personas solidarias que nos entregan alimentos crudos o nos colaboran con algo de dinero. Vivimos de esa ayuda, porque somos una comunidad indígena, no somos de aquí y no contamos con un trabajo permanente ni ingresos estables”, señaló.
Niños, los más afectados
Los menores de edad son quienes más sufren las consecuencias de esta situación. Algunos presentan signos de desnutrición, mientras que la presencia de las autoridades distritales en la zona es escasa.
García también explicó cómo hacen para acceder al agua potable, una necesidad básica que continúa sin resolverse en el asentamiento.
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“El agua que tenemos solo nos alcanza para beber y para preparar los alimentos en cada vivienda. Para bañarnos, tanto adultos como niños, debemos ir hasta el río que pasa cerca del sector de la Aleta del Tiburón, a pesar de que está contaminado. No tenemos otra opción, porque aquí el agua es insuficiente y no es permanente. Además, el poco suministro que usamos debemos pagarlo, cerca de siete mil pesos a la semana, y solo alcanza para las labores básicas del hogar”, manifestó.