Resiliencia, inclusión y tecnología; claves del modelo educativo del futuro
Foro organizado por Santillana, en el marco de la entrega de los premios Escuelas Sostenibles 2025, reunió a líderes educativos internacionales para discutir los requerimientos de la educación en la nueva era; inclusión, innovación y adaptación fueron los ejes de la discusión.
Luciano Monteiro, director global de comunicación y sostenibilidad de Santillana; José Picó, humanista y fundador de Espacios Maestros; José Vicente, rector de la Universidad Zumbi dos Palmares y Raquel Texeira, secretaría de educación del estado de Rio Grande Do Sur de Brasil, en el panel: Escuelas resilientes: currículo, formación y arquitectura. | Foto: cortesía, Fundación Santillana
En Río de Janeiro, el II Foro internacional de Sostenibilidad y Educación desarrollado en el marco de los premios Escuelas Sostenibles 2025, de la Fundación Santillana y la Organización de Estados Iberoamericanos OIE, expertos de España y Brasil compartieron su visión sobre lo que implica integrar la sostenibilidad al modelo educativo del presente.
Luciano Monteiro, director global de comunicación y sostenibilidad de Santillana inició el debate planteando la necesidad de adaptar la forma en la que las escuelas asumen los retos de enseñar en entornos afectados por el cambio climático, “la agenda sustentable es hoy lo más importante en educación en el mundo”, afirmó.
Para Monteiro, la discusión no debe centrarse únicamente en enseñar desde las aulas cómo cuidar los ecosistemas, para él, el nuevo enfoque debe incluir estrategias que integren la resiliencia de las infraestructuras y la adaptación de los currículos escolares a las nuevas exigencias de la naturaleza.
Al respecto, Raquel Texeira, secretaría de educación del estado de Rio Grande Do Sur de Brasil, expresó que las emergencias climáticas que se presentan en el país los hizo tomar medidas que involucran a la academia, “el principal reto es administrar tantas cosas en medio de la adversidad; los efectos psicosociales, deterioro de las instalaciones y su repercusión en el entorno educativo”, explicó.
Texeira relató que, con motivo de las inundaciones, que se presentaron en esa región durante 2024, crearon en conjunto con las comunidades la “Guía para la Elaboración de Planes de Contingencia Escolar para Eventos Climáticos”, un documento que reúne acciones concretas que deben realizar estudiantes, padres y docentes cuando se presentan ese tipo de sucesos.
El proyecto modificó los programas académicos para que incluyeran protocolos de prevención e información sobre manejo de crisis ambientales. “La conclusión a la que llegamos es que hay que prepararnos para que esto no vuelva a pasar”, puntualizó.
No obstante, para la secretaria no es suficiente con que las comunidades estén listas y sean resilientes para responder a los problemas, para ella “las infraestructuras (de los colegios) deben adaptarse a las nuevas necesidades derivadas del calentamiento global”.
En apoyo a ese llamado, José Picó, humanista y fundador de Espacios Maestros, explicó cuál es el papel de la arquitectura en las nuevas realidades de la educación, mediadas por los impactos de la naturaleza, “si los lugares de trabajo y hospitales se vienen adaptando es necesario que las escuelas lo hagan también”, mencionó.
Picó enlazó la experiencia que tuvo España con la DANA en 2024 y lo ocurrido en Rio Grande Do Sur para explicar que estos fenómenos exigen replantearse qué tan flexibles y tecnológicos son los recintos donde se educan los jóvenes. Para él, estos espacios no solo deben estar preparados para esas emergencias, también tienen que innovar para “buscar el bienestar emocional y escolar de los niños”.
Por ello, José propuso la adaptación de los edificios donde funcionan las instituciones educativas para que fomenten el cuidado y la creatividad de los estudiantes, “las primarias ya no pueden verse más como cárceles”, afirmó.
Teniendo en cuenta el análisis de Picó, José Vicente, rector de la Universidad Zumbi dos Palmares presentó un modelo de ciudad inteligente que viene trabajando en San Pablo. Se trata de “climáticos”, una iniciativa construida con el apoyo de la población que busca responder a las constantes inundaciones que sufre esa región.
El proyecto contempla el desarrollo de sesiones conjuntas de trabajo donde representantes del gobierno, la sociedad civil y la universidad discuten, de la mano de la ciencia, las alternativas preventivas que pueden implementarse en la institución. Dentro de esas medidas está la adecuación del terreno circundante, instalación de equipos de alertas tempranas y la formación de la comunidad en prácticas responsables.
De estas jornadas surgieron “las brigadas climáticas”, una asociación de todas las escuelas de la zona que capacita a los profesores, estudiantes y empleados para fomentar una cultura de cuidado pre y post desastre. “Estas acciones nos permiten tratar las vulnerabilidades que nos marcan como humanos”, aclaró el rector.
Así, los panelistas coincidieron en que la sostenibilidad en la educación ya es una necesidad transversal, una que debe resolverse incluyendo a la comunidad para aprovechar sus conocimientos del entorno, pero también aprovechando los aportes de la academia y la tecnología.