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Los 4 municipios de Boyacá que tienen 4 palabras en su nombre: Todos se relacionan con santos

Boyacá es un lugar ideal para conocer más sobre el turismo religioso. Conozca cuáles son los cuatro municipios que llevan el nombre de un santo.

Imagen de referencia a pueblo de San Pablo de Borbur/ Goboy

Colombia posee una herencia católica de más de cinco siglos, lo que lo convierte en un lugar atractivo para creyentes de todo el mundo que buscan explorar los templos, catedrales y basílicas, cada una con su propia historia.

Aunque el país ofrece santuarios notables en cada rincón, Boyacá es un destino que se debe visitar para el turismo religioso. Este departamento se distingue por sus profundas tradiciones y la devoción de sus fieles. Además, sus edificaciones religiosas, que para muchos son joyas arquitectónicas con influencias coloniales, son consideradas monumentos nacionales, según el portal Situr Boyacá.

Durante las festividades religiosas más importantes, como Semana Santa y Navidad, Boyacá se convierte en un punto de encuentro para quienes desean admirar los santuarios. De esta manera, el significado de algunos pueblos de este departamento posee una relación con los santos. Aquí le contamos cuatro de ellos.

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San José de Pare

Antes de la llegada de los españoles a este territorio, existía un asentamiento llamado: “Pare”, el cual era habitado por indígenas guanes, quienes pertenecían al grupo lingüístico Chibcha. Para la época de 1785 se le conoció el adicional de San José, en honor al santo, padre de Jesús.

¿Qué se puede hacer en San José de Pare? En este lugar están las cuevas del Nitrio y Suárez, que comunican con Moniquirá y Vélez, así como varias fincas paneleras.

San Luis de Gaceno

De acuerdo con la tradición, el nombre de San Luis se originó como un homenaje a Luis Hoyos, uno de los primeros pobladores de Guateque. Él edificó su casa cerca de lo que hoy es el cementerio. Se dice que su hijo, también llamado Luis, falleció, y en su memoria, los habitantes decidieron nombrar el pueblo de esa forma, haciendo también alusión al santo.

En cuanto al término gaceno, se dice que surgió de los caucheros y cazadores que se extraviaban en la selva entre las quebradas La Gazajarro y La Gacenera. Al conocer estas historias de hombres perdidos, el padre Jacinto Vega acuñó la expresión "engacenarse" para describir el acto de perderse en la selva, y así se añadió el vocablo al nombre ya existente. Estas narraciones no solo enriquecen la diversidad cultural del municipio, sino que también resaltan su profunda conexión con la cultura llanera.

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San Miguel de Sema

El nombre de San Miguel de Sema tiene un doble origen, por un lado, hace referencia al arcángel San Miguel, y por otro, alude el término Sema, que representa a los indígenas semitas. Estos últimos partieron de la etnia muisca, quienes residieron inicialmente en la zona de Tunja durante la época precolombina, para luego migrar a las tierras que hoy ocupa el municipio, cercanas a la laguna de Fúquene.

En 1925, San Miguel de Sema era un corregimiento que incluía las veredas de Hato Viejo, Sirigay, Quintone y Peñablanca. Posteriormente, en 1960, por las gestiones de Luis Alberto Ospina y sus hijos, la localidad fue ascendida a municipio.

San Pablo de Borbur

El relato histórico de San Pablo de Borbur indica que sus tierras fueron originalmente habitadas por los Muiscas. Sin embargo, antes de la llegada de los españoles, los Muzos desplazaron a este grupo indígena.

Sobre el origen del nombre, se especula que, Pablo Valette, el primer padre en llegar a la zona, fue quien bautizó el asentamiento como Borbur, en un posible homenaje a su región natal en Francia.

En 1857, San Pablo de Borbur era descrito como un territorio cubierto por selva y sin asentamientos. Años después, en 1911, Francisco Fernández estableció allí una hacienda, cultivando caña de azúcar, arroz y algodón, y utilizando la mano de obra de los pocos indígenas que aún vivían en el lugar. Un año después, se construyó la primera capilla.