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El toque de lujo de Isabella Padrón

De Chanel a Louis Vuitton, conquistando el mundo del styling

El toque de lujo de Isabella Padrón

En el backstage de un desfile no hay espacio para el error. El público jamás lo nota, pero es allí, entre alfileres, telas y miradas atentas, donde se define lo que será recordado en la pasarela. Isabella Padrón, stylist venezolana, ha hecho de ese espacio silencioso su escenario natural. Con disciplina y sensibilidad estética, se ha ganado un lugar en la maquinaria de la moda de lujo, participando en desfiles que hoy forman parte de la memoria reciente de la industria.

El episodio que más la marcó ocurrió en diciembre de 2021, cuando Louis Vuitton presentó en Miami la última colección diseñada por Virgil Abloh, apenas un día después de su inesperada muerte. No fue un desfile más, sino un homenaje global. El escenario, instalado frente al mar, parecía pensado para transformar la ausencia en memoria: fuegos artificiales iluminaban el cielo mientras una audiencia íntima —donde se encontraban Rihanna, Bella Hadid y Kid Cudi— contenía la respiración. Entre bastidores, Isabella no solo observaba; tuvo la oportunidad de trabajar con un rol crítico como stylist, ajustando prendas, revisando caídas de tela y asegurándose de que cada look transmitiera la mezcla de solemnidad y fuerza que la ocasión exigía.

“Había una tensión especial, lo sabíamos todos. No era solo moda, era un adiós”, recuerda. Sus palabras resumen lo que significó para ella ser parte de aquel momento: una lección sobre cómo la moda puede convertirse en un lenguaje de tributo, capaz de contener emociones colectivas.

Meses después, Isabella fue convocada para trabajar en el Chanel Cruise de Miami, un evento muy distinto en tono pero igualmente exigente. La maison francesa no se permite improvisaciones. Cada pieza debía lucir con exactitud milimétrica, cada accesorio estar en el lugar correcto, cada look sostener la herencia de décadas de perfección. “Trabajar con Chanel es comprender que el lujo verdadero está en la precisión. Nada sobra, nada se repite al azar”, afirma.

Esa obsesión por los detalles se ha convertido en una escuela silenciosa para Isabella. Chanel y Louis Vuitton no son solo marcas de prestigio en su currículum; han sido espacios de aprendizaje donde comprendió que el trabajo del stylist no se reduce a vestir modelos, sino a traducir la identidad de una casa de moda en imágenes vivas y coherentes. Su rol consiste en ser mediadora entre la visión del diseñador y lo que finalmente verá el público.

En su relato no hay ostentación. Isabella habla de estos hitos con la sobriedad de quien entiende que la moda, en su nivel más alto, es más rigurosa que glamorosa. Lo que se vive en backstage, explica, es tensión y concentración: segundos donde cualquier error puede arruinar meses de preparación. “Lo que más me impresiona es cómo detrás de la majestuosidad que se ve en pasarela, todo depende de pequeños gestos invisibles. Un botón bien cerrado, una tela bien colocada… esos detalles son los que construyen la perfección”.

Ese enfoque la ha posicionado como parte de una nueva generación de creativos que entienden el lujo desde otra perspectiva. Para Isabella Padrón, no se trata de exceso ni de extravagancia, sino de coherencia, cuidado y autenticidad. Su trabajo ha demostrado que la verdadera sofisticación no está en lo obvio, sino en lo sutil: en el ajuste invisible que asegura que un look brille como debe brillar.

Su nombre comienza a ganar espacio en la industria, un circuito donde pocos logran entrar. No busca protagonismo en primera fila, pero quienes han compartido backstage con ella coinciden en que su presencia se percibe en cada resultado impecable. Chanel y Louis Vuitton fueron hitos, sí, pero también confirmaciones de que su talento pertenece a ese nivel.

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Cuando se le pregunta por lo que viene, Isabella no ofrece discursos grandilocuentes. Prefiere hablar de trabajo constante, de disciplina y de seguir aprendiendo. “No necesito trazar un mapa exacto de aquí a diez años. Lo que quiero es seguir en movimiento, seguir creando”. Esa naturalidad la define tanto como sus logros. Quizá por eso, más que la foto final en una pasarela, lo que queda de Isabella es la certeza de que siempre habrá alguien, en silencio, cuidando los detalles para que la moda luzca con toda su fuerza.