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¿Debió publicarse la obra póstuma de Gabriel García Márquez?

Panelistas consideran que En agosto nos vemos no se refleja la vasta obra del nobel de literatura colombiano. Otros consideran haberla disfrutado.

'En Agosto nos Vemos', nuevo libro de Gabriel García Márquez. Foto: Getty Images. / Isabel Infantes

En Hora20 hablamos de libros y de cine. La publicación de En agosto nos vemos, la obra póstuma del nobel de literatura colombiano, Gabriel García Márquez este 6 de marzo ha generado todo tipo de reacciones, desde críticas que exaltan la obra, hasta un amplio debate ético y moral sobre las publicaciones póstumas y la memoria de los escritores. Se habló de que trae el libro, de la experiencia de volver a Gabo y de estas discusiones éticas. Después una mirada al cine, a las películas y a los posibles ganadores de los premios Oscar el próximo domingo.

Justo cuando Gabriel García Márquez cumpliría 97 años, poco más de un mes antes de los 10 años del aniversario de su muerte y en el mismo año en el que se espera ver en las pantallas la adaptación audiovisual de Cien años de soledad, aparece en la escena literaria la obra póstuma del premio nobel de literatura colombiano. En agosto nos vemos, una obra de la que se empezó a conocer en 1999 cuando García Márquez leyó un primer capítulo en la Casa de América en Madrid, aunque ya en 1997 le había leído algo de esta obra a su cercana amiga, la periodista Patricia Lara. Esta historia formaría parte de un libro que incluiría tres novelas... entre 2003 y 2004 retoma el trabajo del libro y logra tener cinco versiones, sin embrago, la pérdida de memoria con la que se fue encontrando García Márquez le habría impedido cerrar el libro, ante lo cual, el propio autor sentenció “este libro no sirve, hay que destruirlo”.

En agosto nos vemos, una corta historia en la que una mujer de 46 años cada año visita una isla con el objetivo de visitar la tumba de su madre, visitas que, entre gladiolos, garzas, hoteles, varios libros, autores y la incidencia de la música se encontraría con distintas aventuras, motivando cada vez más el viaje a la isla, convirtiendo “el absurdo esperar un año entero para someter el resto de la vida al azar de una noche”.

Con un trabajo a medio pulir, pero terminada y con una versión según el editor del libro, Cristóbal Pera en el que buscó hacerlo más fuerte, “mi labor en esta edición ha sido la de un restaurador ante el lienzo de un gran maestro” ha dicho el editor en su nota final en el que asegura se trabajó sobre la quinta versión, fechada por García Márquez el 5 de julio del 2004 y marcada con un “gran ok final” con tinta verde y encerrada en un gran círculo. La publicación de este libro póstumo a encendido el debate sobre la memoria del escritor y lo que dejan en vida, sus hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha han dejado claro en el prólogo del libro que en un acto de traición decidieron anteponer el placer de los lectores a todas las demás consideraciones.

Lo que dicen los panelistas

Carolina Sanín, escritora, columnista y Ph. D. en Literatura Hispánica de la Universidad de Yale, calificó el libro como un remedo de García Márquez, “como lo más superficial, como si lo hiciera un ChatGPT que le dieron la orden de trabajar como García Márquez, pero sin el espíritu ni las ideas profundas”. Agregó que lo más característico es una falta de lo otro, del espíritu, del conocimiento profundo e interés en unos temas que tenía el resto de la obra de García Márquez, “hay una historia simpática, resulta de manera efectista, pero, por otra parte, en las expresiones y combinaciones hay una cosa de salsa rosa”, señaló.

Más allá del contenido del libro, planteó que hay una especie de diálogo entre trama de la obra y la historia de la publicación, “la obra es una conexión entre una mujer y su madre muerta y acá es una especie de divulgación por parte de unos hijos del secreto de un padre, él no quería que se publicara y ahí hay una especie de contradicción”. También resaltó que la publicación de la novela obedece a una tendencia que ha habido en Colombia desde antes de la muerte de García Márquez y es la prelación de su vida y anecdotario por encima de su obra.

Para Nicolás Pernett, historiador, magíster en Literatura, exbecario del Harry Ramson Center para estudiar el archivo personal de García Márquez en la Universidad de Texas en Austin y autor de Presidentes sin pedestal, la versión que se presenta es la final que hay en los archivos de Austin, “la historia sí está redonda porque en otras versiones se tenían cambios en lugares de ciertas escenas”. Sin embargo, dijo que hubo muchos cambios en uso de palabras, adjetivos y lo que decían los personajes, “García Márquez tenía claro lo que sucedía, pero sí cambia esa carpintería y pulir cada palabra y párrafo; ahí es donde se nota falta de trabajo”.

Manifestó que no es el mejor García Márquez en esta obra, que se lee agradable, pero que al tiempo se nota falta de trabajo en la parte de pulir los versos. Por último, dijo que leer el libro es una experiencia paradójica en la medida en que sin duda todos tenemos el deseo de retomar esa magia, “algunos la encontrarán, otros no, pero no es el encuentro con la obra de arte maravillosa”.

Felipe Ossa, librero y gerente de la Librería Nacional, contó que leyó la novela y le gustó, “hay que tener en cuenta que estamos ante la decadencia del genio, ante el canto del cisne de un gran creador que sufre de un deterioro físico, pero hay rasgos del maestro como la minuciosidad que siempre él empleó”, detalló que, si bien no es una de sus mejores obras, es una obra mucho más superficial, más ligera, “es el canto del cisne, es el colofón con el que se cierra la obra de un gran escritor”. Resaltó que es un libro simbólico en el que un escritor ya no va a escribir más, “todos los que lo hemos leído, los coleccionistas, los llevados por la locura de colección de libros van a querer tenerlo y conservarlo”. De hecho, fue claro en resaltar que hay obras mucho más importantes entre la vasta obra de García Márquez como El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada o sus memorias.

Sebastián Estrada, director editorial de Penguin Random House Colombia, señaló haber disfrutado el libro de principio a fin, “me sentí leyendo a un García Márquez dueño de sus medios, lo disfruté mucho. Fue una grata sorpresa porque todo libro póstumo se lee con prevención, pero lo disfruté mucho”. Manifestó queEn agosto nos vemos no está a la altura de otras obras como Cien años de soledad, pero tampoco es un libro pobre o con una deficiencia de estilo o vaciedad de temas.