COP30: más de 70.000 personas participaron en el funeral de los combustibles fósiles en Belém
Mientras las negociaciones sobre financiación a países en desarrollo entran en su semana decisiva, en las calles se despiden de la era del gas y el petróleo
La COP30 entra en su semana decisiva, en la que ministros de diversas naciones asumirán las negociaciones sobre cambio climático, las cuales, no han avanzado en temas cruciales para enfrentar esta problemática.
Han quedado fuera de la agenda oficial, temas centrales como la financiación de los países ricos a los que están en desarrollo y las nuevas metas de reducción de emisiones.
El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, evitó asumir responsabilidades y dijo que se incluirían en la agenda únicamente por el deseo de los Estados. “Las decisiones se toman de abajo arriba”.
Mientras tanto, en las calles de Belém do Pará, más de 70.000 personas participaron en el funeral de los combustibles fósiles, una intervención artística y política con ataúdes gigantes representando carbón, petróleo y gas, soles y aerogeneradores, más de 80 jaguares performáticos, una serpiente de 30 metros y más de 100 artistas, simbolizó el inicio del fin de la era fósil.
“Le mandamos un mensaje al mundo de que ya era necesario enterrar esta era. Entendemos que nos trajo cosas, el petróleo, el gas y el carbón, pero que ya es momento de realmente renovar nuestras tecnologías, renovar la forma de hacer que la energía llegue a nuestros hogares y empezar una nueva era aquí en Brasil”, indicó Juliana Uribe directora y fundadora de la organización de la sociedad civil, Movilizatorio.
Este performance, influyó en la narrativa de la fase final de las negociaciones de la COP30 y reforzó el llamado global a detener la exploración petrolera en la Amazonía y a eliminar progresivamente los combustibles fósiles del escenario mundial.
Para impulsar las negociaciones, Brasil designó a varios ministros extranjeros como facilitadores en los principales temas de discusión, entre ellos finanzas, mitigación, transición justa y el llamado ‘balance mundial’, que mide los progresos en el cumplimiento del Acuerdo de París.