Gloria Cecilia Narvaez: testimonio de lucha, perdón y esperanza
La monja colombiana secuestrada en África en 2017, contó detalles de la desgarradora historia a la que sobrevivió luego de cuatro años de cautiverio.
Momentos de sufrimiento y extrema violencia traidos a su mente, de aquellos recuerdos de lo vivido durante cuatro años y ocho meses que estuvo secuestrada en Malí, al occidente de África, dejaron profundas huellas de dolor, pero también de esperanza en la vida de la religiosa Gloria Cecilia Narvaez. Así lo hizo notar en un valiente y conmovedor relato.
Vivió el horror de la violencia, recibió maltratos físicos y psicológicos por parte de sus secuestradores, integrantes islamistas de un grupo extremista vinculado a Al Qaeda, el cual no solo le propició golpes, la hizo pasar hambre y sed, la encadenó más de una vez, sino también la amenazó y la insultó por ser católica.
Las marcas de sol que le quedaron en su piel, la cual todavía está recuperando su color y sanando de las ráfagas de viento y la resequedad del desierto, nunca la hicieron olvidar de su vocación como misionera ni de su fe en Dios, a quien le escribía constantemente cartas con pedazos de carbón o en la arena de las dunas.
“Me querían matar de cualquier manera, repetían continuamente que querían cadáveres y me hacían sufrir a ver cuánto aguantaba. Yo decía ‘Voy a luchar, pero si es la voluntad de Dios que muera, que se haga su voluntad’”, expresaba con voz serena pero quebrada, al recordar aquellos momentos de angustia.
En su relato, la monja contó cómo, bajo el poder y la coacción de varios jefes del grupo terrorista, tuvo que recorrer varios kilómetros sin importar el clima, ni el peligro al que estaba expuesta, en medio de constantes enfrentamientos entre grupos armados y torturas. Señaló que en muchas oportunidades la mantuvieron con una sola comida al día, o a veces sin comer; y que la llamaban “perro de iglesia”, la expresión más baja con la que acostumbran a ofender a los católicos. “‘Es tu religión’, me decían siempre. En esa cultura la mujer no vale nada y peor si yo era católica, no me consideraban en ningún sentido”.
Pese a los maltratos verbales que recibió, siempre fue prudente, mantuvo la calma y se acogía a sus oraciones. Su lema en esos momentos fue “Callad, callad y callad que Dios nos defiende”, una frase que, en su mente, le dio la fuerza para continuar ante las fuertes humillaciones.
De un momento a otro, en su rostro, un aire de esperanza y tranquilidad la invadió. A pesar del sufrimiento que padeció, dijo que "el perdón es la obra más grande de Dios" y por eso, perdonó a sus secuestradores. También hizo un llamado para que sean liberados aquellos que siguen en cautiverio. “Hago un llamado, para que liberen a quienes llevan casi cinco años en cautiverio, aquellos que conozco que son personas de fe y oran mucho para obtener su libertad”.
Gloria Cecilia Narvaez es una mujer valiente, un verdadero ejemplo de lucha, perdón y esperanza. Ahora, libre, ha vuelvo para seguir dando testimonio de vida.