Marcela Granados dirige el mejor hospital de Colombia
Por medio de plataformas digitales y un altísimo sentido humanístico, esta doctora nacida en Popayán es pieza clave para convertir a la Fundación Valle de Lili en el mejor centro medico del país.
Marcela Granados. | Foto: cortesía Fundación Valle de Lili
La edición de febrero de la revista estadounidense Newsweek reconoció a la Fundación Valle de Lili por cuarta vez como el mejor hospital de Colombia. Una de las artifices de ese logro es su directora, la doctora Marcela Granados Sanchez.
Con un puntaje de 92,97 puntos de 100, obtenidos en la evaluación de estándares que el medio realiza a más de 2.400 instituciones alrededor del mundo, la fundación se ubicó en el puesto 149 de ese total. La alta calidad en la prestación del servicio la refrendó también la Intellat, una consultora chilena, que ranqueó a la institución como la quinta mejor de América Latina.
¿Quién es Marcela Granados?
Granados nació y creció en Antioquia acompañada e influida por sus padres, también profesionales de la salud. En medio de ese contexto de estetoscopios, jeringas y batas blancas germinó en ella el deseo de salvar vidas y de contribuir al cuidado de los demás, pasión que fue cultivando junto a su otro amor: la música.
Esa afectividad que le generaba el estar en contacto con el piano que aprendió a tocar desde joven terminó por darle, desde temprana edad, un alto sentido empático. Así, entre un mar de sentimientos, estudió para ser médica cirujana en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.
“Mi papá decía que el mundo demandaba más músicos porque necesitaba más humanismo. Pero decidí presentarme a Medicina con la convicción de que ese era mi camino para aportar a la sociedad”, recuerda la médica.
Una vez concluida esa formación se especializó en medicina interna, medicina crítica y cuidados intensivos. También hizo una maestría en Administración de Empresas con doble grado, tanto en la Universidad Icesi como en la de Tulane, en Estados Unidos.
Preparada para encarar su vida profesional, regresó a Colombia y trabajó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Fundación Santa Fe, en la capital. Por ese año, 1992, los doctores Martín Wartenberg y Vicente Borrero estaban buscando doctores colombianos destacados para llevarlos a su proyecto, creado una década antes: la Fundación Valle de Lili. Ellos, convencidos de su humanidad y de su desempeño, se la llevaron para Cali.
Recuerda la hoy directora de la fundación que “ellos marcaron mi trayectoria profesional. Aprendí una forma de liderar un hospital que transformó mi práctica a través del humanismo, el rigor clínico y la visión estratégica de la salud al servicio de la comunidad”.
A dos años de su llegada fue designada para dirigir la UCI de la institución y pronto implementó su filosofía de servicio, situando al paciente como la parte más importante del proceso. Con ese enfoque le dio prioridad a personas de grupos vulnerables, como infantes o adultos mayores, pues considera todavía que requieren atención especial; más técnica, sí, pero también más empática y cercana.
Sobre ese enfoque, Granados cita al doctor Borrero: “‘Aquí no tratamos enfermedades, tratamos seres humanos enfermos’. Cuando se comprende esto, la excelencia, la calidad y la innovación vienen como consecuencia de un trabajo riguroso y compasivo. Ese ha sido el camino que hemos elegido recorrer durante todos estos años”
Pese a esos esfuerzos, inevitablemente presenció los primeros fallecimientos de personas a su cargo, situación que, lejos de desanimarla, la impulsó a profundizar con más entrega en su sentir humano por la realidad de los demás.
Comienzo del legado
La década de los noventa representó un reto para todos los colombianos, por muchas razones.La apertura económica estaba revolucionando los mercados y la inseguridad, por su parte, sembraba zozobra en todo el territorio nacional, quizá con mayor fuerza en zonas como el Valle del Cauca y Antioquia.
Aquel panorama complejo rápidamente afectó a los centros médicos del país que se vieron, muchas veces, desbordados por la cantidad de víctimas que llegaban buscando auxilio. La Fundación Valle de Lili apenas tenía ocho camas en su UCI para atender a esos pacientes, hecho que llevó a Granados a liderar la modificación de las instalaciones para ampliar la cifra a 200 en muy poco tiempo.
Con esa mejora era necesario tener y capacitar a más profesionales. Marcela diseñó e implementó entonces un programa de formación en cuidados intensivos con el apoyo de la Universidad del Valle. Hoy por hoy, esta iniciativa admite a más de 800 alumnos de pregrado de la Icesi y a 200 doctores ya graduados para que hagan un posgrado en cirugía quirúrgica.
Puede interesarle
La Fundación Valle del Lili
A 2025 la Fundación Valle del Lili tiene cuatro en Cali y una adicional en Jamundí. Siendo una entidad sin ánimo de lucro, tiene a más de 8.000 personas empleadas, 800 de ellas médicos y especialistas. Su esquema que integra novedosos desarrollos tecnológicos, una filosofía de atención sustentada en la empatía y formación académica constante es actualmente un referente en administración hospitalaria en Latinoamérica.
“El respaldo del sector empresarial nos ha permitido crecer desde nuestro propósito”, comenta al respecto la doctora, insistiendo en que la comunidad es la verdadera dueña de la fundación, que sin sostenibilidad financiera, social y ambiental no podría cumplir con su misión.
Producto de esa innovación, la organización ya realizó 268 trasplantes de corazón, 2.551 de riñón, 1.437 de médula, 1.173 de hígado y 44 de pulmón.
La apuesta es clara: “La excelencia asistencial, la educación, la investigación y un profundo compromiso social. Una gobernanza sólida, un talento humano excepcional y una visión de largo plazo”.
Con todo, Marcela Granados afirma que sigue trabajando por consolidar su modelo y llevarlo a más centros médicos para que lo adopten y la calidad de la salud de los colombianos mejore. Todo, con un llamado a no politizar el sistema para encontrar entre todos soluciones que resuelvan la crisis actual.