Siria e Irak: trasfondo de una tragedia
En las últimas semanas, la ciudad de Alepo, segunda ciudad de Siria se ha convertido en un encarnizado lugar.
En medio de las incertidumbres en Colombia por razón del rechazo del plebiscito por la paz, la escena internacional ha quedado fijada en los lamentables debates presidenciales en los Estados Unidos. Sin embargo, el mundo también debe poner los ojos en las guerras regionales que abaten oriente próximo en Siria e Irak y que han tenido nuevas incidencias globales.
En Siria, país devastado por una guerra civil que incluye ejércitos de múltiples países, más de 300,000 muertos, casi 5 millones de refugiados y ciudades derruidas, se presenta una situación inmanejable que ha superado la reacción internacional para frenar esta sangría que empieza a dejar indiferentes a las organizaciones internacionales. No es sino ver la pasividad y la torpeza de la ONU para buscar alguna salida a esta tragedia.
La multiplicidad de actores ponen las estrategias por encima de cualquier condición humanitaria. Por un lado, se encuentra el Ejército Sirio, el libanés Hezbolá, Irán, Rusia y Al-Abbas. Por el otro, la oposición siria, el frente Al- Nusra- variante de Al-Qaeda- que mantiene relaciones con el ejército libre sirio, (Frente de la Conquista del Levante), Unidades de Protección Popular (YPG), Turquía, Arabia Saudita, Europa y Estados Unidos. En medio de ese drama el Estado Islámico es enemigo de todos los actores.
En las últimas semanas, la ciudad de Alepo, segunda ciudad de Siria se ha convertido en un encarnizado lugar en el cual el gobierno de Bashar Al- Assad, apoyado por la aviación rusa ataca a la oposición armada en el oriente de la ciudad con miles de civiles- se estiman en 276,000- entre ellos niños y ancianos-, cercados por los obuses y los bombardeos. Un intento de frenar estos ataques se intentó entre los rusos y los americanos, pero el fracaso ha sido estrepitoso.
Por el lado de Irak, la situación no es menos dramática, el ejército iraquí, apoyado por una coalición internacional- norteamericanos, kurdos, franceses, turcos, entre otros-, planean atacar la ciudad de Mosul, ocupada por el Estado Islámico, evento que seguramente producirá miles de víctimas y un nuevo episodio dentro de la guerra que se libra en ese país. Lo grave del asunto es que Turquía manifiesta intensiones de recuperar varios territorios en Irak, fraccionando ese país y recuperando en parte lo que existía del Imperio Otomano. Esto ha generado masivas protestas en Bagdad.
Los nuevos hechos en Oriente Próximo permiten demostrar cuatro aspectos.
En primer término, la insuficiencia de estrategia de Estados Unidos y Europa. Para nadie es un secreto que este territorio se les convirtió en un quebradero de cabeza. La ausencia de claridad política y militar ha llevado a que estos territorios queden al garete. Las víctimas son cifras y han dejado de ser personas. Esta mezquindad permite recordar los trenes de la muerte nazi con miles de judíos y gitanos rumbo a los campos de concentración en Polonia, Alemania y Ucrania, mientras algunos denunciaban ante la indiferencia de los aliados lo que ocurría. Un ejemplo palmario de esto se clarifica en el excelso libro de Jan Karski “Historia de un Estado clandestino”, (Barcelona, Acantilado, 2011).
En segundo lugar, la voracidad de Turquía y Rusia. El primero por la puesta en marcha de una estrategia para el desmantelamiento del ideal kurdo de lograr un territorio autónomo, ya no solo en su territorio, sino en el de su vecino. El sueño de Erdogan es regresar al sultanato del Imperio Otomano. Rusia, por su lado, protege a toda costa el puerto de Tartus, logrado gracias a acuerdos firmados en la década de los setenta con régimen de Assad que cada día se atornilla más en el poder.
Un tercer punto tiene que ver con el fraccionamiento paulatino del Estado Islámico que seguramente encontrará en medio de esta vorágine una nueva mascara de terror y de acción.
Por último, la consolidación iraní en la zona debido no solo a la lucha contra el Estado Islámico, sino la expansión del chiismo, poniendo en alerta a Arabia Saudita y sus satélites sunitas.
Esta nueva geografía del conflicto nos lleva a pensar, que la civilidad y la paz son utopías irrealizables en ese lugar del mundo. Esperemos que nuevos vientos soplen en Oriente próximo y que las estrategias pesen menos que las personas. Los derechos humanos ya no avizoran en el horizonte.
Ph.d Derecho Público, Universidad de Nantes (Francia), Profesor Universidad Externado de Colombia