Excombatientes de las Farc inician su tránsito hacia la legalidad

Bajo un intenso calor en Pondores, zona rural de Fonseca, en La Guajira, excombatientes de las Farc y autoridades locales fueron testigos del último contenedor de las Naciones Unidas, que se observaba, aún abierto, como contenia más de 250 armas.

Estas fueron las últimas que entregaron los guerrilleros que cambiaron sus fusiles por banderas blancas que hondearon en medio de una ceremonia de la dejación del desarme, como símbolo de paz, de reconciliación y de su voluntad de ingresar a la vida civil.

María junto a su esposo y su hijo, esperan iniciar un proyecto productivo, con un cultivo de café, un producto que su familia sostuvo por generación hasta que la violencia los desplazó de su territorio y la llevó a las filas de las Farc.

“Para nosotros es también satisfactorio porque se acabó la guerra, que es lo que nos afectaba tanto al pueblo colombiano y a nosotros, nos parece bien, porque lo que siempre buscamos fue una paz con justicia social”, manifestó.

Esperan que el Estado cumpla los compromisos que adquirió con los acuerdos para la reincorporación y su transito hacia la vida civil, “porque nosotros hemos cumplido al pie de la letra y queremos la respuesta positiva del Gobierno”.

En este departamento la autoridades están listas a recibirlos. Es el caso de Misael Velázquez, alcalde de Fonseca, quien afirmó que, “se presume que si ellos se van a reincorporar a cualquier parte de Colombia pueden estar y si es aquí, pues que sigan las reglas del juego que establece la Constitución y que tenemos nosotros”.

Dice que luego de la experiencia de las zonas veredales la comunidad confía en el proceso y es por esto que darán una oportunidad a los excombatientes.

Weildler Guerra, gobernador encargado de La Guajira por su parte, destacó este proceso que abre las posibilidades para un nuevo país. “Doblamos la página de décadas de violencia y abrimos una nueva esperanza y una puerta al futuro”.

Ahora este territorio, junto a las otras 25 zonas veredales se convierten en los nuevos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, para que más de 7 mil guerrilleros ingresen a la vida civil, poniendo fin a un cese bilateral al fuego y más de 53 años de confrontaciones, que dejaron más de 8 millones de víctimas en Colombia.