Con medio gobierno terminado y dos años por delante, analistas políticos revisaron la gestión de I<strong>ván Duque</strong> durante su primera mitad en la Casa de Nariño. Daniela Gómez Rivas, coordinadora de democracia de la Fundación Paz y Reconciliación; Carlos Arias, analista docente de la maestría en<strong> Comunicación Política</strong> de la Universidad Externado, y Augusto Reyes, mánager político, abordaron la administración Duque en seis puntos.<strong>Dos años atrás, dos años al frente</strong>Para los analistas, antes del coronavirus, Duque gobernó sin liderazgo en su partido, sin conexión con la ciudadanía y sin una meta clara. Daniela Gómez estimó que mientras gobiernos anteriores tenían el camino de la seguridad democrática o el proceso de paz, Duque tuvo muchas dificultades para establecer una prioridad, lo que también se vio reflejado con el Centro Democrático. “<strong>Por lo general cuando una persona es presidente tiene una influencia muy importante en su partido, en este caso no es así, pues el líder innato del Centro Democrático es Álvaro Uribe Vélez</strong>”, recalcó Gómez.Augusto Reyes explicó que “antes de la llegada del coronavirus a Colombia, el gobierno no tenía ningún propósito. Pocos eran los que identificaban un norte” y lo que se veía era una desorientación. Por ello, C<strong>arlos Arias asegura que el gobierno vive un antes y un después del coronavirus.</strong>Arias señala que, tras el primer caso en Colombia, Duque “empieza a conectarse un poco más con cierto tipo de audiencias”, que empiezan a verlo con buenos ojos y esto “genera un relativo equilibrio en ese posicionamiento. No significa que lo esté haciendo mucho mejor que antes, significa que la situación de crisis hace que cualquier gesto sea bien ponderado en términos de favorabilidad”.<strong>Gobernabilidad</strong>Gómez, integrante de la Fundación Paz y Reconciliación, aseguró que, desde la posesión del nuevo Congreso, Cambio Radical y el Partido de La U hicieron coalición, dejando por fuera a Duque. Desde entonces se ha notado la dificultad para gobernar. “Se cayeron la reforma a la justicia, las objeciones a la JEP y un proyecto que por lo general pasa fácilmente, como el Plan de Desarrollo, también estuvo a punto de caerse”, recordó Daniela Gómez.Reyes señaló que la falta de gobernabilidad ha llegado también por parte de su gabinete, “que tiene personas brillantes, pero que también tiene algunos espacios de complicación, empezando por su vicepresidenta, que desde el mismo inicio de la relación de gobierno y personal no ha sido la mejor desarrollando un buen ambiente”.<strong>Carácter político</strong>Carlos Arias indicó que el carácter de Duque no se ha logrado establecer, “porque siempre ha estado agazapado bajo la imagen de Álvaro Uribe Vélez” y la prueba es que, a dos años de gobierno, su partido aun asocia a Uribe como el presidente y no a Duque, lo cual es resultado de no construir una narrativa de identidad, como sí lo hicieron “Juan Manuel Santos con la paz o el propio Uribe con la seguridad democrática”.Augusto Reyes resaltó que Duque ha tenido un carácter dócil y considera que, aunque ha recibido un impulso gracias a la pandemia, “sigue siendo muy débil en materia de su potencia comunicacional y de su competencia a la hora de liderar. Ojalá en los próximos dos años pueda desenvolverse mucho más y de alguna manera pueda liberarse de ciertas ataduras que tal vez no lo dejan ser él mismo”.<strong>Imagen </strong>Los tres analistas concordaron en que Duque ha tenido problemas de imagen pública. Para Carlos Arias “(Duque) solamente ha venido a entender hace pocos meses que la gente ya no quiere a un candidato divertido que baile con las señoras y cargue a los niños, sino que quiere ver a una estadista, a un presidente que pueda tomar decisiones oportunas”.Daniela Gómez señaló que su baja aprobación es atípica para los primeros dos años y esto “le ha costado caro, porque además de la ausencia de mayorías en el Congreso, la baja aprobación de la opinión pública le resta capacidad y poder”.Por su parte, Augusto Reyes resaltó que el mandatario ha venido mejorando y, gracias al Covid-19, “tiene un propósito definido, con una ruta definida, que trae un plan estratégico para mejorar su imagen”.<strong>Relación con los demás poderes</strong>Para Augusto Reyes la relación con las demás ramas del poder público demuestra el talante uribista: “Por ejemplo la relación con las Cortes siempre ha transitado por un camino tenso. Y con el Congreso, a pesar de que el presidente Duque insistió que no quería que en esa relación existiese mermelada, todos ya sabemos que ha existido para mejorar la gobernabilidad”.Carlos Arias señaló que “las falencias y debilidades en la construcción de imagen pública de Iván Duque han sido equilibradas y mitigadas con las relaciones que ha venido tejiendo con todos los otros sectores del poder político (...) Hoy tenemos a un presidente que tiene cercanía con los entes de control: Contraloría, Fiscalía y seguramente Procuraduría”.Daniela Gómez consideró que Duque se ha saltado la separación de poderes y esto se ha visto con la JEP: “El presidente Duque no solamente intentó objetarla, sino que ha cuestionado en diferentes ocasiones la actuación de la jurisdicción”, detalló.<strong>Nombramientos</strong>Sobre la designación de cargos, Gómez señaló que todos han seguido la posición del Centro Democrático frente al proceso de paz y otras políticas, como “el nombramiento en la Unidad Nacional de Protección, que al final se cayó, de Claudia Ortiz, y haberla mantenido dentro del Ministerio de Agricultura. Sin duda, para algunos fue leído de esta misma forma el nombramiento del hijo de ‘Jorge 40’ en la dirección de Derechos Humanos del Ministerio del interior”.Augusto Reyes insistió en que cada equipo de gobierno “se conforma con un hilo conductor, una sinergia personal, política, ideológica y conductual” y por ello su gabinete se ha hecho con base en los postulados del partido que lo llevó a la Presidencia. “Pedirle a un presidente que gobierne con personas con las cuales no comparte de manera ideológica, no comparte la manera de ver el país y la forma de resolver sus problemas, pues es pedir imposibles”, concluyó.Arias señaló que, en estos dos años, el presidente “no logró consolidar una agenda de meritocracia y se limitó, como otro tipo de gobiernos que lo han precedido, a nombrar en muchos de los sectores y en muchas de las carteras a amigos o personas cercanas que, sin experiencia política o sin experiencia en gestión de construcción de políticas públicas, han llegado al gobierno a improvisar”.