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El día en el que el Diablo se apareció en Zipaquirá

Este es el relato del día en el que el demonio recorrió por los pasillos de un antiguo teatro en esta fría localidad en las faldas de la Cordillera Central para reclamar un piano de cola

El día en el que el Diablo se apareció en Zipaquirá. Fotos: Getty Images

Es usual en la tradición oral de varias localidades de Colombia la aparición del Diablo en fiestas patronales, tabernas, parques y hasta en obras de teatro. Pueblos del Caribe, del suroccidente y el Pacífico conservan leyendas en las que el “Patas” o el “P*tas”, como también se le conoce, es protagonista.

En fiestas y carnavales se le ha visto bailar, tocar tambores y enamorar adolescentes. Se le ha visto en medio de las comparsas alegrando a la gente, se le ha escuchado interpretando el acordeón, se le ha olido su perfume azufrado al finalizar una parranda.

Es tal la importancia de Lucifer, personificación del mal para los cristianos, que tiene su propia celebración en un pequeño pueblo de Caldas: el Carnaval de Riosucio, donde su imagen es el protagonista. Más allá de su representación, hace parte de la cultura popular.

El Diablo en Zipaquirá

No obstante, existe una historia que se sale de los festivos y jocosos relatos tradicionales. Un relato en el que se asegura que el Diablo llegó hasta un pequeño pueblo en las faldas de la Cordillera Central para interrumpir una obra y llevarse un piano.

En la noche de un 18 de marzo de 2006, se presentaba “Danza Macabra” una obra del reconocido poeta, escritor y político colombiano Roberto Mac – Douall, quien le heredó el nombre al Teatro de Zipaquirá.

El performance, en el que el demonio fungía como actor principal, se vio interrumpido por un suceso que para muchos de los asistentes fue la muestra que el Diablo llegó hasta el viejo teatro a reclamar su protagonismo.

La obra

“Si quieres juzgar mi amor, entonces muéstrate, no te escondas”, parecen ser las líneas del diálogo que convocaron al Diablo a irrumpir en el viejo teatro en el que se apagaron las luces y fue colmado por un silencio espectral.

Los asistentes, quienes pensaban que los efectos hacían parte de la obra, empezaron a escuchar cómo desde la parte posterior del Roberto Mac – Douall se intensificaba un sonido de golpes secos que atravesó los pasillos y fue a parar a los camerinos.

En la penumbra, un último golpe tuvo no solo la capacidad de romper los vidrios del teatro, sino los nervios de un público que entendió que los efectos no provenían del equipo al frente de la obra.

Un sonido bestial

Despavoridos corrían los asistentes mientras la desgarrada voz del actor principal terminaba de helar el ambiente que poco a poco se fue llenando de un olor de azufre.

Entre el pánico y el alboroto por parte de un público que desconocía que estaba sucediendo en este apacible pueblo en la Sabana de Bogotá, el piano negro que acompañaba la obra con melodías clásicas había desaparecido.

No obstante, a pesar de su ausencia, los habitantes de Zipaquirá asegura que en algunas noches se pueden escuchar melodías que parecen provenir el antiguo piano de cola, del que se sugiere fue robado por el diablo.

Esta historia está basada en el relato de la creadora de contenido para TikTok Paola Pineda, quien compartió la historia en su cuenta con sus cerca de 560.000 seguidores.