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Profesores rurales solo pueden enseñar a leer y escribir a los menores en Antioquia

Algunos docentes especialmente en el Norte de Antioquia están en constante riesgo por el asedio de los grupos que utilizan las escuelas como rutas y consideran su labor como un peligro inminente.

Escuela rural - foto archivo de referencia Caracol Radio

Medellín

La docencia en Antioquia se ha convertido en una labor de alto riesgo, sobre todo en las zonas rurales donde hacen presencia grupos armados ilegales como Clan del Golfo, ELN, disidencias y otras estructuras organizadas. Las subregiones del Norte, Bajo Cauca, Nordeste, Occidente y Magdalena Medio son las que reportan el mayor número de denuncias de amenazas y desplazamientos de profesores por las dinámicas del conflicto.

En el comité de amenazados solo en el 2023 a corte de los primeros días del mes de mayo tiene registro de 26 maestros amenazados, de estos nueve por grupos armados ilegales. Mientras que la secretaría de educación del departamento indica que entre el 2020 y 2023 han registrado 300 casos de amenazas, de estos 180 por intimidación de grupos al margen de la ley, mientras que 120 por otras dinámicas relacionadas por temas familiares o de entorno.

Caracol Radio abordó a cuatro profesores de diferentes zonas de Antioquia para conocer los dramáticos testimonios de cómo los grupos ilegales les impiden sus actividades académicas. Por ejemplo, en el Norte uno de los maestros relató a este medio de comunicación que los ilegales impiden poner tareas, dar clases como historia, cuidado del medioambiente y que ni se les ocurra hablar del conflicto armado con los estudiantes. Temas vetados en las zonas rurales. Quien desee adelantar proyectos sociales con las comunidades debe hacerlo solo, sin pedir ayuda, ya que en algunas zonas les prohíben que ingrese personal externo, también, quien deje la vereda sin consultar al grupo de turno y lo más grave, cuando le solicitan a los ilegales que NO entren NI permanezcan en las sedes educativas; incumplir estas reglas es el insumo principal para que les obliguen a abandonar el territorio con plazos máximos de un día en el mejor de los casos, pero generalmente son un par de horas para que abandone todo eso sin contar que algunos trabajan en veredas distantes hasta de 8 y 12 horas de camino.

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Todos los docentes solicitaron no publicar el nombre, ni el municipio de donde salieron amenazados por seguridad, también distorsionar la voz para evitar ser reconocidos, porque lo primero que les indicaron fue que no podían denunciar la situación.

“Unos por panfletos, otros por llamadas, otros por mensajes y a otro simplemente les llega la persona o el grupo a decir que debe abandonar la zona. En el caso mío, y también reuniendo a varios compañeros, simplemente llega uno de los muchachos integrantes de la organización o del grupo al margen de la ley y le dicen a uno, venimos de parte del comandante, se identifican con el nombre del comandante y le dicen a uno que tiene que abandonar la zona y que tiene una hora o dos horas”.

Cambiar de vida de manera intempestiva donde dicen ellos lo han entregado todo por el bienestar de los menores y de la misma comunidad durante varios años les rompe el corazón, aparte de la zozobra y el temor de que en cualquier momento los van a asesinar. Les preocupa mucho que en zonas rurales tan apartadas de las cabeceras municipales ni siquiera se pueda denunciar actos violentos contra los mismos menores. La consigna es ver, escuchar y callar para salvar sus vidas

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“Es muy complejo, porque si usted como maestro rural o profe rural se da cuenta, por ejemplo, de que están abusando sexualmente de una menor de edad, usted denuncia y el grupo al margen de la ley que está en la zona se da cuenta, pueden pasar dos cosas; una es que de todas maneras por eso amenazan al maestro y le toca irse porque se está metiendo en lo que no debe; dos, es que lo hace sino porque si el señor violador es papá o tío de uno los que pertenecen al grupo al margen de la ley se entera. Yo no le va a gustar”.

La principal preocupación es que no sienten apoyo ni acompañamiento del estado ni la fuerza pública en esas zonas apartadas. Otra profesora también del Norte de Antioquia relata cómo le llegó la amenaza de parte de un grupo ilegal y su posterior desplazamiento de una escuela donde llevaba varios años dando clase.

