La paternidad en Colombia ha cambiado en los últimos 100 años
Una investigación de la Unversidad de la Sabana mostró cómo se han modificado las pautas de crianza de los papás.
La paternidad en Colombia ha cambiado
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A través de 19 relatos de abuelos, hijos y nietos una investigación de la Universidad de la Sabana evidencia cómo se han modificado las pautas de crianza de los papás de tres generaciones distintas.
Para celebrar el Día del Padre, el Instituto de La Familia de la Universidad de La Sabana publica los resultados de una reciente investigación que revela cómo han ejercido la autoridad los papás de las últimas tres generaciones, es decir aquellos que nacieron entre 1920 y 1980.
Los papás baby boomers y tradicionalistas, nacidos entre 1920 y 1949
Basaron sus relaciones familiares en patriarcados, en el que solo por el hecho de ser los “hombres de la casa” y además únicos proveedores del hogar, se sentían con el derecho de ejercer y como sea el poder sobre la esposa y los hijos.
Padres de la Generación X, nacidos entre 1950 y 1979
Su poder fue cuestionado por los hijos, la pareja e incluso el Estado.
Venían con una herencia muy fuerte de sus padres, donde fueron educados a punta de rejo y correazos; vivieron en carne propia la aplicación del refrán que dice: “La letra con sangre entra”, creencia que se implementó en una educación muy tradicional.
Sin embargo se encontraron con otra realidad y comenzaron a recibir unos mensajes contrarios a sus pautas de crianza o por lo menos a cómo ellos fueron educados. El Estado comenzó a diseñar políticas para proteger a la primera infancia y la revolución femenina que, entre otros logros, permitió que las mujeres trabajaran hizo que se sintieran desplazados.
Generación Y o milenarios, nacidos desde 1980
Estos papás se inclinan mucho más hacía lo racional y teniendo en cuenta que la mujer ya tiene mucho más claro su papel de proveedor, comienzan a aceptar voluntariamente estos cambios, como por ejemplo el cuidado de los hijos, el hecho de compartir las tareas del hogar e incluso ya perciben como algo negativo el hecho de castigar o reprimir físicamente a los niños.
Estos padres reemplazaron la fuerza por el dialogo, los golpes por el efecto y, poco a poco, fueron ‘desnaturalizando’ el castigo.