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Se cumplen ocho meses de conflicto armado en el Catatumbo

Asuncat advierte que líderes sociales y campesinos siguen siendo blanco de amenazas.

Bandera del ELN. Foto: Getty Images. / LUIS ROBAYO

Catatumbo.

El Catatumbo completa ocho meses en medio de un ciclo de violencia que no se detiene. Desde que recrudecieron los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc, las comunidades campesinas han quedado atrapadas en un escenario de confinamientos, desplazamientos forzados, homicidios y una crisis humanitaria que, según advierten los líderes sociales, amenaza con prolongarse sin que haya respuestas reales.

“Esta es una arremetida cruel contra las organizaciones defensoras de derechos humanos y del territorio. Lo que estamos viviendo en el Catatumbo no permite hablar de esperanza, porque la gente sigue confinada, bajo directrices de los grupos armados, mientras otros insisten en que esta región solo debe permanecer en guerra”, afirmó Pablo Antonio Téllez, presidente de la Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo (Asuncat).

Téllez aseguró que la persecución contra quienes hacen parte de procesos sociales es cada vez más grave.

“Quien diga en la región que pertenece a Asuncat, a la guardia campesina o a un partido político como la Unión Patriótica, debe abandonar su vereda. Le quitan su tierra, su casa, su carrito, lo poco que tiene. Eso está pasando en el Catatumbo”, denunció.

A los confinamientos se suman los retenes ilegales, las amenazas en los caminos y los asesinatos en los corredores que conectan a Tibú, El Tarra y Ocaña.

“No hay confianza ni siquiera para continuar con los trabajos en las comunidades. A la gente la bajan de los transportes y la matan, como ya ocurrió con compañeros de nuestro proceso”, relató.

El líder campesino recordó que, ante la ausencia de garantías, algunas comunidades han tenido que refugiarse en espacios humanitarios como el de la vereda Bertrania, que cuenta con acompañamiento de la ONU y la Defensoría del Pueblo. Sin embargo, reconoció que la seguridad no es plena.

“Aquí seguimos porque no nos quedó otra alternativa, pero confiamos en que al menos se respete este refugio”.

Otro impacto, subrayó Téllez, es el temor que genera la parálisis de proyectos claves como el Pacto Catatumbo.

“La gente siente miedo de que los planes de desarrollo que se deberían ejecutar en la región no se puedan llevar a cabo por la guerra. Y sin garantías, la transformación del territorio es imposible”.

Desde Asuncat insisten en que la única salida real es retomar los diálogos. “Necesitamos que el ELN y el Gobierno se sienten en una mesa con propuestas claras. No queremos más comunicados que justifiquen crímenes de lesa humanidad diciendo que no era la intención. Queremos construir paz desde los territorios, con garantías, con respeto y con vida”, concluyó Téllez.