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¿Pueden los gatos ser animales de terapia? Esto dice la ciencia

Algunos gatos poseen rasgos de sociabilidad y empatía comparables a los de los perros de terapia.

Gatos, imagen de referencia (Getty Images).

Durante mucho tiempo, los perros han sido los protagonistas indiscutibles de las terapias asistidas por animales (TAA), ofreciendo apoyo emocional, compañía y alivio del estrés a estudiantes, pacientes y personas en situación de vulnerabilidad.

No obstante, el espectro de la TAA es mucho más amplio: incluye modalidades como la equinoterapia, la terapia con delfines y el uso de animales de compañía, entre ellos gatos, para tratar condiciones como ansiedad, depresión, autismo, TDAH y Alzheimer.

En el caso colombiano, la Ley 2473 de 2025 expone un avance significativo al reconocer oficialmente a los gatos como posibles animales de soporte emocional. Esta norma exige certificación profesional de un especialista en salud mental y protege a estos felinos al considerarlos parte del núcleo familiar, impidiendo su embargo o retiro judicial.

En este contexto, una investigación publicada en la revista ‘Animals’ por la profesora Patricia Pendry, de la Universidad Estatal de Washington, junto a científicos belgas, reveló que algunos gatos poseen rasgos de sociabilidad y empatía comparables a los de los perros de terapia, lo que permite ampliar el horizonte de la intervención asistida por animales.

¿Qué comportamientos hacen a un gato ideal para la terapia asistida?

El estudio dirigido por Pendry reveló que los gatos participantes en programas de TAA presentan una notable disposición social.

Estos felinos buscan con mayor frecuencia la atención humana, disfrutan del contacto físico y muestran una sorprendente tolerancia al ser manipulados o cargados, comportamientos poco comunes en su especie.

Por ende, tales hallazgos rompen con el estereotipo tradicional del gato como un animal distante o independiente, abriendo nuevas posibilidades dentro del campo de la intervención asistida.

Si bien algunas razas, como los ‘Ragdoll’ o ‘Maine Coon’, suelen asociarse con temperamentos más dóciles y afectuosos, la investigación de Pendry y su equipo enfatizó que el carácter terapéutico de un gato depende más de su personalidad individual que de su linaje.

Adicionalmente, este enfoque redefine la comprensión del vínculo entre los humanos y los felinos, destacando que la empatía y la sociabilidad no son exclusivas de los perros, sino cualidades que ciertos gatos también pueden desarrollar.

¿Qué impacto puede tener esta investigación en el futuro de la terapia animal?

Actualmente, los gatos de terapia han ganado mayor presencia en Europa que en Estados Unidos, donde los perros continúan siendo los protagonistas de las intervenciones asistidas.

En países como Bélgica, su participación en hospitales, residencias y centros educativos ha mostrado resultados alentadores, especialmente en la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo en pacientes y estudiantes.

No obstante, Pendry advirtió que no todos los gatos son adecuados para desempeñar este rol, y subrayó la importancia de seguir investigando cómo garantizar su bienestar en entornos terapéuticos, evitando la sobreexposición o el estrés.

De esta forma, los hallazgos de su estudio abren una perspectiva innovadora, ya que se reconoce que algunos gatos toleran, disfrutan del contacto humano y pueden establecer vínculos emocionales profundos.

Finalmente, cabe acotar que como concluye Pendry, si existe un animal capaz de convertir el descanso, la calma y el afecto en una verdadera vocación terapéutica, ese animal, sin duda, es el gato.