“Porque me llegó un panfleto a la institución donde decía que debía abandonar la escuela en la menor brevedad posible y por eso tocó salir, esperar que los educandos terminan de llegar para informarles y salir de una de la vereda, ahí decía que era de las FARC pero más que todo era delincuencia común”.

Pero es que no solo los grupos armados ilegales amenazan a los docentes rurales, también la comunidad. Algunas zonas son calificadas por las mismas víctimas como hostiles y porque el menor estudiante saca una mala nota los padres de familia los declaran personas no gratas y objetos de agresión y les hacen la vida imposible. Es el caso de otra docente de la subregión del Nordeste que luego de más de 10 años de trabajo en una misma escuela le tocó abandonar la zona, pero antes le generaron una golpiza que la dejó muy mal.

“El detonante que me dice ya me tengo que ir es cuando una madre de familia me dice delante de los estudiantes, pilas profesora, váyase que tienen una foto suya y la van a matar. Yo creería que ella conoció algo no sé qué, la verdad la tendrá ella. Después de esa amenaza yo ejerzo 2 días más, pero en esa semana otro día diferente a lo que la mamá me dice dos personas vestidas de negro, cuando yo estaba cerrando la escuela y mandando los niños para la casa y un hombre le manifiesta a la otra persona que le acompañaba, vea esa es la profesora”.

Testimonios como estos abundan entre las historias que cuentan los docentes, solo que pocos se atreven a hablar sobre su situación particular, aunque cabe aclarar que Caracol Radio conversó con unos 10, varios han sido desplazados y amenazados en varias ocasiones de diferentes subregiones. Todos coinciden en asegurar que la labor del docente es riesgosa, como lo relató otra docente de la subregión de Bajo Cauca, aunque ella no fue amenazada, el asedió de los ilegales no permite que realicen sus actividades con normalidad, además, del temor constante de que le recluten uno de los niños o niñas y siempre pendientes de las órdenes para acatarlas sin decir ni una sola palabra, porque son sus vidas las que están en riesgo. Puesto que, utilizan las instituciones educativas como corredores.

“Nos toca convivir con ellos a merced de ellos, cuando ellos determinan que no hay actividades se deben suspender. Cuando necesitan que un rector o docente llegue a la zona, simplemente les dicen vamos lo necesitamos para mandar algún mensaje o alguna información, es el día de encontrarnos a estos personajes. El día que dicen no se puede transitar no se puede y trabajamos con una zozobra día a día y sin ningún estamento o institucionalidad que nos garantice la protección a nuestra integridad física”.

La zozobra de los profesores no solo es salvaguardar sus vidas, muchos tienen que dejar todas sus pertenencias que han adquirido para mejorar la estadía en las zonas rurales, pero cuando salen de manera inesperada todos esos artículos se pierden y con ellos la inversión. Nadie reintegra esas pérdidas y siempre la única opción es volver a empezar.

“Como la voz de muchos maestros que nos ha pasado esta situación es que usted pierde todo porque ya la gente que el maestro sale amenazado, entonces, si le van a comprar le compran por menos precio y si electrodomésticos o cosas así y le toca regalarla y perderlas, porque ya uno prácticamente hacer un trasteo y si le dan a uno una hora media hora para salir o un día, pues prácticamente no da tiempo de nada”.

Los maestros aseguran que no hay seguimiento a su estado de salud mental, y que desde ningún estamento les asignan un psicólogo para que evitar traumas, los que muchos ya tienen, incluso con delirio de persecución a raíz de estas intimidaciones en los territorios.

“Yo en lo personal y con muchos otros compañeros que hablado quedamos con un trauma terrible. Yo veo que una persona viene corriendo atrás de mí inmediatamente siento susto, se me cae lo que tengo en la mano y siento como que ¡ay! Ya me van a matar, ya me van a secuestrar o ya van a acabar con mi familia es un trauma terrible y en la secretaría educación nunca le hacen un seguimiento a uno, cómo vea ese es el psicólogo que a usted le corresponde, si uno necesita esa ayuda toca buscarla por aparte, no porque ellos se la brinden a uno y lo dejan a uno totalmente solo”.