Etapa 11 del Tour de Francia: dónde seguir a Egan Bernal en una nueva etapa de montaña
La fracción de este miércoles contará 211 kilómetros entre Évaux Les Bains y Le Lioran.
La montaña vuelve al Tour de Francia con una concentración de subidas mortal en el tramo final de la undécima etapa, en el Macizo Central, que ofrece este miércoles un encadenamiento de puertos en los últimos 70 kilómetros que pueden abrir las hostilidades entre los favoritos.
Entre Évaux-les-Baisn y Le Lioran los ciclistas recorrerán 211 kilómetros, la segunda jornada más larga de la edición, en una etapa cómoda en sus tres primeras partes pero compleja en el tramo final.
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A partir de la localidad de Le Falgoux, la etapa se convierte en una sucesión permanente de ascensos y bajadas que concentra lo esencial de los 4.350 metros de desnivel de la maratón del día.
Se trata de una sucesión de puertos de poca distancia, pero fuertes pendientes que puede causar estragos en el pelotón y servir de campo de batalla para aquellos que optan a lo más alto de la general final.
El fuego comenzará con el ascenso a Néronne, una subida breve, de 3,8 kilómetros, pero intensa, con una pendiente media del 9,1 %, una subida que debe servir de trampolín al Pas de Peyrol, la principal dificultad montañosa, de primera categoría, con 5,4 kilómetros al 8,1 % de pendiente media, que comienza a ascenderse tras tan solo seis kilómetros de bajada.
Su cima, situada a 31 kilómetros de la meta, abre la perspectiva de un terreno accidentado. Once kilómetros de descenso hasta Mandailles-Saint-Julien, desde donde otra carretera asciende hasta la estación de esquí de Le Lorian.
Pero antes, los ciclistas tendrán otras dos paredes que salvar, el puerto de Pertus, 4,4 kilómetros al 7,9 % de desnivel, en cuya cima se repartirá una bonificación especial a los tres primeros y, tras tan solo cinco kilómetros de sinuosa bajada, atacarán los 3,3 kilómetros al 5,8 % del Font de Cère, cuya cima se sitúa a tres kilómetros de la meta, de los cuales el último también es en pendiente ascendente.
El director del Tour, Christian Prudhomme, asegura que la jornada ofrece “multitud de trampolines para preparar emboscadas” lo que obligará a los favoritos a “una atención permanente”. Su número 2, Thierry Gouvenou, prefiere hablar de “fuego de artificio” final que puede “hacer saltar por los aires la general”.
En ese tramo final, el control de los equipos se complica con la sucesión de dificultades y los corredores deberán apoyarse en sus propias fuerzas.
Un campo de batalla que termina en Le Loiran por tercera vez en la historia del Tour, tras las victorias de los belgas Michel Pollentier en 1975 y Greg van Avermaet 41 años más tarde, lo que le valió también vestirse con el maillot amarillo.
La undécima etapa propone un excelente perfil para la guerra entre los postulantes para la general, que tendrán por delante dos jornadas de transición, prácticamente llanas, antes de regresar a la alta montaña, esta vez en los Pirineos, con dos finales en alto.