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Meryl Streep: el arte de la empatía en un mundo hostil y volátil

Este 20 de octubre se entregaron en Oviedo (España) los Premios Princesa de Asturias. La aclamada actriz estadounidense fue galardonada, igual que el escritor japonés Haruki Murakami.

Meryl Streep, actriz estadounidense, en la entrega del Premio Princesa de Asturias de las Artes. Foto: EFE / Chema Moya

La actriz estadounidense Meryl Streep reivindicó el “don de la empatía” como forma de “acercamiento y diplomacia” en un mundo “cada vez más hostil y volátil”.

También la relevancia de que la sociedad haga suya la regla que enseñan a todos los intérpretes: “Lo importante es escuchar”.

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Así lo afirmó durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, que Streep recibió hoy en la categoría de las Artes por su “honestidad y responsabilidad” a la hora de elegir sus trabajos “al servicio de narrativas inspiradoras y ejemplarizantes”.

“El don de la empatía es algo que todos compartimos. La misteriosa capacidad de sentarnos juntos, extraños en un teatro o cine a oscuras, y experimentar los sentimientos de personas que no se parecen a nosotros ni suenan como nosotros” dijo en su discurso.

Profundizó además que esa “es una capacidad que todos deberíamos llevar dentro de nosotros al volver a la luz del día”.

La intérprete más veces nominada a los premios Óscar y a Globo de Oro de la historia, reiteró que la empatía es el “corazón palpitante del don del actor”, y es la corriente que lo conecta con un personaje de ficción.

“Es más fácil estar conectado emocionalmente con la vida de personas parecidas a nosotros”, expresó.

Pero, en contraste, “siempre me he sentido impulsada también a comprender ese otro instinto, contraintuitivo, que nos lleva a interesarnos por los extraños, esa capacidad imaginativa que tenemos para seguir las historias de personas ajenas a nuestra tribu como si fueran nuestras”, añadió.

Vivir otras vidas

La protagonista de grandes clásicos, como “Los puentes de Madison” y “El diablo viste a la moda”, reconoció que la han criticado por alejarse demasiado de su propia verdad e identidad.

Ante esto, aseguró que su trabajo consiste en “invadir y encarnar vidas” que no son como la tuya.

Comentó que la parte más importante de un actor es hacer que cada vida “sea accesible y sentida por el público que está sentado en un pequeño teatro de Málaga (España) o por ‘streaming’ en cualquier parte del mundo”.

“Una regla que se enseña en las escuelas de arte dramático es que no debes juzgar al personaje que estás interpretando. El compromiso que adquieres cuando te pones en su lugar es mirar el mundo desde el interior de su cabeza”, dijo la actriz.

En su discurso hizo también mención al pintor español Pablo Picasso y a la actriz Penélope Cruz, también española.

Streep subrayó que, cuando nacemos, “nos identificamos con los demás, sentimos empatía y una humanidad compartida pavorosa”.

Esa capacidad, dijo, se pierde al crecer: “nos ponemos a reprimir esos sentimientos”, a “suplantarlos a favor de la autoprotección o de una ideología” y a “desconfiar de los motivos de los demás, que no son como nosotros”.

Meryl Streep (derecha), Premio Princesa de Asturias de las Artes y el escritor Haruki Murakami, Premio Princesa de Asturias de las Letras, durante la ceremonia de premiación. Foto: EFE. / Ballesteros

En palabras de García Lorca

En la parte final del discurso, la intérprete tuvo un recuerdo para la obra “La casa de Bernarda Alba”, del español Federico García Lorca. Mencionó la frase en la que una de sus protagonistas, Martirio, gritaba: “Pero las cosas se repiten. Yo veo que todo es una terrible repetición”.

“Lorca escribió su apasionada obra dos meses antes de su propio asesinato (de ideas republicanas, fue fusilado en 1936, al comienzo la Guerra Civil española), en vísperas de otro cataclismo”, contextualizó.

Luego añadió: “que pudiera ver desde tan alto, que mirara con tanta distancia los acontecimientos que tanto amenazaban su vida, es extraordinario. Que pudiera expresar, a través de Martirio, una sabiduría que no lo salvaría, pero que sería una advertencia para el futuro, es un regalo para nosotros”.

Streep apuntó que “actuar en una obra como esta es prestarles a los muertos una voz que los vivos pueden oír”, es el “privilegio” y el “deber” de un actor. Sobre todo en un mundo en el que la esperanza parece utopía.