Buenaventura bajo fuego: ¿qué está pasando?
Panelistas resaltaron que hay problemas estructurales que han sido olvidados; hacen llamado para que se cumpla lo pactado en el paro de 2017
En Hora 20 un especial para entender qué está pasando en Buenaventura y por qué están bajo fuego. Se habló de las causas de la violencia; de la expansión de grupos criminales, de los problemas sociales y de la corrupción que ha imperado. También un análisis a las promesas incumplidas, al olvido, a la deuda histórica y a los compromisos que se deben adquirir a futuro.
Noches de horror han tenido que vivir buena parte de los habitantes de Buenaventura ante el constante sonido de las balas por los 33 enfrentamientos que se han dado en las últimas semanas entre distintas bandas criminales que operan en la ciudad. Además, del horror del sonido, se suma al drama de unas 500 familias que han salido desplazadas de barrios como el Juan XVIII debido a las disputas territoriales de los actores armados en los barrios.
A este panorama se suman los 22 homicidios en lo que va del año, los cuales representan un aumento del 200 por ciento con respecto el mismo periodo del año anterior; se han reportado 14 desapariciones y solo el 31 de diciembre del año pasado hubo seis asesinatos en una ciudad que llega a los 311 mil habitantes, pero que está poniendo en riesgo a más de la mitad de su población, cerca de unas 170 mil personas.
Esta ciudad bajo fuego que logró tener en 2018 la tasa de homicidios más baja del país, vuelve a ser víctima de la violencia, de las balas y de las bandas criminales. Hasta el momento según expertos se estima que en la ciudad operan unas seis bandas criminales, entre ellos las disidencias de las Farc, el ELN; La Empresa y recientemente la división que generó el surgir de dos bandas más: Los Shotas y Los Espartanos, causantes de las noches de fuego y de dolor que se han vivido en los últimos tiempos en el puerto más importante del país. Pues el control por las rutas del narcotráfico, del microtráfico, de la compra y venta de armas, y del control territorial ha dejado en medio del fuego cruzado a una población que ha tenido que luchar ya no solo en contra de la violencia, sino del olvido estatal, de la pobreza y de la corrupción.
¿Qué dicen los expertos?
Leonard Rentería, estudiante, artista y líder en Buenaventura, apuntó que uno de los elementos para tener en cuenta es el papel que juega la Policía en Buenaventura “ellos tienen claro que este no es ni su problema ni su pelea, no están en disposición de trabajar en esto porque lo ven como si no fuera su problema”, además, afirmó que la actitud de algunos miembros de la fuerza pública es como si estuvieran permitiendo que las cosas ocurran.
También habló de su experiencia como joven de Buenaventura, pues contó que, si no fuera por las oportunidades en una fundación de danza, sería un maleante más “sin esa oportunidad no estuviera acá; estaría disparando o en el cementerio,” concluyó.
Para Orlando Castillo, líder del ‘Espacio Humanitario Puente Nayero’ y profesor de la Universidad del Pacífico, el problema de Buenaventura se enmarca en falta de oportunidades y en la exclusión estructural desde hace muchos años. También habló de las soluciones y apuntó que no solo con pie de fuerza se atacan los problemas “se debe continuar una ruta que en el 2017 se inició con el paro cívico. Se le debe dar cumplimiento a cada una de las exigencias que ahí se hicieron.”
También hizo una alerta por la realidad de los jóvenes, pues comentó que la mayoría de los asesinatos se da en personas entre los 17 y los 35 años, por lo que dijo “nos vamos a quedar sin jóvenes; ellos se están quedando sin oportunidades.”
Angélica Mayolo, directora de la Cámara de Comercio de Buenaventura, apuntó que las condiciones de Buenaventura son impensables en cualquier puerto del mundo y que hay razones estructurales que reflejan las fallas del Estado para llegar a puntos con grandes oportunidades como lo es el puerto de Buenaventura. Por ejemplo, habló del alcantarillado, del cual existen los recursos, pero afirma que hay debilidad en la estructuración de los proyectos, lo cual no permite que se ejecuten.
De igual forma habló de la necesidad de crear puentes entre la administración local y los empresarios, para que por un lado se genere confianza y condiciones de inversión, y para que se logre generación de empleo y confianza con las comunidades.
Para Óscar Gamboa, director de Municipios Afro, lo que ocurre en Buenaventura es la punta del iceberg de lo que pasa en el resto del litoral pacífico. Y se enfocó en comentar que, si bien hay un esfuerzo de los gobiernos por trabajar en los territorios, crítico el papel de los nativos “nos toca “mirarnos al ombligo” para ver si estamos contribuyendo con el statu quo”.
En términos de seguridad señaló que se debe mejorar en tecnología y uso de nuevas formas digitales para llegar a los criminales. Además, invitó a que se trabaje con los demás municipios, pues cree que se debe pensar en Buenaventura con sentido de región.
El diagnóstico de Monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de Buenaventura, está centrado en que hay un mal que es el ansia de dinero y, por otro lado, la situación geográfica de la ciudad, la cual es atractiva para conglomerados económicos y “para los bandidos que hacen que la pobreza se vuelva el medio más atractivo”, además, dijo que tanto en el área rural como urbana se ha sentido una ausencia del Estado y de autoridad por mucho tiempo.
Advirtió que las personas no pueden hablar ni denunciar, pues asegura que hay mecanismos para darse cuenta quién va ante la justicia, “la gente no puede hacerlo”, afirmó.
Para Luis Gilberto Murillo, exministro de Ambiente y exgobernador del Chocó, se deben cambiar formas de diálogo entre la región y la nación. “Los problemas del pacífico necesitan soluciones estructurales, pero desde una prioridad nacional. Los desafíos de la región superan de sobremanera lo local; esto es un problema de Estado y de sociedad”, igualmente comentó que a pesar de la riqueza que hay en Buenaventura, esta no se asienta, lo cual para el exministro reflejaría exclusión y fallas en el enclave institucional.