¿Y después de la revocatoria, qué?
Columna de opinión de Luis Daniel Vargas
Cartagena de Indias
Hace dos décadas desafié con un puñado de dirigentes cívicos, la costumbre política de la época, que para aspirar a la Gobernación de Bolívar había que pedirle permiso a dos jefes políticos del departamento y obtener su aprobación, yo no hice ninguna de las dos cosas y a pesar de ello, fui elegido por unas mayorías populares en contra de la orientación de tres senadores bolivarenses del momento, lo que me colocó en la mira de los ataques, hasta que lograron que uno de los organismos de control a finales del año 2003, se amangualara con sectores tradicionales de la política departamental, a quienes yo había desafiado y derrotado en las urnas, para separarme del cargo y devolverles el poder en la Gobernación de Bolívar.
Así lo habían hecho anteriormente con Nicolás Curi, lo intentaron hacer con Guillermo Paniza y Judith Pinedo, después lo logran materializar con Campo Elías Teherán, donde una reconocida casa política con acceso directo al Presidente de la República de turno, daba el nombre de la persona que debía ser encargada como gobernador o alcalde, sin tener en cuenta la afiliación política del separado del cargo ( Ley Estatutaria 1475 de 2011), violentando el querer de la voluntad popular expresada en las urnas; ese es el modus operandi de esas élites políticas cuando el pueblo elige gobernantes independientes.
Dirigentes políticos que actúan en la sombra y se mueven tras bambalinas en los cocteles en Bogotá, en las Islas del Rosario o ahora en el nuevo epicentro de la política local, en la zona norte de Cartagena. Es el mismo patrón conductual que quieren aplicarle al alcalde William Dau.
En este caso no es suspensión -que la intentaron hasta última hora con el Procurador saliente- pero los efectos de la separación del cargo son los mismos, más grave aún, porque es definitiva.
Y ahí viene lo delicado de este “juego” democrático, según las Leyes 134 de 1994 y 741 de 2002 deben convocarse nuevas elecciones, es en ese momento donde aparecerán los verdaderos financistas y promotores de la revocatoria, aspirando a la alcaldía en vivo y en directo, o en cuerpo ajeno, a fin recuperar lo que el pueblo en franca lid les había negado en las elecciones pasadas.
¿Dónde están los candidatos/as de los sectores comunales, populares o independientes, con reales posibilidades de enfrentar un debate? y no las cuarenta y tantas candidaturas que sin ton ni son, empezarán a salir, cuya desunión y atomización favorecen a candidatos de coaliciones partidistas tradicionales para recuperar una vez más el Palacio de la Aduana y fortalecerse a costa del erario público para las próximas elecciones de congreso y presidenciales, y más adelante, las regionales, reproduciendo la exclusión, la inequidad, la desigualdad de oportunidades, quién sabe por cuántos años más.
Hábil manera de burlar la voluntad popular para recuperar el trofeo burocrático/contractual de la alcaldía, repartirse el PAE, entregar la concesión del alumbrado público, mal ejecutar los macro proyectos de Cartagena, como la protección costera; el dragado y canalización del canal del Dique; el Plan Maestro de aguas pluviales; la quinta avenida de manga y la renovación de la concesión de los peajes; auto-desarrollar la recién expedida Ley que creó el Fondo de Sustentabilidad pro Cartagena 500 años, para la erradicación de la pobreza extrema (Ley 2038 de 2020); o la manipulación del Plan de Ordenamiento Territorial Distrital-POT (Ley 388 de 1997), en beneficio de unas minorías excluyentes; en fin volvemos a lo mismo, pobre ciudad, otro sitio heroico más en pleno siglo XXI a la vista de propios y extraños.
Yo no voté por William Dau, ni espero o aspiro a nada personal o familiar de su administración, así mismo, estoy de acuerdo en que el alcalde no ha estado a la altura de la dignidad de la ciudad en el cumplimiento del Plan de Desarrollo del Distrito de Cartagena de Indias, de la atención a los sectores más golpeados por la pandemia, de su lenguaje y actitudes camorristas, pero no vaya a resultar el remedio peor que la enfermedad.
Pienso que podría organizarse una gran junta representativa de todos los estamentos de la ciudad, políticos, comunales, gremiales, económicos, académicos, juveniles, sociales, etc., para que con el alcalde Dau y su gobierno, revisen, analicen y replanteen hacia donde debe ir la ciudad y sus gentes, en un Gran Pacto Social por Cartagena, con planes, programas, proyectos, acciones y metas concretas, medibles en un cronograma e indicadores de gestión, a la vista de todos los ciudadanos y con el acompañamiento del Gobierno Nacional y los organismos de control.
“El quítate tú, pa’ ponerme yo”, es un juego donde sólo ganan, los de siempre, los que más tienen, los que se han alternado el poder y todavía no aceptan cuando el veredicto de la democracia les es adverso; la ciudadanía independiente que no responde a grupúsculos políticos, a intereses económicos mezquinos o a falsos mesías populares debe estar alerta para no caer en esos “juegos” por muy democráticos que sean, más bien esa ciudadanía libre, debería asumir la vocería de la rectificación, de la reconciliación, de la unión por el bien de la ciudad y de todos sus habitantes; que Dios nos guarde de esta otra pandemia.