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San Basilio de Palenque y sus matronas con el secreto para los mejores dulces

Esta histórica población bolivarense tiene matronas expertas

Alcaldía de Cartagena

Cartagena

San Basilio de Palenque es la tierra que vio nacer a Jaquelín Herazo Cásseres, una mujer trabajadora, echada para adelante, luchadora, carismática y enamorada de la vida, como ella misma se define. Asegura que uno de los títulos o nombres que más le gusta tener aparte de “madre”, es “matrona”. Sí, pues considera que esa pequeña palabra encierra su esencia, sus conocimientos y su identidad.

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Esta hermosa palenquera de 44 años, ha dedicado más de la mitad de su vida a la venta de dulces típicos de la región, práctica que aprendió de su mamá y de sus abuelos cuando era una niña.

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“Aprendí a hacer los dulces desde muy pequeña en mi pueblo, con mi abuela. Veía a mi abuela a diario elaborar sus dulces… las cocadas, las alegrías, los dulces de coco…Nos teníamos que levantar de madrugada a preparar todos esos dulces para después irlos a vender a la población de Turbaco, de Arjona. Ahí fui aprendiendo cómo preparar los dulces”.

Su madre, Raquel Cásseres, y su sobrina, Angie Díaz, al igual que ella, participan en la versión 13 del Festival del Dulce Cartagenero, brindando a ciudadanos y turistas los mejores sabores de dulces típicos de Cartagena y Bolívar.

Lleva más de 20 años viviendo en Cartagena, en el barrio La María. Empezó a vender cocadas y otros dulces en las playas de Bocagrande. Años más tarde se trasladó al barrio Nuevo Bosque, donde aún recorre cada una de sus calles cantando el pregón que a los cartageneros nos encanta escuchar: “Cocada, caballito, enyucado”.

Afirma que aunque ya no es como antes, la tradición de vender en las calles aún se vive en varios sectores de la ciudad. “Todavía en muchos barrios de Cartagena, se encuentran muchas paisanas y familiares vendiendo sus dulces: Nuevo Bosque, Zaragocilla, Mandela, El Socorro”, complementa.

Jaquelín ha transmitido sus saberes culinarios a sus hijos, quienes se interesaron en aprender el proceso de elaboración. Es así como, a manera de tutorial, cada vez que podía, les explicaba la forma correcta para lavar, cortar, cocinar y mezclar las frutas, granos o tubérculos que usaba para los deliciosos dulces.

“Así como yo aprendí de mi abuela y de mi mamá, de igual manera, le he enseñado a mis hijos para que se puedan defender con ese trabajo que gracias a Dios no es deshonra porque con él nos sustentamos, con él he conseguido para que mis hijos estudien y sean personas de bien”.

Su hija mayor, Hani del Carmen, de 24 años, actualmente es camarera. Está casada y tiene una niña. Su segundo hijo, Jean Carlos, labora como mecánico industrial. Y su última hija, Génesis, tiene 20 años, estudia logística y trabaja junto a ella en la mesa del Festival. Por su parte, su esposo Juan Carlos trabaja como herrero.

Jaquelín asegura que los dulces que más le gusta preparar son el de coco, el de mongo mongo, el de ‘gandul’, el enyucado y las cocadas, siendo el de ‘gandul’ y el de mongo mongo unos de los más complejos en su proceso de preparación.

Se siente feliz de representar la cultura de Palenque y de mostrar el legado de la cocina popular que le ha permitido sacar adelante a su familia.

“Ningún trabajo es deshonra. Este trabajo de elaborar dulces tenemos que llevarlo con orgullo porque es una tradición, esto es rico, esto es lindo. Lo que se hace con amor, se recibe con amor”.