Putamente Poderosas y su labor de humanizar el trabajo sexual
La organización en su trabajo busca proponer un diálogo y buscar oportunidades para la población trabajadora sexual del centro de Medellín.
Antioquia
Una obra de teatro fue la excusa perfecta para que Melisa Toro, una diseñadora de Medellín, se intrigara por comprender el trabajo sexual.
En el Museo de Antioquia se presentó la obra “Nadie sabe quién soy yo”, y días después, Melisa decidió acercarse a las mujeres que ejercen la prostitución en la zona de Guayaquil, un espacio de la ciudad que ha sido estigmatizado como un punto de encuentro de una vida pecaminosa en los bares, prostíbulos y hoteles de mala muerte, donde existe una percepción general de inseguridad.
Melisa, junto con su amiga Tatiana, quiso conocer esta zona a donde muchos no se atreven a pasar. Ese encuentro le bastó para proponer una plataforma social, un espacio de apoyo y diálogo a las trabajadores sexuales. El nombre indicado fue “Putamente Poderosas”, putamente porque habla de una acción que impacta, poderosas porque quieren proponer una visión de mujer fuerte, valerosa e infinita.
“Putamente Poderosas nace con lo que no se quiere nombrar, como una plataforma para proteger a las mujeres trabajadoras sexuales, con el fin de impactar a miles de mujeres en el país”, contó la líder.
Cuando se creó la organización, Melisa y las voluntarias descubrieron un panorama muy complejo de vulneración a los derechos de las trabajadoras sexuales. Pocos se habían aventurado a hablar de las condiciones de estas mujeres, que según Melisa Toro, han estado marginadas no porque ellas quieran, sino porque la sociedad históricamente se los ha impuesto.
“Cuando me acerqué a las mujeres me encontré con un panorama de desconocimiento, muchas veces se mira a las trabajadoras sexuales con prejuicios. Nosotras encontramos aliados para apoyar creaciones de las mujeres, como la técnica de la costura con la cual han hecho exposiciones”, comentó Melisa Toro.
Las mujeres trabajadoras sexuales habitan espacios de Medellín como la avenida de Greiff, la Iglesia de la Veracruz, la Plaza Botero y los alrededores del Museo de Antioquia. En esta misma zona hay presencia de grupos de autodefensas, conocidos en el centro de la capital de Antioquia como “Convivir”. Estos grupos les cobran a las trabajadoras sexuales un impuesto, o una mal llamada vacuna, a cambio de darles una suerte de garantía de seguridad.
En otros casos, las mujeres son explotadas hasta por sus propios esposos.
“En cuanto a la explotación, aunque no trabajamos directamente con esta población, no desconocemos que existen en la ciudad redes o mafias a las cuales no tenemos la oportunidad de enfrentarnos. Muchas veces las “Convivir” les cobran una vacuna a costa de protegerlas, pero también hay maridos que explotan a sus esposas y de cierta manera las manejan”, afirmó la líder.
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El sueño de las putas
Putamente Poderosas señala que debido a los años de marginalidad y abuso a los derechos de las trabajadoras sexuales, se ha normalizado la violencia contra ellas. Por tanto su trabajo consta en ayudarles a ser consciente de la relevancia de conocer sus derechos, de ver el oficio no como una consecuencia de la falta de oportunidades sino como un ejercicio digno, “una transacción de su cuerpo” que requiere de mujeres realmente valientes para ejercerlo.
“Queremos reconocer el trabajo y la valentía de estas mujeres, ellas trabajan diariamente para sostener a sus familias, pagar una pensión, para comer. Queremos que la sociedad se abra al diálogo y se puedan generar mejores oportunidades para las trabajadoras y sus familias, que podamos decir que una generación de hijos de puta puede estudiar”, expresó Melisa Toro.
Aunque Putamente Poderosas trabaja con las trabajadoras sexuales de la Candelaria, del centro, reconoce que hay prácticas de explotación sexual que se dan en otros espacios de Medellín.
En el sur de la ciudad se pueden encontrar con casos de trata de personas, en donde posibles proxenetas obligan a las mujeres a ofrecer su cuerpo, comercializan la virginidad de menores de edad y se lucran de este negocio ilícito.
Las autoridades están en la investigación de estos casos, sin embargo, en cuanto a las trabajadoras sexuales del centro hay una propuesta social desde Putamente Poderosas para que algún día en Medellín y Colombia, una “generación de hijos de putas” pueda ir a la escuela, a la universidad y tener mejores oportunidades.