Confesión ante la JEP vincula al General Iván Ramírez en plan para matar a Petro en los 90
El sargento José Leonairo Dorado Córdoba, clave en la inteligencia militar de los noventa, confesó ante la JEP su participación en crímenes contra líderes de izquierda y la implicación de altos mandos del Ejército, incluido el general (r) Iván Ramírez Quintero.
Colombia
La W Radio tuvo acceso a una confesión ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) del sargento José Leonairo Dorado Córdoba, exintegrante de la inteligencia militar en los años noventa. Describió en detalle su participación y la de altos mandos del Ejército en una serie de asesinatos, torturas y seguimientos a líderes de izquierda. Estas declaraciones complican la situación judicial del general retirado Iván Ramírez Quintero, recientemente condenado y cuestionado por vínculos con el paramilitarismo.
Dorado Córdoba, quien formó parte del Batallón de Contrainteligencia 1 y el Batallón de Inteligencia Charry Solano de la Brigada XX, relató cómo su carrera en la inteligencia militar comenzó en 1984. Bajo la dirección del sargento retirado y narcotraficante Justo Pastor Perafán, se implicó en la persecución y asesinato de figuras políticas, entre ellas el actual presidente Gustavo Petro. “El general Iván Ramírez Quintero era el autor intelectual de los seguimientos, torturas y asesinatos de líderes de la UP, M-19 y otros partidos de izquierda,” afirmó Dorado.
Entre los crímenes confesados se encuentra el asesinato del senador Manuel Cepeda Vargas en 1994. Dorado describió cómo los seguimientos previos a su muerte fueron ordenados por altos mandos del Ejército, incluyendo al general Ramírez Quintero. “Cepeda sabía que lo seguíamos; era una muerte anunciada,” detalló. La operación culminó con el asesinato del senador por un grupo de sicarios bajo el mando del mayor César Corredor y otros oficiales.
En otro caso, el asesinato del abogado Eduardo Umaña Mendoza en 1998, Dorado reveló que la orden vino del general Ramírez tras meses de seguimientos debido a las denuncias de Umaña sobre crímenes de la Brigada XX. “Interceptamos sus llamadas y recibía amenazas directas de nuestra unidad,” confesó el sargento.
Dorado también implicó al general Ramírez y otros altos oficiales en la desaparición forzada de Guillermo Marín en 1986, el secuestro y asesinato de Amparo Tordecilla en 1989, y la tortura de José Cuesta Novoa en 1988. Estos crímenes, según Dorado, fueron parte de un esfuerzo sistemático de la inteligencia militar para eliminar a la oposición política.
En respuesta a estas acusaciones, el general Iván Ramírez, a través de su abogado, desmintió las declaraciones de Dorado, calificándolas de “falsas y sin fundamento.” Argumentó que los tiempos y responsabilidades asignadas no coinciden con su mandato en la dirección de inteligencia, negando cualquier implicación en los crímenes mencionados.
Estas revelaciones subrayan la magnitud de las violaciones de derechos humanos en Colombia durante los años noventa, revelando la implicación de altos mandos militares en crímenes graves contra líderes políticos de izquierda. La confesión de Dorado Córdoba ante la JEP aporta pruebas para el esclarecimiento de estos delitos y la búsqueda de justicia para las víctimas.