Sorpresa en la Hacienda
Ayer el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla nos dio una sorpresa. O dos. Tal vez tres o cuatro.
Ayer el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla nos dio una sorpresa. O dos. Tal vez tres o cuatro. Durante un seminario de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, declaró que, a causa de los cuantiosos gastos de la pandemia, el país solo tiene caja para seis o siete semanas.
Tremenda sorpresa. De esas que no vienen solas: sorprende que el ministro no le haya anunciado al país esto en un escenario como el del programa de las 6 de la tarde, con el presidente a su lado... ¿o es que al gobierno no le pareció suficientemente importante contarnos que en seis semanas nos quedamos sin caja?
Sorprende que no venga el anuncio de la mano de una reflexión profunda sobre la gestión del equipo económico del gobierno. Sorprende que el globo se ponga a flotar sobre las cabezas de millones de colombianos justo cuando han expresado su malestar por una reforma tributaria como nunca se ha hecho, exagerada, desproporcionada... que vamos a tener reforma, claro que la vamos a tener, pero ojalá sea equilibrada y justa.
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Qué sorpresa para las calificadoras de riesgo. Qué sorpresa para el empresariado. Qué sorpresa para los inversionistas extranjeros. Qué sorpresa para los comerciantes. Qué sorpresa para los mercados internacionales. Qué sorpresa para los contratistas del Estado. Qué sorpresa para los empleados públicos. Qué sorpresa para quienes preparan paros y movilizaciones a quienes el ministro acaba de tanquear... aprovechando, por supuesto, que aún no nos meten la gasolina al baile de las alzas tributarias y es más económico llenar los tanques de la insatisfacción.
Quedan sobre la mesa varias preguntas que merecen respuesta. Si no hay caja, ¿por qué la DIAN no reportó una caída abrupta del recaudo de impuestos? Si no hay caja, ¿cuál es el plan, además de salir a endeudarse y atarzanarnos con la reforma? Si no hay caja, ¿dónde están los recursos no ejecutados del Fondo de Mitigación de Emergencias? Si no hay caja, ¿qué activos están vendiendo de urgencia y qué gastos significativos se están recortando en la realidad, más allá de los anuncios de marquesina que hace el presidente sobre austeridades que no arrancan? Si no hay caja, ¿qué dice el Banco de la República, y sus recién nombrados miembros, sobre esta alerta roja? Si no hay caja, ¿dónde es que están nuestros depósitos en bancos del exterior? Si no hay caja, ¿cómo es que permiten que públicamente un ministro del gabinete hable de meterle 14 billones de pesos a máquinas de guerra aéreas?
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Y ya que estamos en las nubes, lo menos que tiene el ministro Carrasquilla es tacto y prudencia para hablar del manejo de la economía. Lo que hizo ayer equivale a que les avisaran a los pasajeros, en pleno vuelo, que al avión le queda gasolina para dos horas y cuando aún faltan cinco para llegar.
La reforma que no era reforma, sino ley de solidaridad sostenible, y más bien ley de financiación de la pandemia, ya no es nada de lo que era sin ser. Ayer Carrasquilla la presentó como ley fiscal y, si uno se atiene al calibre de sus palabras, más bien es la última chalupa salvavidas del Titanic en esa gélida madrugada de abril... de abril. Sí, de abril.
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