Fútbol

Arbitraje deportivo

A puerta cerrada, los árbitros “no son localistas”

José Borda le expone las cifras del rendimiento de los jueces en el regreso de la Bundesliga.

Árbitro Felix Brych durante un partido sin público en la Bundesliga.

Árbitro Felix Brych durante un partido sin público en la Bundesliga.(Getty Images)

Por: José Borda

Uno de los morbos del arbitraje en el mundo es que los aficionados y quienes están alrededor de un partido fútbol tienen la creencia que los árbitros favorecen al equipo local por la influencia de los hinchas en las tribunas.

Según ellos, los silbatos benefician a los equipos locales en las sanciones disciplinarias, en las faltas y tarjetas otorgadas, en las acciones de penalti y sobre otras decisiones incluyendo el tiempo de reposición, lo que conlleva a que con sus hinchas y en sus estadios los equipos locales al final del juego tengan mejores resultados. El interrogante que surge es ¿qué ocurre si no hay público?

La primera experiencia de una competición sin público que permitiera comprobar o desmentir tales afirmaciones sobre si los jueces son localistas o no, es la Bundesliga, donde desde el reinicio se han jugado 46 partidos, y en estos juegos, los 24 árbitros que pitaron han mostrado 192 tarjetas amarillas a los jugadores, es decir 4.16 por partido y han izado 10 tarjetas rojas.

En el total de juegos se expusieron 100 tarjetas a los locales y 92 tarjetas amarillas a los visitantes, en cuanto a las rojas hay paridad, pues son 5 para cada uno. Es decir, a puerta cerrada, los árbitros les están mostrando un 5% más de amarillas a los conjuntos locales y les están señalando un 10% más de faltas.

Otro dato no menor que deja esta cantidad de juegos sin público es que ha habido más victorias de los visitantes al ganar 22 partidos lo que equivale al 48%; los locales ganaron 10 juegos, que recae al 21%; y hubo 14 empates que corresponde al 31%. Como podrá notarse, los equipos visitantes obtuvieron excelentes logros.

Si los equipos visitantes juegan más relajados y no notan la presión del fanático, lo mismo se puede decir de los silbatos que pitan. Ahora como no hay un clamor para que tome una decisión en una dirección u otra, no hay una “influencia externa” y, en consecuencia, libres, pitan lo que ven y por ahí de paso “llevan del bulto” los equipos locales. En conclusión, lo que los aficionados perciben que los árbitros suelen ser “más caseros” en sus estadios con su afición resulta ser relativamente cierto porque la presión del público influye en ellos y así lo demuestran los anteriores resultados.

Al final, y faltando los números de otras Ligas, resulta siendo innegable la frase que dice “el apoyo de una hinchada sirve para que un partido se pueda inclinar de un lado a otro y la importancia que tiene el famoso ‘jugador número 12’ es transcendental, porque realmente incide en el comportamiento del árbitro

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