Solo un 12% de los colombianos cree que vale la pena luchar contra el cambio climático
El “tokenismo” es creer que las acciones individuales para proteger el medio ambiente no sirven
Gabriel Contreras, CEO Bdxl by Sinnetic, explicó en diálogo con Planeta Caracol los resultados de un estudio realizado en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla, donde se evidencia el papel que estamos jugando como individuos en Colombia a la hora de tomar decisiones y acciones en la lucha contra el cambio climático.
El estudio de Bdxl (Bias Detox Lab) by SINNETIC, que parte de una investigación realizada por la Universidad de la Sabana, revela cifras sobre las barreras que los colombianos enfrentan al intentar adoptar comportamientos proambientales. El estudio contempló los principios de la economía del comportamiento, la psicología conductual y la antropología, promoviendo contextos que motiven, sin manipulación, hábitos, estilos de vida y pautas de acción productivas y eficientes.
El estudio, basado en cuatro ciudades principales (Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali) evidencia cómo una combinación de escepticismo, falta de conocimiento y conflictos de intereses personales limita los esfuerzos por frenar el cambio climático. Las conclusiones exponen la urgencia de realizar campañas más claras y adaptadas a la realidad del país.
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Gabriel Contreras hizo referencia sobre la principal barrera que enfrentan los colombianos es el “tokenismo” (creencia de que las acciones individuales para proteger el medio ambiente son escasas para generar un cambio real).
Alrededor del 36% de los entrevistados considera que sus acciones son suficientes para marcar una diferencia en la crisis ambiental, mientras que el 11% afirma que los efectos del cambio climático se verán solo en un futuro lejano. Este sentimiento es especialmente fuerte en Barranquilla, donde los ciudadanos parecen sentirse confiados en que sus esfuerzos individuales son suficientes. Sin embargo, en ciudades como Bogotá, el panorama es más alarmante, ya que muchos consideran que las consecuencias del cambio climático son inminentes.
Gabriel Contreras, CEO de Bdxl by SINNETIC, señala sobre este punto del estudio que “aunque el cambio en cada persona es el primer paso, este suele considerarse insuficiente. En lugar de trabajar desde este enfoque, muchos colombianos creen que el cambio debería ser colectivo para que sea efectivo, lo que diluye el impacto de sus esfuerzos y reduce el sentido de urgencia”.
La segunda barrera más común se da cuando las metas ambientales chocan con los intereses individuales. Un 29% de los encuestados afirma que las acciones para proteger el ambiente requieren renuncias personales, como tomar duchas más cortas, reducir el uso de plástico en los domicilios o apagar el televisor mientras duermen. En Medellín, se observa una mayor disposición a sacrificar ciertos hábitos por el bien del planeta; sin embargo, un 12% de los colombianos manifiesta que simplemente no vale la pena cambiar, pues creen que sus esfuerzos no tendrán un impacto real.
Este tipo de conflicto pone en evidencia una paradoja: aunque la mayoría reconoce la importancia de cambiar, muchos se resisten a ello porque afecta su estilo de vida. Esta actitud podría ser el resultado de una creencia errónea de que la responsabilidad de mejorar el planeta recae en las generaciones futuras.
La tercera barrera que obstaculiza la acción ambiental en Colombia es la subestimación del riesgo. Según el estudio de Bdxl by SINNETIC, el 28% de los encuestados piensa que ya han hecho lo necesario para proteger el ambiente y que no hay que realizar más cambios. En Bogotá, un 43% de los encuestados cree que los esfuerzos que ya se han hecho son suficientes, mientras que, en Cali, un 31% percibe que su entorno está en buenas condiciones y que no es urgente hacer ajustes.
La idea de que “el planeta tiene la capacidad de auto-sanarse” es una creencia que podría llevar a una inacción crítica en un país como Colombia, donde la biodiversidad y los recursos naturales son únicos y vulnerables. El riesgo es que, mientras el país no perciba un peligro inminente, los cambios necesarios se posterguen indefinidamente.
La cuarta barrera que limita el cambio de comportamiento es la falta de información práctica. Cerca del 24% de los encuestados sienten que existe exceso de información sobre el tema, lo cual les dificulta tomar decisiones de acción. En Medellín, las personas se sienten abrumadas por la cantidad de mensajes e instrucciones sobre cómo proteger el ambiente, por su parte los caleños manifestaron que necesitan información más específica sobre acciones cotidianas.
Este “bombardeo informativo” es uno de los grandes retos para las campañas ambientales. Si bien se ha avanzado en generar conciencia general, aún falta una guía clara sobre cómo cada individuo puede actuar de manera efectiva. El reto es simplificar la información y hacerla accesible para que los ciudadanos puedan actuar de forma concreta y efectiva.
La quinta y última barrera es la presión que ejercen las relaciones sociales.
El 20% de los colombianos teme que adoptar un estilo de vida proambiental podría llevar a la desaprobación de su círculo social, mientras que un 19% teme decepcionar a sus amigos o familiares si decide modificar sus hábitos para contribuir al medio ambiente. Este temor es especialmente fuerte en Medellín y Barranquilla, donde muchos creen que ser “muy verde” puede llevar a ser juzgado o marginado.
Concluye Gabriel Contreras indicando que “en un país como Colombia, donde la opinión de los círculos sociales cercanos tiene gran peso, estos hallazgos reflejan una necesidad de apoyo y validación para quienes buscan realizar cambios. El reto es normalizar los comportamientos proambientales y hacer que estos se vean como parte de la vida cotidiana en todos los grupos sociales”