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El Meta descubre un destino que revolucionará el turismo de aventura en Colombia

El cañón del río Guape, ubicado en el municipio de Uribe, se posiciona como la atracción turística con más potencial del país.

Foto tomada por Óscar Medina, Gobernación del Meta

Lo que hace unos años era el balneario personal de alias “Romaña” y sus hombres, hoy renace desde las profundidades del departamento como una oportunidad para revolucionar el turismo de aventura en esta región del país, donde antes desfilaban por las montañas y caminos de herradura, ejércitos de hombres de las Farc armados hasta los dientes, y ahora lo hacen turistas de diferentes partes del mundo, también armados, pero con cámaras, cascos, chalecos salvavidas y toda la indumentaria necesaria para disfrutar de esta experiencia, que parece salida de un cuento de fantasía que aún no se ha escrito.

El conflicto mantuvo este tesoro oculto durante décadas, añejándose, haciéndose más rústico y majestuoso. Alejado de la mano del hombre, logró madurar, con un equilibrio perfecto en sus ecosistemas de agua, aire y tierra. En las paredes de roca de más de 60 metros de altura, se nota como durante millones de años el río talló la piedra y se abrió camino en las montañas de esta región.

A Uribe, Meta, se llega por tierra en 6 u 8 horas dependiendo del tráfico y las paradas a comer. Es un destino seguro, patrullado por el Ejército durante todo el trayecto de 161 kilómetros desde Bogotá. Su gente es amable y entiende que los mejores días están por venir y por eso se han capacitado y preparado para ser anfitriones. El Instituto de Turismo del Meta presentará este destino como su nueva joya en la feria de ANATO, luego de varios años de trabajo con las comunidades para que sea una experiencia inolvidable, pero sobre todo segura y sostenible.

Muchos de estos jóvenes estudiaron y se capacitaron incluso en el extranjero para entender cómo funciona el negocio de los viajes de aventura. “El turismo es el nuevo petróleo y queremos que todos los colombianos se vuelquen a conocer las maravillas naturales del Meta. Esta oportunidad que nos dio el proceso de paz, la estamos consolidando en diferentes frentes para darle una oportunidad de mejorar sus ingresos a los habitantes de estos municipios, que están empezando a florecer de nuevo con la llegada de turistas de todas partes del mundo”, señaló el gobernador del departamento Juan Guillermo Zuluaga, quien personalmente acompaña estos recorridos, revisando sobre todo la seguridad, las condiciones de las vías de acceso y que todo funcione para que los viajeros tenga un experiencia digna de repetir.

Una vez dentro del cañón, lo único que se puede hacer es tratar de parpadear lo mínimo para no perderse ningún detalle de esta maravilla natural. La piel se pone de gallina por el agua fría, pero también por las panorámicas que se van revelando a lo largo del recorrido de 5 kilómetros por las entrañas de la serranía de la Macarena.

En uno de los tramos, los guías piden hacer silencio como premonición de que lo que se avecina nos puede robar el aliento. Metros más adelante en una oscuridad absoluta, esta escena de película revela su banda sonora. Un sonido que aturde y acobarda. Es muy parecido al de los murciélagos pero también al de un ave de rapiña. Son minutos de angustia porque lo único que se ve son cientos de alas revoloteando a media altura. Este cañón es el hogar de los Guacharos, una especie de ave hizo de este lugar milenario su hogar.

En el Guape se pierde la noción del tiempo y la distancia. Los contrastes de luz y oscuridad sumado al sonido propio del río y el eco en las cavernas ocupan todos los sentidos. Solo se sabe que el recorrido está en su etapa final, cuando de la nada entre las rocas aparece “Colacho”, un campesino, que también se sorprende de que a gente de todo el mundo le parezca interesante el río que pasa cerca de su finca. En esta parada obligatoria hay café caliente y unos amasijos hechos de plátano y maíz. Se viene el último kilómetro.

Para esta última etapa la recomendación es soltar las cámaras, guardar los celulares y disfrutar en silencio del tramo más tranquilo de todo el recorrido. La corriente del agua es mínima, hay más rayos de sol entrando en el cañón y las paredes de roca se empiezan a contraer. Lo que a la entrada se veía inmenso y majestuoso ahora es un pasaje por el que apenas pasa una persona con su flotador y los recuerdos de una travesía alucinante.

Ni las fotos ni los videos en alta definición le hacen justicia al paisaje que desde las alturas parece una herida abierta en las montañas del Meta. Una herida que para muchos de sus habitantes ha empezado a sanar; en su mayoría son víctimas del conflicto, quienes han encontrado en el turismo una forma de sobrevivir. Le dan gracias a la vida por una segunda oportunidad en esta tierra que lleva el nombre del presidente que más duro hizo la guerra, Uribe. En esta tierra donde Romaña y el ‘Mono Jojoy’ ejercieron su poderío y control territorial. En esta tierra que hoy no tiene rencor y en donde se vive tranquilo gracias al proceso de paz.

Cansados y mojados llegamos a una pequeña cabaña donde el recorrido no podría terminar mejor. Sancocho hirviendo, con ají, para calentarse pero también para recuperar el aliento y volver lentamente a la realidad de la que escapamos durante un buen rato.

El Guape no es un río, es un caudal lleno de las emociones de quienes lo visitan. A la par de sus aguas cristalinas viajan el asombro, algo de taquicardia y una que otra lágrima de quienes se sorprenden con su imponencia.

Tampoco alcanzan las palabras para describir en detalle lo que se ve en este lugar. Pero en un ejercicio de acercarlos a lo que yo viví y familiarizarlos con la experiencia, les diría que el cañón del Guape tiene mucho de Jurassic Park, porque hay rocas del tamaño y forma de dinosaurios. Pero también tiene mucho de Avatar, sobre todo en cuanto a la exuberancia de la naturaleza y ese tono azul que a veces es exagerado en la película y que aquí acompaña el agua.

Los uribenses cuidan el río porque saben que cada mañana por sus aguas ya no bajarán los cuerpos de soldados o guerrilleros, sino de cientos de turistas que se quedarán con un recuerdo tallado en piedra para siempre en su baúl de recuerdos VIP, esos recuerdos que todos queremos que permanezcan y de los que seguramente vamos a hablar hasta viejos.