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Policía recuperó y devolvió a su dueño el camión que tres delincuentes le habían robado en Bolívar

Los uniformados lo recuperaron en una trocha del municipio de San Juan Nepomuceno

Departamento de Policía Bolívar

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Las plegarias que Don César elevaba al cielo con la voz quebrada y de rodillas en el suelo, resonaban con la desesperación de un hombre al que le han arrebatado el alma.

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No era solo un camión, era su sustento, su esperanza, su vida misma. Aquel 2 de octubre, la oscuridad se cernió sobre él cuando su fiel compañero de trabajo desapareció en la entrada de Mahates. Pero el destino, a veces caprichoso, tenía guardada una sorpresa: la seccional de Tránsito y Transporte, convertida en un rayo de luz en la tiniebla, lo había recuperado en una polvorienta trocha del municipio de San Juan Nepomuceno.

Aquel fatídico día, el conductor Carlos, contratado para un viaje, se topó con la peor de las sorpresas. Tres sombras, empuñando armas de fuego, lo despojaron del camión dejándolo a su suerte en una trocha, no sin antes, suministrarle una sustancia que nubló su mente y lo dejó a merced del destino. Por fortuna, un milagro lo mantuvo con vida para contar el cuento.

Para César, el camión no era solo un vehículo, era el sustento de su hogar, el fruto de años de esfuerzo y trabajo. Aún lo está pagando, cada cuota un sacrificio, cada viaje una esperanza. La angustia de perderlo lo carcomía por dentro, la incertidumbre lo mantenía en vela.

Pero la justicia divina, o quizás la terrenal, tenía otros planes. La Policía Nacional, incansable en su labor, rastreó el camión hasta una polvorienta trocha. El capitán Alexander Flórez Rojas, el día de hoy, con la solemnidad del momento, le entregó las llaves a César. En ese instante, el tiempo se detuvo.

“La recuperación de este camión es un ejemplo de la importancia de la denuncia y la colaboración ciudadana para lograr resultados positivos en la lucha contra la delincuencia”, afirmó el Teniente Coronel John Edward Correal Cabezas, subrayando el valor del trabajo conjunto entre la policía y la comunidad.

César y Carlos, con lágrimas en los ojos y el corazón colmado de gratitud, elevaron sus plegarias al cielo y agradecieron a la Policía Nacional por devolverles la esperanza. El camión, más que un objeto, era un símbolo de su lucha, de su perseverancia, de su fe.