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¿Dónde está mi perro?

Un texto en honor a Tomás, que se fue en noviembre de 2019, y en honor a todas las personas que –como yo- se preguntan dónde está su perro

¿Dónde está mi perro?

¿Dónde está mi perro?(Cortesía: Diana León)

La historia de este simpático labrador negro nos conmovió enormemente. Definitivamente, una mascota se convierte en un miembro más de nuestra familia.

Tomás, uno de nuestros 'Héroes de cuatro patas', cumplió con la misión de entregarle su amor, cariño, respeto y dedicación a esta familia que le brindó todo para hacerlo feliz.

Gracias a nuestra compañera Diana León, por abrir su corazón y contarnos más sobre él:

¿Dónde está mi perro?

A veces me pregunto dónde está mi perro.

Por qué no asoma el hocico cuando llego a la puerta de la casa.

Por qué no siento sus pisadas o los latigazos de su cola feliz.

Por qué no he vuelto a experimentar esa felicidad que me produce abrazarlo y olerlo.

Por qué no he vuelto a sentir esa mirada que me convence de que la bondad existe.

Por qué no está esperando en la puerta hasta que llegue el último miembro de la familia.

Por qué no está viendo crecer a mis sobrinos, cómo lo hizo conmigo.

A veces me pregunto dónde está mi perro. Y me respondo yo sola: ya no está en la tierra, pero está en mi corazón, de donde no se va ir nunca.

Tomás se fue en noviembre de 2019. Decidimos que era el momento, después de una ardua decisión familiar, en la que participamos con corazón y cabeza, después de ver muy deteriorada su calidad de vida. Era un labrador negro que llegó a la familia cuando yo tenía 14 años. Se fue cuando yo tenía 29. Él era un quinceañero que solo merecía cosas lindas, nada de dolores.

Tomás de paseo en la Biblioteca Virgilio Barco, en Bogotá.

Siempre le tuve miedo a su partida, sabía que iba a ser muy difícil. Y lo fue, pero eso no me hace arrepentirme de tener mascota: a él volvería a tenerlo en mi vida mil veces. Lo más duro fue verlo envejecer y enfermarse, creo que incluso más difícil que la muerte misma.

Probablemente la tercera cosa más fuerte de que muera tu mascota es que no todo el mundo lo entiende (la primera es el vacío en el pecho y en la casa; la segunda es ver a tu familia triste). Experimentarás un dolor profundo, pero no te sentirás con autoridad de declararte en duelo, de faltar al trabajo, de llorar todo el día o de estar desconcentrado. No, es como si no fuera aceptado socialmente. Y tampoco juzgo a los que no lo comprenden: por mucho tiempo nos han querido hacer creer que el amor a una mascota no está comparado con el amor a otro humano.

Tomás cuando era cachorro.

¿Qué se siente que se muera tu perro? Es parecido a una ruptura amorosa, pero con un único inconveniente: no tienes nada que reprocharle a la contraparte. Una ‘tusa’ humana se supera pensando en los aspectos negativos de tu pareja. Pues, lo siento, el perro no tiene nada malo. Y ese es el problema, que no tienes ni un motivo para querer que él se vaya de tu vida. Pero se va.

Al principio no te lo crees y sientes que en cualquier momento aparecerá saltando si haces sonar el pito de su juguete favorito (si no le quitó el pito, claro). Y el corazón se confunde, porque tiene mucho amor destinado para él, y no sabe a quién dárselo.

Tomás con algunos de sus juguetes.

Nunca dejas de extrañarlo. Aprendes a recordarlo con más cariño que tristeza, eso sí. Con más gratitud, que dolor. Finalmente, fueron unas semanas de enfermedad versus muchos años de compañía incondicional.

Algún día cruzaré alguna puerta y él estará al otro lado. Me recibirá saltando de la felicidad y por fin el corazón volverá a estar completo.

Tomás comiendo el pastel de su cumpleaños #15.

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