El graso de Tota: único pez de agua dulce extinto en Colombia
No aparece desde hace 60 años en el lago de Tota, el único ecosistema donde habita y que hace parte del complejo de páramos Tota-Bijagual-Mamapacha
A comienzos de la década de 1940, los habitantes de Cuítiva, Tota y Aquitania quedaron perplejos por una gran cantidad de peces raros que aparecieron muertos flotando en el lago más grande de Colombia, Tota, ubicado en el departamento de Boyacá.
El cuerpo de estos peces llamó la atención de los campesinos, ya que contaba con varios anillos y protuberancias bastante grasosas. Según relatos de la época, la población decidió aprovechar el hallazgo para fabricar velas con los animales y así alumbrar sus casas.
En febrero de 1942, el investigador inglés Cecil Miles estaba en Tota realizando algunos estudios y logró colectar tres de esos peces extraños. Al parecer, encontró a uno de estos animales en una sartén, cuando era freído por la comunidad para su consumo.
“A partir del descubrimiento, el investigador describió por primera vez a este animal y lo llamó pez graso (Rhizosomichthys totae). La ciencia logró determinar que se trataba de una especie endémica o única del lago de Tota, es decir que no habita en ninguna otra parte del planeta”, afirma Juan Gabriel Albornoz, biólogo e investigador de la Colección de Peces de Agua Dulce del Instituto Humboldt.
Miles describió al pez graso de Tota como un pez de cuerpo cilíndrico, con seis o siete anillos prominentes circundantes en el tronco, cola lisa y dientes largos, numerosos y prominentes. “Es de un color castaño oscuro uniforme. La especie se distingue fácilmente de los demás miembros conocidos de la familia por sus anillos grasos, que asemejan una serie de llantas de automóvil, una apariencia repugnante y un olor a manteca”, escribió el investigador en su artículo científico.
Desde la época de la descripción, es decir en la década de los 40, Miles ya advertía que el extraño pez corría un alto riesgo de desaparecer de la laguna. “Un fenómeno sísmico causó la muerte de un gran número de estos peces, los cuales fueron aprovechados por los ribereños para la iluminación de sus casas. Hoy, sin embargo, se puede considerar escaso”, escribió Miles.
El texto del inglés revela que los ejemplares obtenidos fueron encontrados en un estado mutilado, lo cual atribuyó a las truchas arcoíris sembradas en el lago de Tota por el Ministerio de Economía de la época. “Por tanto, es posible que la especie esté condenada a la extinción”.
Más de 60 años de ausencia
El pez graso frito encontrado por Miles, que se conoce como holotipo por ser el ejemplar con el que se hizo la descripción formal, fue enviado a la colección científica del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional en Bogotá, donde hoy reposa.
Los otros dos reportados por el inglés fueron a parar a la Academia de Ciencias de California y al Museo de Zoología Comparada de Harvard. “En los siguientes años, fueron encontrados otros peces grasos en Tota, que también fueron enviados a otras colecciones biológicas en diferentes partes del mundo”, complementa Albornoz.
Según el biólogo del Instituto Humboldt, en el mundo no hay más de 10 ejemplares del pez graso de Tota en colecciones biológicas y museos, tres de los cuales están en Colombia: dos en la colección del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional y uno en la Colección de Peces de Agua Dulce del Instituto Humboldt en Villa de Leyva.
Según el Libro Rojo de los peces de agua dulce de Colombia, el último registro del pez graso de Tota fue en 1958, es decir que lleva una ausencia de más de 60 años. “Esta es la única especie de pez de agua dulce ya catalogada como extinta en Colombia”, revela Albornoz.
El experto precisa que en el país se han realizado varios esfuerzos para poder registrar al peculiar pez en las frías aguas de Tota, pero todos han sido fallidos. “Hay más preguntas que respuestas sobre la especie. Hoy en día solo podemos apreciar y estudiar su rareza en los 10 especímenes que reposan en las colecciones biológicas”.
El Libro Rojo informa que en 1999, el Instituto de Ciencias Naturales y el Museo Americano de Historia Natural, con la colaboración de Corpoboyacá, dieron marcha al proyecto “Búsqueda del extinto pez graso”.
“En octubre de ese año inició la búsqueda de la especie, sumergiendo líneas de anzuelos y cerca de 100 trampas con carnadas de carne y pescado, en diferentes sectores del lago, pero los resultados fueron infructuosos”, comentó Albornoz.
Luego se incentivó la búsqueda del pez mediante el pago de recompensas a los pescadores locales, pero tampoco se logró su captura. “En noviembre de 2001, investigadores instalaron redes agalleras en el fondo del lago, pero no se capturaron peces grasos”, dijo Albornoz.
¿Por qué desapareció?
El investigador comentó que las posibles causas de la extinción del pez graso de Tota están relacionadas con una combinación de factores propiciados por la mano del hombre, entre ellas la introducción de especies que no habitaban en el lago boyacense. “La gente empezó a llevar pez capitán de la sabana, una especie nativa del río Bogotá, al lago de Tota. Y esa podría estar entre las principales causas de su desaparición, ya que pudo competir con el pez graso hasta hacerlo colapsar”.
También considera que el consumo y uso dado por la población pudieron impactar las poblaciones del pez graso de Tota. “Esta especie estaba adaptada al ambiente, por lo cual contaba con anillos de grasa que servían como un aislamiento térmico a las temperaturas frías del lago. Esa grasa tal vez jugó en su contra”.
Según el biólogo, los pobladores pescaban estos peces para aprovechar su grasa y elaborar velas. “También fue altamente consumido por la población, algo que Miles presenció”.
El Libro Rojo de los peces de agua dulce asocia la llegada de la trucha arcoíris y otras especies a Tota con la extinción del pez graso. “Luego de la introducción de la trucha durante los años 40 del siglo pasado, en la década de los 50 se introdujeron otras especies de aguas frías para servir de forraje a las truchas: la guapucha (Grundulus bogotensis), el capitán de la sabana (Eremophilus mutisii) y la carpa (Cyprinus carpio)”.
La publicación indica que la guapucha y el capitán se han establecido en la región con poblaciones importantes. “El capitán debe considerarse como un fuerte competidor con el pez graso, ya que es un pariente taxonómico cercano, con una morfología similar y puede asumirse que posee el mismo nicho ecológico”.
Para Albornoz, el hecho de que este pez ahora solo pueda ser apreciado en las colecciones biológicas, ratifica la importancia de estos lugares para seguir ampliando el conocimiento sobre la biodiversidad del país.
“El Instituto Humboldt cuenta con aproximadamente 200.000 especímenes de peces de agua dulce distribuidos en más de 25.000 lotes, cifras que convierten a la colección en el principal repositorio del país. Esta información es de suma importancia para conocer la morfología y poder describir las especies, por medio del estudio y comparación de sus estructuras y los cambios a lo largo del tiempo”.