¿Por qué Fernando Botero siempre dibujó personas ‘gordas’? Explicación

Desde hace décadas, Fernando Botero es considerado uno de los exponentes más importantes del arte y la cultura. Tal vez el colombiano más universal en cuanto a la pintura y la escultura, con obras que circulan por todos los continentes.

Tras confirmarse la noticia de su muerte el pasado 15 de septiembre de 2023, a los 91 años, muchas personas retomaron su trabajo artístico como tema especial de conversación.

El colorido, el tamaño de las formas y la presencia permanente de la cultura colombiana son algunos de los asuntos sobre los que más se discute al acercarse al trabajo del pintor y escultor que nació en Medellín, en 1932.

Sin embargo, entre esa larga lista de temas, el que más se roba la atención de quienes tiene algún contacto con su obra (sin importar si se es experto, conocedor del arte o no), es la razón por la que Botero pintaba personas ‘gordas’.

En realidad no era esto lo que hacía. Tampoco magnificaba el tamaño solo de las personas, pues experimentó las posibilidades del volumen con otros elementos como las frutas, los animales y los objetos en los paisajes en los que ubicaba a cada uno de sus personajes.

El propio maestro Fernando Botero se vio en la necesidad de explicar en varias ocasiones por qué sus obras no eran de gente ‘gorda’.

“Mi estilo proviene de la convicción de que la voluptuosidad de la forma es motivo de gozo. Y el arte debe dar placer”, dijo en el año 2018 para una entrevista de la revista estadounidense Vanity Fair.

La historia detrás de las ‘gordas’ de Botero

Las obras de Fernando Botero, especialmente las que hacen parte de su trabajo en escultura, son conocidas popularmente como “las gordas”. Es así como se convierten incluso en puntos de encuentro, como sucede en la ciudad de Medellín.

Carlos Arturo Fernández, profesor emérito de la Universidad de Antioquia e integrante del Comité Cultural de Sura, lo explica a través de lo que sucede, por ejemplo, con la escultura “Torso de mujer”, ubicada en el centro de Medellín.

“Esa obra es muy interesante e importante porque es un referente urbano absolutamente central y fundamental, convertida en una especie de centro esencial de la ciudad”, comentó sobre la que es popularmente conocida como “la gorda de Botero”, en la capital paisa.

Pero la decisión de pintar figuras de considerable volumen y crear obras de gran formato, tanto en pintura como escultura, tiene una historia que el maestro Fernando Botero relató en algunas ocasiones.

El artista experimentó el placer que le producía representar formas que se salían de los cánones de las corrientes artísticas mientras hacía su pintura “Mandolina sobre una silla”, en el año 1957.

Esta obra, que es una de las primeras de su trabajo y hace parte de la colección del Banco de la República de Colombia, le permitió a Botero descubrir las posibilidades de exaltación de las cosas y de las personas a través de la concepción del volumen.

En el año 2014, el artista colombiano concedió una entrevista al periódico El Mundo, de España, en la que explicó que aquel trabajo significó para él “una nueva dimensión que era como más volumétrica, más monumental, más extravagante, más extrema”.

Desde entonces las personas, los animales, las frutas y los objetos empezar a crecer hasta llevar a Botero, ya en la cima de su carrera, a ser considerado como uno de los artistas más cotizados del mundo.

En el año 2022 vendió la obra más costosa de todo su trabajo: la escultura “Hombre a caballo”. Tuvo un costo de 4,3 millones de dólares y fue vendida por la casa de subastas Sotheby’s y Christie’s, de Estados Unidos.

Volumen y gordura: una simple diferencia

Para comprender por qué el maestro Fernando Botero dibujó personas ‘gordas’, como han sido mal llamadas, es importante aclarar una diferencia que Juan Carlos Botero, hijo del artista, expuso en el año 2019 durante una conferencia.

Por un lado, Botero explicó que la gordura “afea” las cosas al poner en comparación el tamaño de unos objetos en un espacio en el que otros gozan de notable delgadez.

Mientras tanto, el volumen engrandece las cosas al aumentar el tamaño de todos los objetos en la obra de arte, incluidos los detalles del paisaje o contexto en el que se ubican los personajes.

Por esa razón, en pinturas como “Pedrito a Caballo”, una de sus obras más dolorosas y reconocidas, aunque algunos elementos como la casa en la que los padres se asoman a la ventana tienen un tamaño menor, ocupan un espacio en el que el volumen es proporcional el del personaje central de la obra.

Algo similar sucede con “Una familia” (1989), obra en la que incluso los copos del árbol de fondo y las frutas que caen de sus ramas están dotadas de un volumen que es coherente con el de los personajes retratados en el primer plano de la obra.

“La idea general de la belleza considera que las mujeres deben ser delgadas, pero entonces llega un artista que produce una dilatación de la forma y dicen que ‘pinta mujeres gordas’”, señaló Botero durante su conversación con Vanity Fair en 2018.

En ese sentido, Fernando Botero no dibujó ni pintó personas ‘gordas’, sino que dotó de volumen todos los objetos de su trabajo artístico. Por eso las mujeres que representó tienen cinturas marcadas pese al volumen y estas, igual que los hombres, tienen rasgos bien delineados en sus rostros.

Con gordura o volumen, como sea que se denomine el tamaño de cada uno de los elementos en la obra del pintor y escultor paisa, solo una cosa quedó clara tras la noticia de su deceso: Fernando Botero no solo es el artista colombiano más universal.

Fue también uno de los más orgullosos de su ciudad y de su país. Y, al tiempo, uno de los más queridos por todas las personas que en algún momento han visto una figura de grandes proporciones y de inmediato la han relacionado con su trabajo artístico.