Ejército y víctimas del conflicto transforman predio de la SAE en agroemprendimiento
La iniciativa tiene como objetivo ayudar a familias victimas del conflicto armado.

Cortesía: Ejército Nacional.
En la vereda Quebradaseca, un lugar marcado por el terror del conflicto armado, hoy brotan semillas de esperanza. Allí, 120 familias víctimas del desplazamiento forzado retornaron al campo después de 13 años y, junto al Ejército Nacional, empezaron a cultivar alimentos.
El escenario de este proyecto es la Hacienda Morelia, un predio de 773 hectáreas recuperado por la Sociedad de Activos Especiales (SAE), donde la Asociación de Víctimas y Campesinos de Regreso al Campo (ASOVICARAC) impulsa una unidad productiva agrícola de 20 hectáreas con cultivos de sandía, plátano y, recientemente, yuca.
“Lo que cultivamos aquí va más allá del plátano y la patilla: sembramos justicia, reconstruimos confianza. Nuestros soldados no solo protegen, también trabajan hombro a hombro con la comunidad”, aseguró el mayor Diego Mauricio Montaño, comandante del Batallón de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo N.º 8, quien lidera la iniciativa a través del programa Fe en Colombia.
Del abandono al agroemprendimiento sostenible
El proyecto está combinando ingresos rápidos con la sandía, sostenibilidad a mediano plazo con el plátano y seguridad alimentaria con la cría de cerdos en un espacio en recuperación.
El Ejército anunció que todo se desarrolla con asistencia técnica, prácticas agroambientales de bajo impacto y sistemas de riego eficientes.
“Al principio teníamos miedo. Pensábamos que nadie nos iba a ayudar. Pero cuando vimos a los soldados con machete y azadón, trabajando con nosotros, supimos que este proyecto era real”, afirmó Elvira Gómez, lideresa de la asociación.
Además, la iniciativa va de la mano con una alianza con la empresa Colsandías, que comprará directamente la producción de sandía, con el fin de garantizar la estabilidad económica a las familias campesinas que están sembrando.
“Antes vendíamos a lo que nos dieran. Ahora sabemos a quién, cómo y por cuánto. Eso nos da tranquilidad”, expresó José Mauricio Cárdenas, joven agricultor que retornó con sus padres tras más de una década en la periferia de Yopal.
Esto también se puede ver como una nueva forma de presencia militar en los territorios rurales: soldados que, además de brindar seguridad, fortalecen el desarrollo productivo.
“En este campo hay trabajo compartido. Nuestros soldados son ahora labradores de la paz. Esto no es una ayuda: es un compromiso humano, técnico y comunitario”, recalcó el mayor Montaño.




