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De más a menos: así ha sido la relación de Petro y el Congreso en su primer año de mandato

El presidente Gustavo Petro ha pasado de tener amplias mayorías, con un solo partido opositor, a no poder recomponer todavía la coalición de gobierno.

Gustavo Petro en la instalación del Congreso. 20 de julio de 2023. Foto: Presidencia.

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El éxito del Gobierno del presidente Gustavo Petro va a ser determinado, en gran medida, por el Congreso de la República, dado que por ahí es por donde deben pasar las grandes reformas que el mandatario ha propuesto en medio de su agenda de ‘cambio’.

Una vez el mandatario llegó al poder empezó a plantear de la construcción de un gran acuerdo nacional, mientras se reunía con los diferentes líderes políticos del país. Esto empezaba a materializarse también con una amplia coalición de Gobierno, conformada por el Pacto Histórico, la Alianza Verde, la mayoría de curules de Paz, el Partido Liberal, La U y el Partido Conservador. Empezó a catalogarse como una luna de miel con el Congreso.

“La relación de Gustavo Petro con el Congreso empezó en la luna de miel propia de quien inicia en el poder, con una coalición muy fuerte”, afirmó el representante de la U Víctor Salcedo, con quien coincidió el senador del Centro Democrático Miguel Uribe: “Petro arrancó con un Congreso completamente a su favor. Incluso logró una mayoría abrumadora, la presidencia del Senado, de la Cámara y de varias comisiones claves para el trámite de sus reformas, como probablemente ningún otro gobierno lo ha logrado. Incluso se generó una crisis de representación y muchas críticas de la ciudadanía, pues partidos que históricamente estaban en contra de Petro tomaron la decisión de aliarse”.

En efecto, en esos primeros meses todo era color de rosa. Se logró la aprobación sin mayores problemas de, por ejemplo, la reforma tributaria y la ley de Paz total. Era un panorama muy favorable. Sin embargo, el problema parece que fue la agenda tan amplía y con cambios tan abruptos que planteó el presidente.

Para Salcedo, justamente, “el Gobierno se equivoca con una agenda legislativa tan ambiciosa, en reformas tan estructurales como la de Salud, la Laboral y la Pensional, aparte de que tenía interés en la reforma política y la reforma tributaria. Creo que el gobierno, en esa inexperiencia, pretende que sus proyectos salgan intactos del Congreso, y eso no iba a ser posible”.

El trámite de las reformas sociales y la resistencia de sectores no sólo políticos, sino académicos, gremiales y técnicos empezó a desgastar la coalición. La ambiciosa promesa del Gobierno de sacar adelante estas reformas en la primera legislatura parecía cada vez más improbable.

La gota que rebozó la copa fue el primer debate de la Reforma a la Salud. Aunque lograron los votos para su aprobación, la negativa de los directores de los partidos de La U, Liberal y Conservador al texto del Gobierno, llevaron a que Petro anunciara la ruptura de la coalición.

“La coalición política pactada como mayoría ha terminado en el día de hoy por decisión de unos presidentes de partidos, alguno de los cuales amenaza a la mayoría de su propia bancada. A pesar del voto mayoritario en las urnas que pide un cambio en Colombia, este se intenta cerrar con la amenaza y el sectarismo”, trinó el presidente el pasado 26 de abril.

Para el representante de Cambio Radical Julio César Triana, “ese ha sido el mayor fracaso en el Congreso: entender que las normas se construyen allá, desde distintos pensamientos y no de manera impositiva. El presidente ha fracasado en su relacionamiento con el Congreso en este primer año. Ha preferido promover las reformas desde un balcón o eventos sociales, y no desde el legislativo que es donde se aprueban”.

Un punto de vista similar tuvo el congresista Salcedo: “Este es un Congreso que tiene la obligación de debatir, de discutir ampliamente los proyectos de ley, tanto en comisiones como en plenarias, y al Gobierno no le ha gustado cuando los partidos tomamos distancia de muchos aspectos que consideramos inconvenientes. Eso ha hecho que el Gobierno tome represalias y tome decisiones que para mí son equivocadas. Ahí demostró el Gobierno un talante equivocado, un talante reaccionario, obtuso: ‘si ustedes no hacen lo que yo digo pues ustedes no me sirven’”.

Tras el rompimiento de la coalición de Gobierno, la estrategia que se empezó a implementar fue la del menudeo o el lentejismo: es decir, buscar los votos congresista por congresista. De acuerdo con el senador Uribe, “ese nuevo enfoque mantiene la gobernabilidad en el Congreso, pero es mucho más frágil”. Y efectivamente con este modelo fue con el que llegaron las primeras grandes derrotas del ejecutivo en el Capitolio.

Esta primer gran derrota fue el hundimiento de la Reforma Laboral en la Comisión Séptima de Cámara; a esto se sumó el estancamiento casi total de la agenda, lo que llevó a que no avanzaran más las reformas pensional y de salud, y a que los proyectos de humanización de la política carcelaria y de sometimiento a las bandas criminales también se hundieron sin dar ningún debate.

Ya en esta legislatura, cuenta Uribe, “la oposición logró ganar la presidencia del Senado, así como la presidencia de la Comisión Primera de esta corporación y la presidencia de la Comisión de Acusaciones de la Cámara”. A raíz de estas complicaciones, el ministro del Interior, Luis Fernando Velascto, está tambaleando en su cargo. Aunque se ha hablado de recomponer la coalición de Gobierno, no hay claridad sobre cómo y si va a ser posible.

Para el senador, debido a los recientes hechos que salpican y podrían deslegitimar la elección presidencial, “el Congreso no le va a marchar a todos los caprichos del presidente, pues en el marco de las elecciones territoriales y de un gobierno en crisis por su desfavorabilidad, incapacidad y escándalos que comprometen al presidente y a su familia, los congresistas aliados con el Gobierno tendrán que asumir un alto costo político”.