Así navegan los ‘lobos de mar’ que defienden la soberanía en el Caribe
Caracol Radio acompañó a la Armada Nacional en una misión internacional con Jamaica y 10 naciones más.
Así navegan los ‘lobos de mar’ que defienden la soberanía en el Caribe
San Andrés y Providencia.
Para usted que lee el artículo en tierra firme, piense en su cotidianidad. Algo simple, pero vital: dormir, comer, ir al baño, trabajar, tal vez va al gimnasio o hace deporte con regularidad.
Ahora, imagine realizar todo lo anterior como si estuviera en un columpio. Empieza un movimiento de lado a lado, algunas veces en circunferencia, constantemente, sin parar, las 24 horas del día y los 7 días de la semana.
Pues viene el mareo y el vómito. En la Armada Nacional, casi todos sus integrantes pasan por ello cuando navegan en el Caribe o el Pacífico colombiano, tal vez un poco más suave cuando patrullan los ríos del territorio nacional.
“Hay situaciones en las que el mar se mueve bastante, que hasta el marinero más experimentado pasa su momento de tristeza, pero lo sobrepasa”, dice a Caracol Radio David Felipe Guerra Claros, suboficial segundo de la Armada, desde una pequeña habitación de la fragata ARC ‘Almirante Padilla’, que representó a Colombia en el ejercicio naval más importante del Caribe, ‘Event Horizon’.
El buque de guerra alcanza los 27 nudos de máxima velocidad, propulsado por cuatro potentes motores. Está repleto de mapas, tubos de acero y máquinas de navegación. Tiene 95.3 metros de eslora, 11.3 de manga y 3.40 de calado. La vida militar aquí es intensa.
Antes de iniciar cualquier operación, los marineros se preparan con una serie de ejercicios en mar abierto. Como el despliegue del bote zodiac con un grupo élite de la Armada para interdicción a embarcaciones sospechosas, simulacros de incendios o inundaciones en el buque y el rescate de una persona que cayó al agua.
“Vivir en mar abierto es un mundo distinto. Estás desconectado, pero enfocado en servirle a tu nación. Es una vocación. Debes adaptarte a una rutina donde todo está a son de mar, es decir, todo debe estar asegurado para que, ante un movimiento brusco de la embarcación, nada se caiga al suelo”, cuenta el marinero Guerra, quien lleva unas 40 mil millas náuticas recorridas.
De lunes a viernes, los marineros tienen una hora para desayunar antes de su formación a las 8:30 de la mañana. El almuerzo es antes de mediodía y la cena, justo cuando se oculta el sol. Tres infantes de marina se encargan de cocinar y calcular que los alimentos alcancen durante las misiones navales. Su sazón es deliciosa y exquisita.
Ahora, las funciones son varias en el ARC ‘Almirante Padilla’: van desde el mantenimiento de los equipos y la navegación del buque hasta la limpieza de los compartimentos. Otros marineros se encargan de labores administrativas y el alto mando, de las operaciones navales.
“Hasta las 16:30 son las labores, pero uno siempre mantiene su guardia, es decir, tenemos la función de cuidar la navegación del buque y que no salga de su derrota. Hay peligros en la noche como colisionar con otras embarcaciones, objetos desconocidos en el mar o de pronto que el buque se encalle”, explica David, oriundo de Neiva, Huila.
Los tiempos libres, según contó el suboficial segundo, son fundamentales para evitar el mareo y el aburrimiento en una estructura de metal en el mar Caribe. Hay un gimnasio justo iniciando el pasillo principal de la popa. Otros marineros prefieren leer en cubierta o ver películas que descargaron antes de zarpar.
“Personalmente, yo hago deporte. El ambiente aquí es muy familiar. Hay una camaradería y un respeto entre el superior y el subalterno. Nos reímos, bromeamos y jugamos, pero cada uno cumple con su responsabilidad, manteniendo sus valores en altamar como militares”, manifestó David.
Desde su cuarto que comparte con dos compañeros, que tiene un camarote de tres camas, lavamanos metálico con su espejo medio borroso y armarios, David Guerra recuerda en Caracol Radio a su familia, que despidió antes de iniciar el ejercicio internacional ‘Event Horizon’.
“Mi pareja sentimental, mi niña y mis padres están en Neiva. Yo les comento a ellos, cada vez que salgo a navegar, que voy a estar sin señal algún tiempo. Todos los días los encomiendo a Dios. He estado en operaciones máximo 20 días”, concluyó David.