Noruega, el facilitador de Paz
El país se ha convertido en un mediador confiable que inició la búsqueda para construir un mundo mejor.
Un día después que se anunciara en La Habana el final del conflicto entre Colombia y las Farc cuyo primer acto formal se había realizado en Octubre de 2012 en Oslo, se anunciaba en la misma capital noruega que el gobierno de Filipinas había llegado a un acuerdo de cese al fuego con la insurgencia maoísta dando comienzo formal a la negociación definitiva para su desmovilización. En la misma ciudad nórdica el 29 de Marzo de 1990 se daba inicio al proceso de paz en Guatemala que concluiría seis años después con la firma en la misma Oslo de los acuerdos definitivos entre el Gobierno y la coordinadora guerrillera UNRG.
Aunque desde antes de la primera guerra mundial los países escandinavos, Noruega en particular, ya buscaban construir “un mundo mejor y en paz”, con su aporte entre otras a la creación de la Liga de las Naciones y tras la segunda guerra mundial su posicionamiento como facilitadores de paz, fueron quizás los acuerdo logrados por la mediación noruega entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, firmados en la Casa Blanca el 13 de septiembre de 1993, llamados apropiadamente “acuerdos de Oslo”, que visibilizaron internacionalmente el rol que juega Noruega como facilitador de paz en conflictos armados. En Myanmar, Nepal, Sri Lanka, Somalia y Sudán, países con largos y violentos conflictos internos fue instrumental la participación noruega en los procesos de paz.
Desde el fin de la guerra fría se han firmado decenas de acuerdos de paz entre combatientes en conflictos internos, sin embargo en más de la mitad de los casos la paz ha colapsado en la fase de implementación, situación no ajena a los acuerdos mediados por Noruega. Algunos se han mantenido en el tiempo; Guatemala y Nepal , otros por diversas razones han fracasado tras la firma definitiva reiniciándose las hostilidades entre las partes, tal como ocurrió entre Israel y Palestina, conflicto aún sin solución a la vista y en Sri Lanka donde tras el colapso de los acuerdos el gobierno lankés llevó a cabo una ofensiva de tierra arrasada que acabó con la guerrilla de los tigres tamiles.
¿Cómo y porqué se ha posicionado Noruega como el gran mediador de acuerdos de paz en complejos conflictos armados, en geografías alejadas de la tranquilidad nórdica, que involucran culturas, idiomas, religiones y etnias diversas?
Para dar respuesta a la pregunta habría que comenzar hace poco más de un siglo con el sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita, quien en su testamento instauró los premios que llevan su nombre uno de los cuales el de Paz, según su propia voluntad debía ser entregado al candidato seleccionado por el parlamento noruego en la ciudad de Oslo. Desde entonces la academia, sindicatos, la iglesia luterana noruega y el gobierno, junto a institutos, como el FAFO (http://www.fafo.no/index.php/en/) y el PRIO ( www.prio.org ) especializados en el estudio de la paz, los conflictos, sus causas, metodologías de mediación y negociación, psicología de los combatientes, han creado en el país un avanzado ecosistema para la solución de conflictos.
Noruega tiene a su favor la geografía, perfecta para conducir encuentros y negociaciones secretas casi siempre requeridas en alguna fase de los procesos de paz. Los negociadores de los acuerdos entre Israel y Palestina se reunieron secretamente en Noruega durante dos años. Una sociedad pacífica en la que la violencia cotidiana es prácticamente desconocida y cuando ocurre es severamente castigada socialmente. Despojado de un pasado colonial, Noruega junto a sus pares escandinavos representan el paradigma del Estado de bienestar y la sociedad igualitaria, un elemento que genera confianza al momento de acometer una mediación. Desde hace años el país ocupa el primer lugar en el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas y no es percibido como el modelo neoliberal depredador, característica atractiva para grupos insurgentes de izquierda como las FARC.
Noruega no es un país pacifista, por el contrario hace parte de la OTAN y cuenta con importantes fuerzas armadas involucradas en misiones de paz y cascos azules. El país fue invadido por los Nazis en la segunda guerra mundial, contrario a su vecino Suecia que prefirió declararse “neutral”. Noruega gracias a su enorme riqueza petrolera del Mar del Norte es poseedor del mayor fondo soberano del mundo y destina significativos recursos a lo largo y ancho del planeta a proyectos relacionados con la sostenibilidad ambiental, derechos humanos, reducción de la pobreza, asistencia a refugiados y desplazados y educación básica. En 2015 el país destinó unos 4 mil millones de dólares a cooperación internacional según cifras oficiales de NORAD, la agencia del estado encargada de la cooperación, siendo Brasil el mayor receptor de la ayuda noruega.
Para su rol de facilitador de paz Noruega hace uso de lo que se conoce como “Soft Power”, poder blando, aquel que tiene algo de zanahoria y muy poco garrote, basado enteramente en su reputación como mediador confiable, no muy cercano a las grandes potencias pero con eficaces canales de comunicación con estas, cediendo el protagonismo a otros cuando esto es necesario para lograr su fin último, la paz. Los acuerdos de Oslo entra Israel y Palestina fueron firmados en la Casa Blanca, siendo el presidente Bill Clinton el foco de los medios internacionales. La participación del enviado especial de Obama, Bernard Aronson en la fase final del proceso de La Habana es otra muestra de la diplomacia de paz privilegiada por Noruega que permite que los que son se involucren en el momento adecuado. La discreción absoluta, persistencia y paciencia sin límites, cero filtraciones, perfil bajo, ningún interés tangible diferente la paz misma y la no utilización de las mediaciones para política interna, completan el arsenal con el que cuenta Noruega para sus facilitaciones de paz.
Adicionalmente la gran experiencia en mediaciones de paz le permite a Noruega obtener retroalimentación de los procesos fracasados para vislumbrar las posibles amenazas y neutralizarlas, en la medida de lo posible, en los acuerdos mismos. Esto sin duda se hizo en los acuerdos de La Habana entre Colombia y las FARC-EP, uno de los más completos acuerdos de paz hasta ahora firmados entre partes en conflicto.