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Según la ciencia: ¿La meditación puede ayudar a vivir más tiempo?

Existen varias consideraciones y enfoques para analizar esta pregunta. Le contamos todo lo que debe saber.

Personas meditando (Getty Images). / AnnaStills

Se dice que si usted tiene hábitos saludables, probablemente pueda prolongar su vida. En este caso, es importante contar con una alimentación balanceada.

Para llevar una vida saludable, debe consumir alimentos frescos, naturales y ricos en nutrientes, como frutas, verduras, legumbres y proteínas magras. Es indispensable controlar o suprimir los alimentos ultraprocesados, azúcares añadidos y grasas saturadas.

Sumado a esto, requiere de una buena rutina de ejercicio físico, que trabaje actividades cardiovasculares, de fuerza y flexibilidad.

Se recomienda mantener un ritmo de vida activo y dormir entre 7 y 9 horas cada noche. De esta manera, se hará un buen proceso de regeneración celular, que contribuye al mantenimiento de la salud física y mental.

Es bueno que encuentre actividades relajantes, como hobbies, ejercicio o la meditación. Esta última, en la que se profundizará más adelante, podría contribuir a una vida más larga y saludable al reducir el estrés, mejorar la salud cerebral y cardiovascular.

Por último, pero no menos importante, para probablemente vivir más, evite el consumo de tabaco y alcohol, son factores de riesgo para enfermedades. Mantenga una buena hidratación, tome agua y limite el consumo de bebidas azucaradas y con cafeína.

¿Cómo se relaciona la meditación con la longevidad?

Es importante destacar que desde diversas áreas como la neurociencia, la psicología clínica, la investigación científica y la medicina geriátrica, se ha explorado la relación entre la meditación y la longevidad.

En primer lugar, cabe destacar que el estrés crónico tiene efectos negativos en la salud, por lo que acelera el envejecimiento y favorece al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes, entre otras.

Cuando se reduce el estrés, la meditación puede disminuir la producción de hormonas como el cortisol, que en altos niveles está asociado con el envejecimiento celular y el debilitamiento del sistema inmunológico.

Técnicas como el mindfulness o la meditación de atención plena, han mostrado avances en la reducción del estrés y la regulación emocional.

Adicionalmente, la meditación ha demostrado ser eficaz para mejorar la calidad del sueño, promoviendo un descanso más reparador y, por ende, favoreciendo a la salud.

Asimismo, cuando las personas meditan, tienden a ser menos susceptibles a la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales, que pueden estar relacionados con la mala salud física y el envejecimiento prematuro.

Si usted cuenta con un estado emocional saludable y una mayor autoconciencia, puede fomentar una vida más satisfactoria y longeva.

¿Cómo la meditación impacta al cuerpo y la mente?

Por el lado de la neurociencia, se ha evidenciado que la meditación puede tener efectos positivos en el cerebro como el aumento del grosor de la corteza cerebral y la mejora de la conectividad entre las áreas cerebrales.

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Con estos cambios, pueden mejorar aspectos como la memoria, la atención y la toma de decisiones, al mismo tiempo que se contrarrestan los efectos de la neurodegeneración.

En cuanto a la longevidad, se puede relacionar desde el ámbito de la preservación de la función cognitiva. Esto puede aportar a la consolidación de una vida más saludable y autónoma en la tercera edad.

Por otra parte, tiene un impacto positivo en la salud cardiovascular. Reduce la presión arterial, mejora la circulación y disminuye la frecuencia cardíaca; esto contribuye a prevenir enfermedades cardíacas.

Agregado a lo anterior, hay que mencionar que, con el tiempo, los telómeros, estructuras en los extremos de los cromosomas que protegen el ADN durante la división celular, se acortan. Esto está ligado con el envejecimiento celular y la aparición de enfermedades relacionadas con la edad.

Finalmente, es vital agregar que algunas investigaciones sostienen que la meditación podría tener un impacto positivo en la longitud de los telómeros, lo que indicaría un posible efecto de ralentización en el proceso de envejecimiento celular.