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Mujer se reencontró con su madre y dos hermanas en el sur de Bolívar después de 28 años

Martha Cecilia desapareció en 1996 en medio del conflicto armado y desde ese momento no sabía de su familia

Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas

Cartagena

A Nicolasa Lagares Orozco, una espigada ribereña de tez morena, su corazón de madre le dijo siempre que su hija estaba viva. Desde 1996, cuando la vio por última vez, en las oraciones de esta madre se repetía un nombre: Martha Cecilia. Le pedía a Dios que pudiera volverla a ver. Esa corazonada que sintió durante los últimos 28 años resultó cierta, y su ruego de abrazar de nuevo a la cuarta de sus seis hijas se materializó hace poco, gracias a una acción humanitaria de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), que permitió que madre e hija se reencontraran.

Ocurrió en Barranco de Loba, un municipio bañado por el río Magdalena, en el sur del departamento de Bolívar, donde no solo Nicolasa, sino dos de sus hermanas, Carmen y Carolina, volvieron a unirse.

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La historia de este reencuentro comenzó hace dos años en Barrancabermeja (Santander), donde Martha, desaparecida en medio del conflicto, acudió a la sede territorial Magdalena Medio Región de la Unidad de Búsqueda a pedir que le ayudaran a buscar a su madre y a sus hermanas. La investigación humanitaria y extrajudicial articuló a la sede Sucre de la Unidad de Búsqueda, que cubre una parte del departamento de Bolívar a través del Plan Regional de Búsqueda Depresión Momposina.

Después de tantos años sin ver a su mamá, buscarla implicó revisar bases de datos, acudir a la comunidad y a otras instituciones públicas para establecer si una mujer con ese nombre residía en el sur de Bolívar. En el Caribe colombiano es común que a alguien se le llame por un nombre diferente al que tiene registrado legalmente. Por eso, Martha y la Unidad de Búsqueda buscaban a María Nicolasa. Pero, después de múltiples verificaciones, el primer nombre fue descartado.

Finalmente, la investigación humanitaria y extrajudicial estableció que la madre de Martha había sido registrada solo con el nombre de Nicolasa, que su lugar de residencia era Barranco de Loba (Bolívar) y que tenía 67 años para el 2022. Era ella. Nombres y apellidos coincidían, ahora solo les quedaba esperar el momento que ambas esperaron todo este tiempo.

“Nos articulamos internamente como equipos territoriales y determinamos que este reencuentro correspondía a la implementación del Plan Regional de Búsqueda de la Depresión Momposina, que agrupa 11 municipios y busca a 175 personas víctimas del conflicto armado en esta subregión del departamento de Bolívar”, explica Blanca Arteaga Morales, coordinadora de la Unidad de Búsqueda en Sucre y Bolívar.

El reencuentro

Para permitir el reencuentro, no bastaba con disponer de un sitio y escoger un día para ponerlas frente a frente. Nicolasa, quien el 31 de octubre cumplirá 70 años, es paciente cardíaca y, por eso, toma medicinas. Ante estas condiciones diferenciales, la Unidad de Búsqueda se articuló con la alcaldía de Barranco de Loba (Bolívar), a través de la Oficina de Víctimas de la Secretaría de Gobierno, y del Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas, del Hospital José R. López Parodi.

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La cita fue en la Biblioteca Municipal de Barranco de Loba; en un salón, Nicolasa y sus hijas Carolina y Carmen, esta última con 8 meses de embarazo y acompañada de otra de sus hijas, fueron preparadas por el equipo psicosocial. Nicolasa se tomó la pastilla de la mañana y le midieron la presión. Salió bien. Para ese día, eligió un vestido rosado con estampado de flores y sin mangas, tacones bajos, cinco manillas negras en la mano izquierda y un moño del mismo color. Luego pasó al salón principal, lleno de mesas y cuentos infantiles.

Martha salía ahora del salón donde su madre y sus hermanas estuvieron primero. También recibió atención psicosocial. Caminó un poco por el pasillo y, finalmente, abrió la puerta, de la mano de su compañero sentimental. Habían acabado dos décadas largas de espera. Un abrazo y lágrimas sellaron el momento en el que todas intercambiaron flores.

Le doy gracias a Dios, a los que me la encontraron. Yo sabía que ella estaba viva”, reitera, y adelanta cómo va a celebrar: “Tengo planeado un compartir con mis hermanos cristianos, porque ellos me dijeron que el día que ella llegara le iban a hacer una bienvenida”.

A diferencia de su madre, Martha tenía pocas esperanzas de encontrarla a ella y a sus hermanas. Había buscado sin éxito. Hoy, con su madre agarrada de la mano, tiene una prioridad: “Tengo pensado llevármela a vivir conmigo, lo pensé desde que la habían encontrado. Sé que el tiempo no se retribuye, pero sí para tenerla conmigo”. Nicolasa responde rápido y con tranquilidad: “Sí, me voy con ella”.

“El mensaje que les doy es que la fe lo puede todo. Después de que uno tenga fe y esperanza, las cosas se dan”, les dice Martha a las familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos por el conflicto.