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En la casa de los Arrieta Hernández esperan con ansias a Bladis, desaparecido hace 20 años

Este caso pertenece al Plan Regional de Búsqueda Montes de María y Morrosquillo, con 1.500 personas dadas por desaparecidas en Sucre y Bolívar

En la casa de los Arrieta Hernández esperan con ansias a Bladis, desaparecido hace 20 años

Antes de remover la tierra del lugar donde hace casi 20 años fue sepultado, Andrea, auxiliar forense de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) le habla a Bladis: “Déjate encontrar, déjate encontrar”.

Se trata de un sitio en la mitad de una pequeña pendiente del corregimiento de Guaymaral, en el municipio bolivarense de Córdoba. Esa región se conoce como Montes de María. En la parte superior de donde se supone yace Bladis, hay un árbol de Santa Cruz enredado entre un bejuco. Será el primer sitio donde intenten encontrarle.

Desaparecidos:

En el ambiente, los búhos resuenan con fuerza, hay nubes de mosquitos y diminutos cactus, entre otras plantas. Los árboles forman un techo natural que, en medio del calor, permite llevar a cabo un dedicado y meticuloso despeje del terreno.

Los primeros palazos del grupo de obreros que limpian el terreno son guiados por dos antropólogos de la Unidad de Búsqueda que lideran la misión humanitaria. La meta es llegar a más de un metro de profundidad, donde esperan que brote la buena noticia: que el cuerpo de Bladis, desaparecido el 24 de diciembre de 2004 a los 23 años de edad, empiece abrirse paso y comience su camino de regreso a casa. La excavación empezó al mediodía, cuando el calor abrasa con intensidad. Durante toda la jornada, las labores no han dado el fruto esperado.

La complejidad de la búsqueda

La búsqueda de Bladis se inicia en un día soleado. Hay pronóstico de lluvias para los próximos días. Caballos y burros llevan al equipo de la UBPD hacia un periplo ya conocido por quienes, meses antes, en desarrollo de la investigación humanitaria y extrajudicial, habían inspeccionado el sitio de probable sepultura. A ese procedimiento le llaman caracterización y lo hicieron con un aportante voluntario de información. Es decir, alguien que sabe de la suerte de Bladis Manuel Arrieta Hernández y que quiere contribuir a aliviar el dolor de su familia.

El casco urbano de Guaymaral, adonde lleva esta vez el camino de la búsqueda, tiene una entrada plana, pero a su costado derecho se esconden elevaciones por las cuales debe transitar el equipo de la Unidad de Búsqueda para llegar al punto donde será la excavación. El recorrido de ida, el primero de tres días de intervención en terreno, dura alrededor de una hora. El mismo tiempo tarda el regreso. En algunos tramos del camino quedan vestigios de lluvia. En las lomas, las patas de las bestias alcanzan a enterrarse en el barro. Es solo uno de los riesgos del periplo, ceder por uno de estos resbaladeros.

Al llegar, Andrea es la primera en intervenir. Toma fotos y pone pequeñas reglas para indicar medidas. Luego le habla a Bladis, evocando una vieja costumbre familiar de llamar a quien no está para que se deje encontrar. Una excepción a su trabajo lleno de tecnicismos.

Horas después de que los antropólogos de la Unidad de Búsqueda, ayudados por obreros de la zona, perforaran el terreno en forma de cuadrícula, nada encuentran. Se asoma la desesperanza, pero se mezcla con la perseverancia de quien busca para encontrar. El primer día termina con leve frustración, el equipo de la UBPD se devuelve al casco urbano de Guaymaral con las manos vacías.

“Estamos haciendo unos pozos de sondeo, pequeñas perforaciones en el suelo con unas dimensiones específicas que, normalmente, son cuadradas y a una profundidad específica para revisar si, de pronto, hay alteraciones que ha hecho alguna persona y así poder identificar si hay algún individuo dentro de esos pozos”, explica Andrés David Granados, antropólogo forense de la Unidad de Búsqueda.

Durante la madrugada, lluvias y vientos azotaron con fuerza la región. El camino al sitio de la intervención tendrá que ser más cuidadoso. Hay árboles caídos y el equipo debe cortarlos para poder pasar. El arroyo se desbordó. Sin bestias o sin botas de pantano, sería imposible cruzar de manera segura porque los resbaladeros han amanecido más peligrosos que el día anterior.

Ya en el sitio, sin tiempo que perder por el temor a otra borrasca, la decisión es intervenir otra parte del terreno. Han llegado Aníbal y José, dos hermanos de Bladis, testigos de las dificultades de la misión. El primero toma parte en la excavación y, pala en mano, se suma.

José es mayor que Aníbal y es más expresivo y conversador, comparte en detalle los recuerdos que conserva de Bladis. “Le gustaba trabajar en el campo, en la ganadería. Tenía novia. Ahora mismo tuviera familia, se hubiera casado”, relata y añade que han llegado con la intención de recuperar su cuerpo y sepultarlo en el cementerio de San Andrés, otro corregimiento de Córdoba. Han viajado desde allí como emisarios de su madre, quien espera no morir sin antes saber que Bladis descansa en paz en su tierra.

“La idea es encontrarlo para dejar a la familia tranquila, mamá se tranquiliza. ¿Usted sabe lo que es tener a un familiar enterrado por ahí, en una parte en la que uno no sepa dónde está?”, se pregunta y comparte que su “Viejo (padre)” se fue sin saber de Bladis y apesadumbrado por las costumbres y pertenencias que perdió después de un desplazamiento forzado.

Pasado el mediodía, una imagen los sobrecoge: en ese punto tan apartado, donde muy pocos pensarían encontrar a alguien, el cuerpo de quien todos creen que debe ser el de Bladis empieza a emerger con cada despeje de tierra. El procedimiento se hará ahora cada vez más cuidadoso, con brochas, espátulas y pequeñas palas. Solo así es posible recuperar cada estructura ósea.

Solo unos minutos antes, José hablaba de forma premonitoria. “Bladis, tenemos la fe en que vamos a conseguirte para ponerte en un reposo”.

Un tercer día, con renovado ánimo de equipo, bastará para recuperar el cuerpo completo. Pero esta última jornada las horas pasarán con la certeza de haber cumplido una misión que permitirá el alivio de toda una familia.

Proceso de búsqueda

Esta investigación humanitaria y extrajudicial partió de la solicitud de búsqueda que presentó a la UBPD, el 17 de junio de 2021, el Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda, organización que acompaña a la familia Arrieta Hernández.

El proceso de búsqueda incluyó la toma de muestras biológicas a la madre de Bladis y a sus hermanos Aníbal y José, lo que permitirá que el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses las coteje y dé un dictamen sobre la identificación plena.

Blanca Arteaga Morales, coordinadora de la Unidad de Búsqueda en Sucre y Bolívar, detalla que la recuperación del cuerpo que se presume es el de Bladis, quien era una persona con discapacidad cognitiva, abre la esperanza a las familias que tienen seres queridos desaparecidos en los Montes de María y el Golfo de Morrosquillo.

El Plan Regional de Búsqueda Montes de María y Morrosquillo busca saber qué pasó con más de 1.500 personas dadas por desaparecidas en Sucre y Bolívar.