3 hábitos tóxicos que destruyen su relación de pareja, según ‘The New York Times’
Un punto determinante es aprender a gestionar las discusiones con inteligencia emocional.
Hombre que sufre de insomnio, mientras su pareja duerme a su lado (Getty Images) / monkeybusinessimages
Según un reportaje publicado en ‘The New York Times’ por la periodista Jancee Dunn, los conflictos en las relaciones de pareja no solo son inevitables, sino que forman parte natural de la vida en común.
Dunn es reconocida por su trayectoria en medios como Vogue y O, The Oprah Magazine, se ha especializado en escribir sobre bienestar, salud y vínculos humanos, y en este artículo profundiza en cómo manejar las diferencias de manera constructiva.
Por su parte, el psicólogo Andrew Christensen, profesor en la Universidad de California, Los Ángeles (U.C.L.A.), citado en el reportaje, explicó que el verdadero desafío no está en evitar las discusiones, sino en aprender a gestionarlas con inteligencia emocional.
Para él, el truco es centrarse en resolver el problema en lugar de atacar a su pareja. Este enfoque permite que el conflicto deje de ser un obstáculo y se convierta en una oportunidad de crecimiento para su relación.
En definitiva, Dunn busca mostrar que las peleas no son un signo de fracaso, sino una ocasión para fortalecer la intimidad y la confianza mutua.
¿Cuáles son los tres hábitos tóxicos que debilitan la intimidad?
Dunn analizó tres conductas frecuentes en las discusiones de pareja que, lejos de resolver los problemas, deterioran la intimidad emocional. Los especialistas coincidieron en que estas dinámicas, aunque comunes, pueden convertirse en verdaderas amenazas para la estabilidad de una relación.
El primer hábito tóxico es la mentalidad de ganador y perdedor. James Cordova, psicólogo de la Universidad de Clark, advirtió que ver la discusión como una competencia en la que uno triunfa y el otro fracasa genera resentimiento y distancia. La alternativa es concebir el conflicto como un esfuerzo conjunto, similar a resolver un rompecabezas.
El segundo error es citar al terapeuta como autoridad. Según el neurocientífico James A. Coan, esto debilita la comunicación, pues transforma el diálogo en un enfrentamiento contra una voz externa. En cambio, la psicóloga Tracy Dalgleish recomendó expresar necesidades propias con claridad y sin intermediarios.
Finalmente, el llamado ‘Sméagol-ing’ describe el rendirse exageradamente para esquivar el problema. Para Andrew Christensen, más que humildad, es un ataque encubierto. Los expertos sugirieron responder con honestidad y compasión para recuperar la conexión real.
¿Cuáles alternativas se recomiendan para construir relaciones más sanas?
Dunn hizo énfasis en que, aunque las discusiones de pareja suelen derivar fácilmente en hábitos dañinos, también pueden convertirse en escenarios para el crecimiento y la conexión.
Adicionalmente, los especialistas que cita coinciden en que el secreto no está en eliminar los conflictos, sino en aprender a transformarlos en un terreno fértil para el entendimiento.
Al expresar con claridad lo que se necesita, en lugar de acumular reproches, se puede abrir un espacio de diálogo más honesto. Del mismo modo, cambiar la mentalidad de “tener la razón” por la de “preservar la felicidad común” ayuda a que el vínculo no se erosione por la competencia constante.
Finalmente, Dunn mostró que cada discusión puede ser una oportunidad. Con empatía, respeto y apertura, los conflictos dejan de ser grietas que separan para transformarse en puentes que fortalecen la intimidad y la confianza mutua.