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La historia del policía que se enfrentó a sicarios que llegaron a matarlo en Bolívar

El patrullero Dylan Díaz lleva tres años en la institución y tres meses de servicio, cuenta que este ha sido el peor momento de su vida.

Departamento de Policía Bolívar

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Estuvo cerca de la muerte cuando se encontraba de guardia en la estación de Hatillo de Loba- Bolívar y un sicario se acercó rápidamente disparando contra él y otro policía. En cuestión de segundos, tuvo que ver como las balas sacudían el cuerpo de su compañero, mismo tiempo que usó para protegerse y tratar de herir al sicario.

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Ese día, 25 de abril de 2022, era la primera vez que el patrullero Dylan David Díaz Tobíos disparaba contra alguien en defensa propia, su afinada puntería le permitió salvar su vida y evitar que remataran a su compañero con quien hacía turno. Eran las 11:30 de la noche.

En medio de la oscuridad todo fue confusión, su compañero tirado en el piso desangrándose le pedía que no lo dejara morir, mientras el sicario era esperado por tres hombres motorizados que también enfrentaron a los uniformados y huyeron en medio del fuego cruzado.

En una patrulla con dos llantas reventadas por impactos de bala, fue trasladado rápidamente el patrullero herido hasta el puesto de salud y de ahí llevado en una ambulancia acuática hasta el Banco- Magdalena en donde lograron salvarle la vida. Entre tanto, los sicarios huían del lugar, pero el que quería matarlos fue hallado horas después en un camino solitario y abandonado por sus secuaces, se estaba desangrando. Pese a que minutos antes este sicario tenia la misión de matar a todos los Policías de dicha estación, fue auxiliado por los mismos uniformados y hoy está tras las rejas.

Fue condecorado por aquella acción valerosa donde expuso su vida por salvar la de su compañero Hanner Navarro Bastidas, que hoy goza de buena salud, y de uno de los momentos más inexplicables de su vida, porque por poco su nombre estaría en la lista de los Policías caídos a nivel Nacional por manos del Clan del Golfo. Para su fortuna, puntería y experiencia, hoy está vivo y echando el cuento con un poco menos de melancolía.

El patrullero Dylan David Díaz Tobíos, nació el 11 de abril de 2000 en Yatí, un pequeño pueblo del sur de Bolívar. Allí vivió toda su niñez y la adolescencia en medio de muchas necesidades, pero con la firme esperanza de terminar su ciclo escolar e incorporarse a las filas de la Policía Nacional.

Cuando niño, se enteró que su padre siempre quiso pertenecer al Ejército Nacional, pero ese deseo no pudo cumplirlo por ser hijo único, pues su abuela, la mamá de su papá, María de Jesús, no lo dejó enfilarse frustrando aquel sueño.

Dylan, quien además es percusionista empírico, amante de la salsa y el vallenato, es el segundo de tres hermanos y el orgullo de la familia, está casado y producto de esa unión nació Dominic, la niña de sus ojos y su motor para mantenerse firme.

Recuerda que estando aún en la Escuela de Policía casi a punto de graduarse, se enteró que su padre, Héctor Manuel, había sufrido un infartó, la noticia fue tan fuerte que de una vez pensó en abandonarlo todo para correr al lado del hombre que tantos principios y valores le había inculcado.

Mientras su padre era operado de corazón abierto, su madre, Jaqueline, le daba ánimos para que no desistiera de su sueño con la convicción de que aún no era la hora de su partida, pues este tenía muchos deseos de verlo convertido en todo un Policía y esa fuerza sumada a la fe infinita en Dios y en la Virgen, lo sacarían de aquel quirófano donde estuvo por horas batallando contra la muerte.

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El día de la graduación llegó, y con ello, los sentimientos encontrados. Había una mezcla de tristeza y felicidad, se sentía dichoso por haber alcanzado el primer peldaño de su sueño y triste porque su padre no pudo acompañarlo en aquel día tan importante, pues apenas tenía 15 días de haber sido operado. Cuenta que saliendo de la ceremonia de inmediato regresó a su casa, y el abrazo con su padre fue el momento más emocionante de su vida, ambos no paraban de llorar y darle gracias a Dios por aquel hermoso momento.