Perdí a mi esposa, hija y hermano: Kingston, sobreviviente naufragio Acandí
El sobreviviente contó en 10 AM Hoy por Hoy que se devolverá a Chile, pues no tiene ni fuerza ni dinero para continuar.
La noche del 10 de octubre marcó el inicio de una tragedia para un grupo de migrantes en el Golfo de Urabá. La embarcación en la que se desplazaban perdió estabilidad ante la fuerza de las olas y naufragó, dejando a sus ocupantes a merced de la marea, algunos de ellos sin chalecos y desesperados por sobrevivir. Buscaban cruzar por vía marítima la frontera entre Colombia y Panamá, saliendo desde Necoclí, Antioquia, y llegando al puerto de Anachucuna, en el país centroamericano.
Era un total de treinta viajeros, entre los que había haitianos, cubanos y venezolanos y fueron veintiuno los que sobrevivieron. Tres cuerpos fueron ubicados por los sobrevivientes, quienes se aferraron al deseo de dar sepultura a aquellos que no aguantaron las más de doce horas en alta mar. Sin embargo, hay seis personas (incluyendo dos menores de cinco años) de las que no se tiene rastro y continúan siendo objeto de búsqueda por parte de las autoridades.
Se estima que la lancha se hundió a las diez de la noche del domingo y fueron encontrados en horas de la tarde del lunes 11 de octubre. Pescadores de la zona rescataron a los veintiún náufragos. Presentaban fuertes quemaduras por el sol y altos niveles de deshidratación. Inmediatamente los llevaron a Sapzurro, corregimiento de Acandí, Chocó, y allí les dieron comida, hidratación y unas pocas medicinas. Ayer, martes, ya con el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo, se dirigieron al corregimiento de Capurganá y compartieron su testimonio con Migración Colombia.
El equipo de 10 A.M Hoy por Hoy conversó con Kingston, uno de los sobrevivientes del naufragio, quien compartió las razones por las que decidió emprender un largo viaje desde Chile, donde vivía hasta hace unos años, con la esperanza de un mejor futuro para él y su familia. Según comentó, la ausencia de un permiso de trabajo para su esposa —una de las víctimas mortales del naufragio— fue el desencadenante para emprender su camino hasta Colombia.
“Nosotros tomamos la decisión y llegamos a Necoclí. Hablamos con la persona para que nos ayudara a cruzar la frontera. Nos cobraron 350 (dólares) a cada uno de nosotros (haitianos) y a los cubanos como 500”, afirmó. La persona a la que se refiere les ofreció un cupo en una embarcación ilegal, que navega en la noche sin ninguna regulación por parte de autoridades migratorias y cobra exageradas sumas de dinero por el trayecto. Un pasaje en una embarcación legal con las dos empresas autorizadas en Necoclí tiene un costo hasta ocho veces menor.
Kingston viajó con toda su familia, su esposa, su hija y su hermano. Lastimosamente los tres fallecieron y él fue el único que sobrevivió. “Yo pasé toda la noche en el mar hasta que nos recogieron a las 2 de la tarde (…) yo no sé nadar y, además, estaba sin chaleco. A un amigo que murió le quité el chaleco y me lo puse yo”, dice que eso le salvó la vida.
Adicionalmente, contó cuáles fueron las razones por las que optó por viajar en una embarcación ilegal y no en una de las empresas que operan en Necoclí: “Yo compré pasaje con una persona ilegal porque cuando fui a comprar uno legal, me dijeron que no tenían en su momento. Entonces pagué más a otra persona para que nos ayudara a pasar,” señaló.
Por último, confesó que debido a la magnitud de su pérdida desistió de continuar su viaje al norte del continente. Por ahora, lo único que desea es volver a Chile a la vida que tenía previamente: “Mi plan ahora es que quiero devolverme porque no tengo fuerza ni dinero para seguir el camino”,concluyó.